Nicaragua ocupa un lugar principal en toda la literatura de Sergio Ramírez , sin embargo en su nueva novela “Tongolele no sabía bailar” (Alfaguara 2021) está viva porque el retrato que hace el Premio Cervantes es el de la Nicaragua contemporánea, la de los 400 mil asesinados por el gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo , el de las persecuciones políticas, los exilios, las represiones brutales y la lucha hacia la transición democrática.
La nueva historia protagonizada por el inspector Dolores Morales , quien es el alter ego de Ramírez, es un tributo a los centenares de jóvenes caídos, y a sus familias que siguen clamando justicia, es su estrategia para entender desde la literatura una realidad que le duele y lo atormenta, y que sin embargo esperanzado sueña con atestiguar que su patria tendrá un final feliz, como muchas veces no lo tienen las novelas.
¿Qué tan difícil hablar de la Nicaragua contemporánea?
Son hechos que ni siquiera tienen una resolución final, pero fue tratar de verlos con esta neutralidad que la novela exige y no caer en una novela de propaganda en el sentido de que yo defiendo determinada posición y condeno otra, sino meterme dentro del entramado de los hechos y de los personajes con esa visión múltiple que el escritor debe tener.
¿A través de los personajes se muestran los ángulos de los hechos?
Los personajes son participes ficticios en escenarios que son verdaderos, por lo cual ellos se incorporan a esa realidad, lo importante para mí como escritor es que esa ficción le parezca al lector que es totalmente real, tanto lo real como lo ficticio deben parecer reales, y claro para mi son mis personajes que han estado en otras novelas, y por lo tanto trasladarlos a este escenario depende de un hecho cronológico que tiene que ver con la novela anterior, “ Ya nadie llora por mí ”, donde el inspector Morales queda del otro lado de la frontera de Nicaragua, en la frontera con Honduras , mandado forzosamente al exilio y ahora emprende su regreso y se encuentra con estas circunstancias que están dominando el país. Lo primero que él ve al volver son estos arboles de la vida que se estaban construyendo cuando él se va, que es algo que comienza a dominar el paisaje.
¿El punto final de esta historia por desgracia no es el punto final de la historia actual?
Al final de esta novela el inspector Morales es un personaje que ha envejecido, se ha casado con su amante que está enferma, él no parece tener muchas esperanzas en el futuro, es una despedida melancólica pero igual que en la novela anterior él se encuentra arrinconado, queda en el exilio, a pie, no sabe a dónde dirigirse y de repente decide regresar a Nicaragua , de manera que no elimino la posibilidad de que la figura del inspector Morales vuelva a resurgir dentro de otro contexto, porque los contextos cambian.
¿Llegará la cuarta novela protagonizada por Dolores Morales?
Es que de alguna manera la vida que lo anima es la vida contemporánea de Nicaragua. Él tendrá que irse moviendo ya que yo lo he puesto en el extremo de lo contemporáneo que más difícil de manejar, hay que saber qué es lo que le depara el futuro porque cuando uno se mete a manejar una realidad inmediata es una realidad que no está resuelta en la vida, y en la novela tendrá que ir siguiendo los avatares de la vida, y como trabajo de ficción tendrá que apegarse a la línea de los acontecimientos que vayan ocurriendo en el futuro .
¿Pero los hechos contemporáneos lo llamaron?
Para mí, la literatura depende también de las necesidades, uno escribe un libro cuando considera que esa escritura es necesaria y yo creía que en esta novela en concreto valía la pena desde la perspectiva de la ficción abordar estos hechos tan recientes de Nicaragua y que no se perdieran en el pasado, son tan dramáticos que lo necesitaba. Los personajes son ficticios pero el entramado de los hechos, el escenario en que los personajes se mueven es un escenario muy real y los hechos fundamentales que están narrados allí, como el incendio de la fábrica de colchones, el asalto a la iglesia de Divina Misericordia , los muchachos muertos por fuego de los francotiradores, los asaltos paramilitares , todo está en la realidad y los personajes lo que hacen es circular dentro de esa realidad.
¿Quería dejar las armas del periodismo y pasar a las de la literatura?
Cuando estos acontecimientos empezaron en abril de 2018 empecé a tomar notas, intentar borradores de crónicas sobre estos mismos hechos esenciales. Comencé a seleccionar las historias que más me habían impactado: la muerte de un niño que lo matan cuando corre a llevar agua a los jóvenes en una barricada, un monaguillo que también es asesinado, otro niño que le dispara a quemarropa el mismo oficial de la policía que lo entrenaba como futbolista, el incendio de la fabrica de colchones, el asalto a la iglesia de Divina Misericordia, pero era cronista de segunda mano, entonces pensé: lo mejor es que estos materiales me sirvan como elementos de un trabajo de ficción y los vuelvo material de primera mano.
¿Escribir la novela le permite tener otra lectura de los hechos?
La literatur a me permite mucha más libertad de enfocar lo que está pasando y me permite distribuir las voces, darle voz a mucha gente, porque el riesgo cuando uno habla solo frente al lector es hacerse cargo apasionadamente de los hechos y condenarlos o defenderlos , mientras que cuando las voces se distribuyen en distintos personajes la carga se reparte, y uno no debe olvidarse que la literatura está basada en la complejidad, no en lo más simple, lo más simple es defender o condenar.
¿Y sin embargo lleva un riesgo?
Elegí un terreno riesgoso deliberadamente que es el de los hechos que no han terminado de ocurrir y yo corrí el riesgo de ser arrollado por esos mismos riesgos o de comprometerme demasiado con los hechos y no tomar la distancia necesaria, pero uso el humor negro que me da la distancia, es una manera de rodear la novela de esta coraza de protección.
¿El inspector Morales termina desencantado, usted cómo se encuentra hoy?
Me considero un alter ego del inspector Morales, por lo tanto comparto muchas de sus decepciones y también de sus esperanzas, yo no creo en la desesperanza absoluta, yéndome a la realidad creo que vamos a llegar a un final feliz. Las novelas no siempre tienen finales felices pero creo que las situaciones de los países pueden llegar a tenerla, para mi un final feliz sería una transición sin violencia de las dos partes, sin el uso de las armas para llegar a una solución de transición democrática, eso es lo que yo aspiro.
¿Existen posibilidades de un final feliz?
Si me pregunta ¿cómo se va a dar?, no lo sé, ¿cuáles son las posibilidades de que esto se dé de manera inmediata?, tampoco lo sé, pero guardo una esperanza de que el país puede encontrar un camino de transición democrática sin necesidad de la violencia, porque la violencia siempre ha sido una mala madre en Nicaragua .
"La literatura me permite mucha más libertad de enfocar lo que está pasando y me permite distribuir las voces, darle voz a mucha gente”. Sergio Ramírez
El Dato
La nueva novela de Sergio Ramírez, "Tongolele no sabía bailar", es protanizada por el inspector Dolores Morales, alter ego del escritor.