José Montelongo , el ensayista, narrador y también traductor mexicano que explora en cada una de sus historias el lenguaje con una narrativa cómico-seria que llega a ratos a niveles estrafalarios, regresa a la novela con “ No soy tan zen ” (Almadía/Universidad Autónoma de Nuevo León, 2022), que tiene como telón de fondo el universo de la vida intelectual mexicana y el periodismo cultural , para contar la historia de una neurosis, un periodista arranca la historia metido en un concierto de cuerdas interminable y plano porque cree hallar allí la nación a través del silencio interior, pero que deviene en una serie de enredos de personajes que hacen hasta lo inimaginable por sobrevivir y que están donde no quieren estar.
Foto: José Montelongo / Almadía
“La sintomatología, la búsqueda de curación, los frentazos y retrocesos y pequeños avances para curar o por lo menos aprender a vivir con la neurosis de la cháchara interior que nos atosiga y que muchas veces no nos deja vivir. Esa es una neurosis, algo que tenemos enredado por dentro y que no nos deja. Quise, sin embargo, procurar el registro cómico-serio para que esta neurosis fuera accesible para el lector”, asegura José Montelongo.
En entrevista telefónica desde Estados Unidos donde vive desde hace varios años, el autor que en 2005 publicó “Quincalla” una novela también sobre la búsqueda del ser y la exploración del lenguaje, señala que su interés era conseguir una cadencia con el lenguaje y con la historia de Julián González, el periodista cultural que es el protagonista de está sátira que tiene como telón de fondo la vida cultural en México.
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“En este caso yo quise no sólo darle una cierta cadencia, sino incluso acercarme a un tipo de vértigo narrativo que resultara en un equilibrio respecto a este concierto tan lento con un personaje sentado en una silla escuchando un concierto imposiblemente largo y lento”, afirma Montelongo de su novela que es una definida como una comedia existencial y una necesidad por hallar el silencio en medio de la cháchara interior que atosiga.
“No soy tan zen” es una novela sobre el intento del personaje por encontrar el silencio desde el vértigo en medio de la quietud, pero lo asalta una procesión de personajes, recuerdos, reportajes, amores, viajes. “Toda esa especie de circo que se entromete en la búsqueda de silencio del protagonista; en el que parece haber la alegría y la tristeza del circo”, afirma Montelongo.
Foto: José Montelongo / Almadía
Mientras trata de cerrar el telón a todas esas interrupciones de su vida, el protagonista no tiene dominio de su propia cabeza y lo asalta la cháchara interior. El protagonista defiende la realidad y la vitalidad del diálogo con los libros y no se resigna a que las ideas y las emociones que han llegado a su vida a través de los libros sean un escape, apunta Montelongo, quien dice que esta es una novela de aprendizaje, aunque sea de aprendizaje fallido.
El narrador parte de la certeza de que los seres humanos somos muy malos para aprender, más aún cuando se trata de aprender de la vida. En el caso de Julián, el protagonista de “No soy tan zen”, la guía que encuentra para esa búsqueda interior es una mujer de la que se enamora y quien busca llevarlo por el camino del desprendimiento y del silencio, él que está rodeado por la palabrería mental y el ruido que lo acosa y no lo deja vivir.
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“Es una exploración narrativa del silencio que se realiza paradójicamente a través de la acumulación de palabras, del discurso narrativo, como si el lenguaje en ciertas obras literarias tratara de llegar más allá de sí mismo, como si tratara de expresar lo inexpresable en algunos momento; es una especie de círculo que termina más allá del lenguaje mismo y que sin embargo no tiene otro medio de expresarse que no sea el lenguaje”, asegura el también autor de varios libros para niños entre los que destaca “Mi abuelo fue agente secreto”.
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melc