El pasado 20 de junio, los maestros del taller de ajedrez de la Biblioteca de México denunciaron a través de una carta dirigida a alumnos, amigos y público en general que se veían obligados a terminar con las clases, pues su contrato con la Biblioteca de México había sido cancelado por los recortes a la cultura del gobierno federal. “De nuestra parte se hizo todo lo posible por seguir funcionando a distancia, sin embargo, esto rebasa nuestras posibilidades”, dijeron los promotores de esa actividad que durante 30 años generó comunidad y le dio vida a la biblioteca y al jardín de la Plaza de la Ciudadela. Ese día hubo un llamado urgente en Twitter dirigido a la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, y al director general de Bibliotecas de la dependencia, Marx Arriaga, para que no dejen morir ese taller. En Twitter, el usuario @octaviojinete publicó ayer: “Día 11 (ONCE) SIN ninguna, ninguna, ninguna RESPUESTA: ¡No dejen morir 30 años de un excelente taller de ajedrez!” Hasta ahora no hay nadie que le haga caso y eso que ha arrobado a Paco Ignacio Taibo, Paloma Saiz y Marina Taibo. Sin embargo lo único que prevalece es el silencio.
En Iztapalapa, los funcionarios no conmemoran, celebran la Noche Triste. Ayer se conmemoraron los 500 años de la Noche Triste, la única ocasión en que los mexicas ganaron una batalla a los españoles y sus aliados tlaxcaltecas, entre otros alzados contra el imperio azteca. Pero a raíz de este acontecimiento han surgido mitos, uno de ellos cuenta que aquella noche Hernán Cortés habría llorado sentado junto a un ahuehuete ubicado en la actual Calzada México-Tacuba. Esa historia fue retomada ayer por la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada, quien decidió plantar un ahuehuete en honor a Cuitláhuac, señor de Iztapalapa y emperador azteca que estuvo al frente de las fuerzas mexicas aquella noche. Brugada dijo que el ahuehuete plantado es “el bisnieto del árbol generoso, del ahuehuete de Popotla, que sirvió de consuelo a los derrotados de la noche victoriosa”, esto a pesar de numerosos estudios de investigadores de distintas instituciones que demuestran que en ninguna fuente histórica se ha podido confirmar el hecho. Así la historia con datos falsos que cuentan en Iztapalapa. A lo mejor esa historia falsa es la tatarabuela de la historia que ahora nos cuentan en esa alcaldía sobre cómo se ha tenido éxito ante el Covid-19, ¿no?