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En la declaración de odio que Olivia Teroba comparte en su texto “Hacer tiempo”, que es parte de los 13 ensayos que conforman su nuevo libro “Dinero y escritura” (Sexto Piso, 2024), la escritora asegura que odia pensar sus libros como mercancías que compiten en el mercado y sentir que su valía como creadora depende de números, de likes, interacciones y ventas. En su ensayo “Literatura canónica” es enfática: “¿Cómo podríamos dejar de pensar la vida como una competencia donde hay que correr para adelantar a los otros? Para empezar, habría que construir un entorno que no se perciba siempre en estado de emergencia y carencia”.
Esa exigencia y manifestación de que para la escritura se requiere más que una habitación propia, pues se necesitan condiciones económicas y materiales mejores y que la escritura deje de hacerse en la costumbre de la precariedad, permea todos los textos de este volumen que está contra “el silencio, el pudor y la discreción exagerada” con el que creció la también autora de “Un lugar seguro” y contra la que combaten otras escritoras que también han cuestionado el asunto de si se puede vivir de escribir, así como de la economía personal, del pago justo por su trabajo, de las deudas, las becas, el mercado y los premios literarios.
“Lo que más me motiva de esta publicación, más allá de la motivación que tuve para crear cada uno de los ensayos independientes y la idea de compilarlo, de ponerle este título que apela a lo material, es apelar al diálogo. Creo que es un diálogo que ya comenzó desde hace tiempo, hay ensayistas que también hablan de esto, Rosario Castellanos lo trata en su obra, hizo un gran trabajo también por buscar dignificar el trabajo de los escritores, también Vivian Abenshushan habla e ello, Xitlalitl Rodríguez tiene un libro de poemas contra el SAT”, asegura Olivia Teroba en entrevista.
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La escritora nacida en Tlaxcala, en 1988, que ha sido becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas y el Fonca, y participado en residencias artísticas en México, Bolivia y Japón, asegura que “Dinero y escritura” es un aporte más a una conversación “que yo espero que siga procurando para que poco a poco también podamos aprender a pensarnos como grupo, a pensarnos como gremio que creo que es algo que falta mucho en estos tiempos donde ya nos pensamos mucho desde la individualidad y desde la figura autoral separada del resto”, afirma.
Sobre todo, insiste Teroba, cuando en México hace falta mucho por hacer en materia laboral, más aún cuando se trata de trabajo creativo y freelance. “Se necesitan condiciones materiales adecuadas y sobre todo las mínimas: salud, vivienda, son cosas que hacen falta para vivir y para crear”, dice la escritora, quien reconoce que conforme ha ido avanzado en el camino de la escritura y ha seguido publicando, se ha dado cuenta que gran parte del impulso por escribir y por decir lo que piensa viene de no haber tenido esa oportunidad cuando era chica, porque también falta mucho por materia de violencia, de silenciar temas.
“Yo hablo de mi familia, pero mi familia es muy parecida a todas las familias en Tlaxcala, en México, este papel que todavía se le da a la mujer de quedarse callada, de estar quieta, de no moverse, porque en su mutismo se le está protegiendo de un mal o de un daño, Es cierto que en Tlaxcala y en México hay un entorno muy peligroso para las mujeres, pero también es cierto que el silencio no ha servido para protegernos y que el daño se sigue haciendo sin que haya un registro de ello”, asegura la escritora cuya literatura es una indagación en lo cotidiano, lo íntimo, lo personal, familiar y autobiográfico.
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Cita a la escritora Audre Lorde, cuando dice: “Tu silencio no te protegerá” y enfatiza que el estar callada no sirve de nada. “Yo creo que el hablar y tomar la palabra es lo que nos toca ahora, irle poniendo nombre a las violencias e irlas mostrando tratando de pensar en un camino para reparar el daño. Precisamente algo que he ido entendiendo conforme ha pasado el tiempo en la escritura es tratar de que parta del autocuidado, o sea, primero el autocuidado y luego el cuidado mutuo, entonces ahí es donde pienso qué tanto esta escritura es pertinente para mí en este momento y qué tanto no”.
Dice que este libro contiene muchos otros apuntes, borradores de asuntos que no se había sentido lista para nombrar todavía o para tratar, y eso le parece totalmente válido, “también pensar en cómo nos sentimos con la escritura, qué queremos de ella, qué vamos a exigirle a la escritura, qué vamos a exigirnos a nosotras y hasta qué punto, esa es una reflexión que ha ido permeando mi escritura”.
Al igual que ha ido indagando y confrontando el proceso de hacer de lo privado algo público. “Ha sido todo un proceso desde que salió mi primer libro de ensayos autobiográficos, ‘Un lugar seguro’, considero que el acto creativo está muy separado de todo el entorno en un nivel emocional, o sea, intento crear un espacio propio, afectivo, pienso en la habitación propia como una metáfora, entonces trato de olvidarme un poco de las lecturas, de lo que van a pensar tanto los lectores, las lectoras, mis familiares. Cuando escribo estoy escribiendo para mí, estoy escribiendo para revelar algunas cosas que a mí me interesan; estoy buscando generar un diálogo propio, un diálogo de pares”.
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Y eso la ha llevado a darse cuenta de que no estamos acostumbrados a decir las cosas, de que sigue habiendo mucha secrecía, de que sigue todavía siendo incómodo hablar de ciertos temas y necesidades.
“Cuando empecé a intentar publicar cuentos, entrar a concursos y becas me doy cuenta de que yo tenía una imagen muy idealizada y también muy simple de la literatura, estaba muy incompleta, le hacía falta justo situarse en el entorno y es lo que intento hacer con estos escritos, hablar desde donde vengo y tratar de entender cómo estas condiciones materiales determinan la escritura. Lo económico es un tema tabú, muchas veces se prefiere pensar que lo escrito va a surgir independientemente del entorno, pero la verdad es que muchas veces el entorno, para bien y para mal, se involucra en la escritura”, señala.
Incluso habla del apoyo de las personas cercanas, de las amistades, de los afectos, de cómo muchas veces son ellos quienes sostienen estos impulsos creativos, y crean el espacio que permite que puedan seguir escribiendo, aún cuando a veces se escribe en las circunstancias más adversas. Y de eso, afirma Olivia Teroba, hay que seguir hablando y dialogando.