La escultora (Ciudad de México, 1960) alista su próxima exposición "" en el , en la ciudad de León. La muestra estará abierta al público del 4 de agosto al 13 de noviembre y la integrarán sus características columnas de cerámica, y su nueva serie, “Naturaleza restaurada”: columnas hechas con restos de árboles muertos o derribados.

Sobre las piezas de madera, Torres explica que es un poco la restauración de la naturaleza, “este es un árbol de mi casa que se cayó hace tres años. Quería restaurar los árboles de mi historia familiar y volverlos como una columna vertebral que me sostiene”. Para darle el acabado liso y oscuro, la escultora indica que descortó el tronco, le aplicó pentaclorofenol y lo quemó con soplete, lo lijó y volvió a quemar, para rematarlo con una capa de cera.

Tiene árboles que cuelgan del techo o simulan ser un hallazgo arqueológico, Torres ha explorado diferentes formas de presentar su obra: “una pieza siempre te va llevando a otro lado. El estar construyendo, te va haciendo pensar en diferentes posibilidades del material y de las piezas”, dice sobre su proceso creativo.

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Su interés por trabajar la madera surgió luego de hacer una residencia en la Universidad de Johannesburgo, Sudáfrica: “Llegué a vivir en un jardín divino, muy cerca de Johannesburgo e hice una pieza de cerámica con los estudiantes de la universidad, que se quedó en ese jardín que era de esculturas. En el inter se cayó un árbol y le propuse al capataz del lugar restaurarlo y ese fue uno de los primeros árboles que trabajé, lo reconstruí como yo hubiera querido que fuera ese tronco y lo pusimos cerca de donde se encontraba originalmente”.

Sin embargo, su acercamiento con la madera data desde hace más de 30 años, cuando dejó su puesto como profesora en la Universidad Iberoamericana para ir a Suiza a trabajar; en 1991 fue seleccionada para crear la pieza conmemorativa de la Confederación Helvética Suiza. Decidió trabajar con madera porque “el barro y la nieve no se llevan”, pero al tratarse de un nuevo material en su obra, tomó un curso para saber cómo trabajarlo: “Al final no pude trabajar con madera y me dieron un pedazo de mármol”, algo que tampoco había trabajado antes.

“Me doy cuenta que ahora estoy dando un giro de 360 grados en mi trayectoria de escultura. Esa fue mi primera comisión para una pieza de gran formato y ahora con esta exposición regreso trabajando el mármol, la madera”, afirma la artista sobre esta nueva exposición.

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Torres tiene un gusto particular por los materiales toscos y crudos de las megaconstrucciones de la Ciudad de México, le parecen animales prehistóricos; pero al trabajar la madera pensó que para poder construir la ciudad hay que destruir la naturaleza. “Ahora nuestra naturaleza son las vigas, los castillos, los departamentos estrechos, te das cuenta del hacinamiento y cómo te va ensimismando, entonces lo que yo quería hacer es que viéramos que es importante cuidar el espacio público, porque es lo único que nos puede mantener cuerdos. El arte funciona para abrir la mentalidad de las personas, te da una perspectiva diferente en el mundo”.

La escultora considera que el espacio forma el espíritu de la sociedad, “hago estas columnas porque lo que a mí me gusta es poder transitar entre ellas (...). El vacío entre las esculturas es como el silencio en la música”.

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