El fotógrafo Francisco Mata Rosas (Ciudad de México, 1958) recibirá este jueves la Medalla al Mérito Fotográfico , que entrega la Fototeca Nacional del Instituto Nacional de Antropología e Historia ( INAH ).
Este reconocimiento le llega después de 36 años de trayectoria. Mata Rosas inició su carrera como fotoperiodista a mediados de la década de los 80, después de estudiar Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco y la Maestría en Artes Visuales en la UNAM.
Foto: Francisco Mata Rosas
Desde sus primeros años como profesional fue galardonado con el Premio de Adquisición en la Bienal de Fotografía Mexicana (1988), el Premio de Honor en el Concurso del Bicentenario de la Revolución Francesa, México-Francia (1989) y recibió la Beca de Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en 1989. Al reflexionar sobre su formación y el desarrollo de su punto de vista detrás del lente, dice que es muy complicado conceptualizarlo, pues siempre ha trabajado guiándose por su intuición, aunque aclara que esto no significa que surgió de la nada:
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“Cuando digo ‘intuitivo’ no me refiero a que surge de la nada, sino que es producto del consumo cultural, de las películas que hemos visto, los libros que hemos leído, las expresiones visuales con las que nos topamos, de los videojuegos, de todo lo que vemos, vamos construyendo un bagaje estético que en el momento de disparar sale ahí. Hay una teoría que me gusta mucho de la neurociencia, que dice que no podemos fotografiar nada que no hayamos visto, que el cerebro cuando se encuentra con una imagen que reconoce, manda el impulso de disparar la cámara. Siempre vamos a fotografiar situaciones, escenas o composiciones que el cerebro ya reconoce. ¿Y de dónde lo reconoce? Pues de cosas que ya ha visto”, explica Mata Rosas.
Foto: Francisco Mata Rosas
El fotógrafo documental ha realizado series fotográficas con temas variados, como “La línea”, en la que muestra su visión de la frontera entre México y Estados Unidos; “Instalaciones voluntarias”, que son imágenes de objetos cotidianos, pero que por la forma en que están acomodados podrían pasar como obras de arte contemporáneo; o “Tepito ¡Bravo el Barrio!”, que muestra no sólo las calles de este icónico barrio de la Ciudad de México, sino también los rostros que lo habitan. Mata Rosas explica que es la curiosidad la que lo guía a trabajar estos proyectos y confiesa que la fotografía al final sólo es una herramienta que lo guía a satisfacer esa necesidad de indagar, más no es el centro de su vida.
“Lo que me motiva es esta necesidad de estar, de moverme, de experimentar, conocer, hablar con la gente. Para mí es más importante vivir, que tomar fotografías. Hay ocasiones en que es tan interesante e intenso lo que estoy viendo que no tomo imágenes porque implicaría perdermelo. Mi gran pretexto para fotografiar es vivir”, afirma el fotoperiodista.
El acelerado avance tecnológico en la fotografía pone en jaque al fotoperiodismo
Francisco Mata Rosas explica que uno de sus objetivos al hacer fotografía es causar emociones en el espectador, aunque sean de horror -pues tiene una serie sobre animales muertos titulada “Se quedaron en el viaje”. “Me interesa ese juego de emociones, lograr mover al espectador y que se pregunte por qué le está gustando algo que es horrible y que incluso no debería ser fotografiado”, dice el fotoperiodista, aunque destaca que esta misión de impresionar ha adquirido otro nivel de complejidad, pues hoy en día vivimos una sobreexposición de imágenes gracias a las redes sociales. “El arte pasa totalmente desapercibido porque pasamos todos los días recorriendo Instagram con el dedo índice de abajo a arriba, desechando imágenes intrascendentes, hasta que de repente nos detenemos en una. Ese es el momento que me interesa, que no quede indiferente quien vea una de mis fotografías”, agrega.
El fotógrafo asegura que la manera en que hoy en día circulan las imágenes y la forma en la que las consumimos hoy en día es “uno de los fenómenos de comunicación más interesantes de los últimos tiempos y que merecería un mayor nivel de estudio por los investigadores”; y es que Mata Rosas comenzó su carrera en un mundo completamente diferente al de hoy y le ha tocado avanzar al acelerado ritmo de la tecnología, pese a que en un inicio era escéptico:
“Voy a contar una historia que hasta me da vergüenza. Cuando sale el primer iPhone, Pedro Meyer, que siempre ha sido un visionario, me dice que debo ponerme a experimentar con el celular. Le dije que no entendía por qué debía tener el celular y la cámara en un aparato, que no le veía ni sentido ni futuro. Meyer un día me dijo que si tenía $10 y le dije que sí, se los dí y me dijo: ‘Toma, te acabo de vender mi primer iPhone a $10 porque quiero que lo pruebes’. Empecé a tomar fotos con él y hasta la fecha no he dejado de tomar fotos con el celular”.
Foto: Francisco Mata Rosas
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Justo la salida del primer iPhone fue un punto de quiebre en la historia de la fotografía, considera Mata Rosas y es el avance tecnológico que más lo ha impresionado hasta ahora, pues explica que a partir de entonces se empezaron a vender “cámaras para hablar por teléfono y no al revés”. El impacto de tener un sólo aparato con cámara fotográfica, teléfono, geolocalización, software especializado (apps) y conexión a Internet se vio reflejado en la forma en la que ahora se manejan los medios de comunicación: “un gran porcentaje de las imágenes de los medios de comunicación son producidas por los ciudadanos con su teléfono celular”. Lo cual por una parte puede ser un beneficio, pero también plantea un problema: pone en riesgo el trabajo del fotoperiodista, al menos como lo conocemos hoy en día.
“Hay que entender que la crisis del fotoperiodismo es la expresión de una crisis mayor, que es la del modelo empresarial de los medios de comunicación y del consumo de noticias. Desde mi punto de vista hay que replantear la función del fotoperiodista y la de la foto informativa”, sostiene.
Foto: Francisco Mata Rosas
Mata Rosas, quien también es profesor en la UAM, considera que hoy se debe formar a los fotógrafos para que desarrollen habilidades narrativas, se enfoque más al periodismo de investigación y proyectos de “largo aliento” y sean capaces de trabajar en distintas plataformas y lenguajes como la animación, el video, el uso de inteligencia artificial y de softwares especializados. “Hay una crisis en las escuelas de periodismo porque seguimos enseñando a los muchachos de la misma manera como se ejercía el fotoperiodismo hace 20 años y eso es un crimen porque los estamos condenando al desempleo”, agrega.
El fotógrafo también destaca que hoy en día, “en medio de esta vorágine, de esta furia de las imágenes, como dice Joan Fontcuberta”, es más importante que nunca el rol del editor y curadores profesionales para poner en orden las imágenes. “Es muy importante que en este momento de hipervisualidad tengamos momentos, eventos e instituciones que nos digan ‘hay que detenerse un momento para ver esto’”, declara.