En la ceremonia del Premio Cervantes 2022, el pasado 24 de abril, cuando el poeta Rafael Cadenas subió al púlpito del paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, nos preocupó que pudiera lograrlo a sus 93 años. Pero subió seguro y desde ahí sus palabras demostraron que no precisaba de esa elevación para la estatura de su discurso.

Cadenas empezó con un “estoy lleno de España” para terminar con su defensa por la democracia y la libertad.

Era la primera vez que un escritor venezolano recibía el premio en los 47 años que lleva de existencia. Después del discurso del rey Felipe VI y la colocación de la medalla, el poeta premiado, ya a ras de tierra, se giró hacia los presentes, quienes aplaudimos de pie con la emoción de estar ante el premio literario más importante en el idioma español. El español con que nos comunicamos y reconocemos más de 500 millones de personas.

La hondura y cristalina pulcritud de la poesía de Rafael Cadenas (cuya obra reunida ha sido publicado por el Fondo de Cultura Económica), su trabajo de minero y orfebre de palabras, de iluminador, me arropa cuando lo leo. La escritura misma es tema de muchos de sus poemas. Comparto este:

“Musa”

Concédele al poeta,/si la humildad no lo ha abandonado,/ las palabras justas/ para su tarea: no decir lo que se espera/ sino/ ser vocero /de la más oculta necesidad.

El poeta no concede, sino que busca, existencia adentro, lo que incluso rebasa el deseo de lo que se quiere decir. En su acomodo en la página, el poema se sostiene en el espacio blanco donde flota. Parece insistir que esa ilusoria marialuisa lo enmarca porque la blancura de lo no dicho subraya la fuerza de lo escrito. Leyendo a Rafael Cadenas me miro y me sostengo en sus versos como de una rama que le da sentido a la escritura:

Quitado de ti miras el mundo/por vez primera./ Aunque él siempre estuvo/ frente a tus ojos/ no lo notabas, pero lo vertías/ en honor de un desconocido/ a tu idioma de artesano, / a tus combinaciones devotas,/ a tu oficio de armar vocablos/ renuentes, piedras de construcción/ para una embriaguez,/ un instante sonoro de metal antiguo.

Queda el resuello de ese sonido metálico, campana o diapasón. Cuerda rasgada o tecla pulsada. Algo quiebra el silencio, algo que se toca me toca.

El poema como un caracol cela la blandura de su misterio que no es receta para la supervivencia, sino peldaño para mirar de otra manera. Un premio como el Cervantes para el poeta Rafael Cadenas celebra el espacio de la poesía, tan impráctica, tan poco leída, tan íntima y tan necesaria como un grito colectivo.

(Poemas tomados del libro Sobre abierto, de la Colección Cruz del Sur, editorial Pretextos).

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