Yutsil es artista y cuestiona la noción de que mexicanos es igual a mestizos; problematiza esa categoría racial que tanto se impulsó en la postrevolución: “Vengo de un pasado indígena, mi abuelo era mixteco, pero no me asumo como mestiza, como creación que el Estado ha generado —que es muy problemática—; ahora dividen a la población entre indígenas y mestizos”.
Otra artista, María Sosa, trabaja en torno de la “herida colonial” y su huella en el cuerpo femenino: “No me identifico con ninguna categoría impuesta en el pasado colonial o ahora, soy un tepalcate roto y revolcado en las arenas del tiempo ¿qué parte tengo de qué? Todo. Y al mismo tiempo toda la posibilidad de construir algo nuevo, de hacernos cargo del presente y de hacernos cargo de la historia”.
Los creadores en la muestra del Laboratorio Arte Alameda tienen en común también que con sus obras problematizan o formulan preguntas desde temas como la propia identidad indígena, la idea de un arte indígena, la propuesta de indigenizar el museo, la sobreexplotación de la naturaleza. En algunas de las obras el planteamiento es por descolonizar instituciones, prácticas, espacios, discursos.
La propuesta curatorial fue construir un espacio de reflexión crítica y memoria en torno de “epistemologías de pueblos originarios”, frente a narrativas y discursos hegemónicos. Es una muestra que tardó más de dos años en prepararse y llevarse al museo; y buena parte de las obras fueron creadas para la exposición. La antigua arquitectura del edificio del Laboratorio Arte Alameda es parte del diálogo que se propone: casi todas las obras interpelan ese pasado que el exconvento dieguino trae a colación.
Las 13 piezas de Escucha profunda, plantea el museo, son trabajos “con perspectivas descoloniales”. La curadora consiguió reunir a los cuatro artistas para un diálogo, aunque cada obra se puede ver independiente de las demás. Los cuatro tienen trayectorias muy diferentes; generacional y geográficamente también hay distancias. Los vínculos con pueblos ancestrales no son todo lo que comparten sino una actitud crítica frente a cómo se ve y piensa lo indígena en la actualidad, desde el Estado y desde otras instituciones culturales.
Su propuesta reúne obras en torno del racismo, el color de la piel y el cabello, el origen y la identidad. En Historias Mixtecas narra el conflicto familiar al revivir la memoria vinculada con su origen amerindio y las formas como se interioriza el racismo en la familia.
Fernando Palma (Milpa Alta, 1957) expone Tlazohuelmanaz, 28 metates en piedra volcánica tallados y cromados; junto a una cabeza de coyote en piedra volcánica cromada con electrónica, guantes de electricista, un sensor de movimiento y cables.
Tlazohuelmanaz es un trabajo sobre la escritura logosilábica del náhuatl. “Aquí presento una serie de metates, 28, donde están inscritos los nombres de los parajes, tan solo de mi calle, avenida Moctezuma, en San Pedro Atocpan, todavía se recuerdan algunos de ellos en náhuatl; es muy interesante cuando se nombra porque al nombrar devela un paisaje; ese nombre nos permite una ventana de acceso al pasado. Esta pieza es una ofrenda a mi gente, a mi tierra, lo digo de una forma fraternal, no paternalista, regresar a vivir a México es muy importante para mí, hay un apego a la tierra”.
“No sé si el arte occidental ha muerto, pero creo que sí es un buen momento para dejar de hacer arte sucursalista y dejar de estar aspirando hacia el arte del norte global; en nuestras academias no se ve el arte prehispánico”, expresó María Sosa.
Resiliencia Tlacuache es la pieza que presenta Naomi Rincón Gallardo (Carolina del Norte, 1979). Esta obra fue concebida a partir de diálogos con la activista y abogada zapoteca Rosalinda Dionicio, de la Coordinadora de Pueblos Unidos del Valle de Ocotlán, Oaxaca, y defensora del territorio al colectivizar estos esfuerzos ante empresas extractivas transnacionales. En sus narraciones se desplegó la relación tanto espiritual como política con la tierra y fue ella quien se refirió a la gente aguantadora como “tlacuachitos” y un animal que simboliza resiliencia y resistencia.
El Laboratorio Arte Alameda está ubicado en la calle Dr. Mora 7, Centro.
13 OBRAS integran Escucha profunda: prácticas hacia el mundo al revés.
“Algunos de estos artistas utilizan la identidad indígena como un punto de partida, otros no; otros utilizan feminismos, otros, descolonialidad”. Lucía Sanromán Aranda. Curadora.
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