La base del programa federal Cultura Comunitaria, el , se cita en los comunicados oficiales y entrevistas a la secretaria de Cultura, , como la apuesta para combatir la violencia y “fomentar la cultura de paz”.

En zonas marginales, comunidades con escasa infraestructura artística o asoladas por el crimen, se han instalado grupos donde los menores toman clases y que esta administración bautizó justo como Semilleros: en noviembre, por ejemplo, se iniciaron actividades de teatro, radio y cine en Aguililla, localidad fantasma de Michoacán y una de las zonas más violentas de Tierra Caliente. Parte de una política comunitaria y una premisa ideológica que debe ser reevaluada de la práctica.

“Yo no me atrevo a decir que el arte en sí mismo va a reconstruir toda la sociedad; estamos hablando de arte, ciencia, creación de espacios, no de recreación. Los Semilleros contribuyen a crear nuevas formas de relación, siempre y cuando la sociedad se apropie de ellos con participación comunitaria y sistematizada. ¿Qué tanto eso va a transformar a la sociedad? Es difícil decirlo. El punto no es mencionar que un niño que toca el violín nunca va a incurrir en la criminalidad, ¿quién puede afirmar algo así de una manera categórica? Lo que sí podemos decir es que los niños y niñas empiezan a tener contacto con la belleza, siempre y cuando lo hagamos bien”, precisa Eduardo García Barrios, actual director artístico del Sistema Nacional de Fomento Musical (), entidad federal que implementa “modelos de educación musical comunitaria” en zonas marginales.

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García Barrios también es director de la Orquesta y maestro comunitario que a finales de 2021 dejó el cargo como titular del SNFM. Gestión de la que reconoce que “a cada logro surgieron cinco retos más… En un país de 120 millones de habitantes, por supuesto que el trabajo en esta área sigue siendo pequeño. ¿Cómo puedes crecer y mantener las metodologías para que no se dispare el asunto?

¿Por qué después de nueve años dejó el Sistema Nacional de Fomento Musical?

Es una razón totalmente personal. Sin que suene a lugar común, yo antes que nada soy un artista, un maestro. Durante casi nueve años fui extremadamente feliz trabajando en Fomento Musical y tener la oportunidad de crear un equipo de excelencia, comprometido, con alta conciencia artística, pedagógica y social. Hace dos años tuve este llamado a regresar a entregar toda mi energía al estudio, la investigación, a mi desarrollo como maestro. Me sentía muy orgulloso de haber contribuido, en la medida de mis fuerzas y mis posibilidades, a formar parte de este equipo de fomento musical, pero la razón era muy clara: una enorme necesidad de volver de lleno al trabajo artístico y pedagógico.

A casi cuatro años de esta administración, ¿cuáles son los puntos débiles y fuertes?

“No me atrevo a decir que el arte va a reconstruir a la sociedad”: Eduardo García Barrios
“No me atrevo a decir que el arte va a reconstruir a la sociedad”: Eduardo García Barrios

¿Qué falla central ve en Cultura a nivel nacional?

Está fallando en el mundo, no sólo en el país. La idea de la plusvalía, del éxito, del desarrollo, de la comercialización del arte ha dañado a la humanidad. Es indudable que la comercialización del arte ha creado vacíos tremendos. Un sentido pragmático de la vida, basado en la ganancia, la plusvalía, una imagen falsa del éxito y el desarrollo han dañado tremendamente a la humanidad.

En el mundo entero cada vez hay menos recursos para algo que es vital porque es inherente a la especie humana: la creación artística, la transformación de la realidad y la materia a través de la estética y la belleza. Esa es la batalla más grande. Sabemos bien que tenemos un enorme déficit de educación artística en el sistema escolar, un abandono que se dio durante muchísimas décadas porque entonces se banalizó, se pensó que enseñar música, teatro o danza era algo superfluo y que no producía desarrollo. Esa realidad sigue existiendo y ahí están implicados todos los órdenes sociales.

¿Cómo convences? Hay argumentos científicos importantísimos sobre la importancia del arte. El reto es comprender que tiene que haber una inversión gigantesca en educación. La ciencia ha demostrado todos los beneficios que esta educación le puede traer a la sociedad y, en particular, al ser humano.

¿Cree que los Semilleros de verdad son una forma de fortalecer el tejido social?

Los Semilleros son un proyecto de creación de colectivos artísticos dotados de una metodología rigurosa. Para que la música pueda expresar todo su contenido emocional debe ser ejecutada con precisión y belleza.

El arte no es mecánico ni utilitario. En la educación comunitaria hay un concepto: la autogestión. Cuando las familias aprenden a montar la orquesta, a poner bien las sillas, a entender la importancia de que el coro se encuentre detrás de la orquesta, se empiezan a desarrollar relaciones sociales más ricas porque lo que se persigue es la belleza. Hablo de la música, en concreto. La autogestión tiene que ver con el manejo de las formas de producción del arte. Sin embargo, somos seres humanos, seguimos teniendo carencias y dificultades. Pero es parte del trabajo. Decir que un artista es un ser maravilloso y sin defectos es un error.

Entonces, cuando una familia entiende por qué los cornos van atrás o por qué los oboes van junto a las flautas se está apropiando del proceso de producción. Y lo hace con un objetivo: la belleza del sonido, el balance al hacer música. No hay un sentido utilitario, sino un sentido de creación de la belleza.

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Cuando los jóvenes comprenden que hay que cambiarle las cuerdas a las violines porque eso produce sonido, lo cual, a su vez, produce emoción, entran en contacto con lo bello. Ahora, ¿para qué les va a servir eso? No me atrevo a decirlo, lapidariamente no soy quién. Pero la emoción es la emoción y el arte, a final de cuentas, tiene contenidos filosóficos, emocionales y espirituales muy profundos que llegan a transformar algo.

Hitler , por ejemplo se emocionaba —hablo de la emoción pura—, con la música de Wagner. Pero lo que él hizo con eso, que haya transformado esa emoción en ideología y que esa ideología haya causado el holocausto es una cosa aparte y es tema de una conversión más extensa, profunda e interdisciplinaria.

A partir de su experiencia al frente de orquestas juveniles, ¿qué se necesita para fortalecer la pedagogía?

Un reto fundamental es que el contingente de maestros y maestras crezca y se fortalezca. Hay muchísimos lugares en el país donde todavía se carece de maestros y maestras, con una verdadera formación artística, técnica y pedagógica. Y hay un plus: que tengan conciencia social. Por supuesto que se requiere muchísima voluntad y recursos para poder lograrlo. Somos apenas una semilla; somos pequeños y las necesidades son tremendas.

Ahora no soy funcionario, pero cuando fui funcionario lo dije: hay que replantear todo el sistema educativo y centrar en la educación, en primarias y secundarias, el pensamiento científico y el estético como la base de una formación profunda e integral. Todos entendemos las enormes dificultades que esto implica.

¿Qué ha perdido el proceso original de las orquestas infantiles por todo en el país?

Tuvimos una pandemia de más de dos años que dejó estragos: muchos niños y niñas que no pudieron seguir con la mecánica vía Zoom. ¿Qué se necesita? Reconstruir, paso a paso, ladrillo por ladrillo. Una fuerza externa dejó mella en el proceso de la premisa principal: la práctica musical colectiva. Fue muy duro.

¿Cree que el programa de fomento musical se distanció de lo artístico y se volvió más social?

El programa de fomento musical es indivisible de lo artístico y lo social. Lo social y lo artístico son indivisibles porque en la práctica musical colectiva, si hay niñas y niños tocando juntos, hay un proyecto social, ese es el modelo. Hacer música no es sólo tocar notas, sino todo lo que está alrededor de tocar esas notas. El modelo de educación comunitaria es tridimensional, no puedes verlo sólo desde un punto de vista, todo está conectado.

Trayectoria Profesional

Una vida dedicada al arte
 
Eduardo García Barrios nació el 12 de noviembre de 1960 en México. 
En 1990 se graduó como director sinfónico y de ópera del Conservatorio Tchaikovsky de Moscú. 
Fundó La Sinfonietta de Moscú y la Orquesta de Baja California.
Ha sido director de la Orquesta Sinfónica del Conservatorio Nacional de Música y de la Orquesta Sinfónica Carlos Chávez.
En 2021, tras 10 años, dejó la Dirección del Sistema Nacional de Fomento Musical.

"El punto no es mencionar que un niño que toca el violín nunca va a incurrir en la criminalidad, ¿quién puede afirmar algo así de una manera categórica?” 

"Hay que replantear todo el sistema educativo y centrar en la educación (primarias y secundarias) el pensamiento científico y el estético como la base de una formación profunda e integral”

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