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El pasado 17 de septiembre, personal operativo del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) que son más de 520 trabajadores hasta con 35 años de antigüedad, enviaron una carta a la directora del Instituto, Lucina Jiménez López , donde solicitan que atienda sus demandas laborales y les “otorgue garantías y obligaciones para ser integrados en la estructura laboral del Instituto” porque el subdirector general, Pedro Fuentes Burgos, no les ha dado respuesta.
Aunque no es la primera vez que piden ser escuchados la respuesta sigue siendo el silencio. “Somos trabajadores del INBAL, la discriminación y segregación que sufrimos en su administración daña las relaciones laborales en todas las áreas de trabajo”, afirman en la carta que enviaron a Lucina Jiménez a través su correo institucional y cuenta de Twitter oficial, y a la que tuvo acceso EL UNIVERSAL .
Saúl Sánchez
, vocero de los trabajadores asegura que no son personal de honorarios y ocupan los mismos roles del personal sindicalizados, “tenemos contrato fijo con el gobierno federal , se reconocen nuestros derechos de ley pero no tenemos ninguna prestación similar al personal sindicalizado”.
En anteriores administraciones intentaron darles trato equitativo, pero en esta administración les quieren desconocer esas condiciones, “quieren reducir el gasto corriente a través de nosotros y no es justo. No estamos bajo el rubro de personal sindicalizado o de base, no podemos formar un sindicato, pero tampoco tenemos las atribuciones de un funcionario público, no ocupamos puestos de relevancia ni tenemos esos sueldos, no ocupamos jefaturas de área ni oficialías mayores”.
Los trabajadores aseguran que están realizando las mismas actividades laborales, cumpliendo con nuestro proceso de trabajo y en esta pandemia hemos sido los primeros en dar la cara, y ahora resulta que no tenemos ni un tiempo para ser escuchados, no es un trato igualitario lo que tenemos; creo que somos discriminados”.
Lo que buscan es que les otorguen condiciones de trabajo generales para tener garantías, “peleamos la integración, obligaciones y derechos, no tenemos un manual de operaciones para nuestro trabajo siendo que la ley lo pide”, dice Saúl.
El trabajador agrega que por ejemplo los trabajadores que se retiran no tienen derecho a un finiquito, solo su pensión”, tampoco les dotan de equipo de protección a la gente de seguridad y protección civil.
Dice que incluso están en riesgo incluso algunos estímulos mensuales y semestrales que son mínimos, van de 200 a 400 pesos, “puede parecer mínimo pero es una cantidad muy valiosa para nosotros que no tenemos ingresos altos, ganamos lo que cualquier trabajador operativo del gobierno federal, incluso tenemos de los salarios más reducidos”.
Y como esas otras condiciones laborales que Jiménez López debe atender: “no es la Secretaría de Hacienda como nos han dicho; ella es la responsable, como directora de un órgano público descentralizado tiene que darnos esa respuesta.
Lo que señalan es que los ven como un objeto, “no tenemos respuesta, no tenemos operación, no tenemos voz y curiosamente en medio de esta pandemia es a nosotros, no al personal sindicalizado, a quienes llamaron primero para hacer los trabajos virtuales, para regresar a los espacios culturales”.
Son ellos los que han mantenido activas las páginas web del INBAL y de sus direcciones, y ahora de los museos que han reabierto “no nos contemplan para nada en lo que confiere a los derechos pero sí en las obligaciones”, afirma Saúl Sánchez.
En la carta, le dicen a la directora del INBAL que llevan 18 meses de incertidumbre y rezago, “meses de ser ignorados y olvidados, meses de aceptar y escuchar todo tipo de excusas, pretextos, palabras que no terminan por cerrar una oración y se quedan en promesas inconclusas; solicitudes sin respuesta, mensajes sin atender nuestras demandas. Nosotros le decimos: estamos, somos visibles, nos puede ver en las exposiciones que dan prestigio a la Institución, en las páginas de internet que difunden el trabajo realizado en los centros de trabajo, en los documentos y en el desarrollo de la administración de la dependencia que usted dirige”.
Y le señalan que con la pandemia es cuando ella se acuerda de los trabajadores operativos, “nos integra a las jornadas de trabajo en casa y nos incorpora a las actividades laborales con todas las obligaciones de nuestra actividad sin acordarse de nuestros derechos. Son los tiempos que nos ve, nos contempla y delega, en los cuales nos habla de pluralidad cuando el discurso de su administración nos excluye de facto y discrimina a nuestras compañeras de sus ingresos y estímulos en concordancia a la igualdad y sororidad que debería de refrendarse para un trato digno”.
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