Se conoce como nearshoring a la estrategia por medio de la cual una empresa reubica sus procesos comerciales o productivos en países que se encuentran más cercanos a su principal mercado y que le generan costos más bajos.
“Fue diseñada por el presidente estadounidense Joe Biden para reconfigurar el comercio de Estados Unidos con el resto del mundo, en el marco de la gran competencia comercial que este país mantiene con China”, señala Clemente Ruiz Durán, académico de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM.
Se debe tomar en cuenta que en 1994 entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el cual fue sustituido en 2020 por el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
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“Entonces, el nuestro es, para Estados Unidos, un país muy atractivo donde ya se fabrican productos a bajo costo destinados a su mercado. En 2022, Biden echó a andar el nearshoring, con el fin de llevar inversiones a los países que son amigos y socios comerciales confiables de Estados Unidos. De esta manera ya se está moviendo mucha de la inversión que Estados Unidos tenía en otras partes del mundo, para concentrarse en países como México, entre otros. La idea es que el nearshoring se extienda a América Central.”
Más inversiones que antes
A decir del académico universitario, hoy en día están llegando a México más inversiones que antes y éste ya se convirtió en el país líder en exportaciones a Estados Unidos.
“Las tendencias de crecimiento del comercio son innegables, lo cual ya le permitió a México convertirse en el noveno país exportador del mundo. En este sentido, ha sacado provecho del TLCAN y el T-MEC, y está exportando una cantidad impresionante de productos a Estados Unidos. Ahora bien, para que el nearshoring tenga efectos reales en México es necesaria una política industrial más agresiva, porque no queremos ser sólo un país maquilador, sino también uno que pueda incorporar innovaciones tecnológicas a los productos que exporta. Y aquí es donde creo que México no está poniendo en práctica la política adecuada. Sigue recibiendo inversiones simplemente para maquila. Ninguna instancia gubernamental ha pugnado por que exporte productos con un mayor contenido tecnológico.”
Ruiz Durán sugiere que las universidades se adapten a las circunstancias actuales para estar en condiciones de diseñar productos novedosos y que los empresarios inviertan más en la producción de éstos.
“Es una tarea que hay que hacer, pero que no se hace de la noche a la mañana, sino poco a poco. Lo cierto es que no queremos que lleguen a México únicamente plantas ensambladoras”, añade.
Oportunidad
De acuerdo con el académico de la UNAM, gracias al nearshoring, México puede incrementar sus capacidades de producción y, con las ganancias obtenidas a partir de este incremento productivo, financiar las importaciones que requiere.
“Sin embargo, si pretendemos que nos sirva, la inversión extranjera tiene que aumentar. De ahí la urgencia de comprometer a Estados Unidos para que invierta más en nuestro país, sí, pero también en lo que a nosotros nos gusta y necesitamos. México debe dejar de ser un lugar de mano de obra barata donde se producen muchos de los bienes que allá se consumen. El nearshoring representa una oportunidad para reestructurar la industria nacional e incorporar un mayor valor agregado a nuestros productos, así como para tener una mano de obra más especializada, más tecnificada. Por eso es imperioso que las universidades y las empresas se unan y diseñen y exporten productos nuevos con contenido científico mexicano. El reto es darles un nuevo perfil a las exportaciones mexicanas. Si no ocurre esto, seguiremos siendo, bajo la estrategia del nearshoring, un país maquilador.”
A dos días de que se celebren las elecciones en México y a tres meses del cambio de gobierno, Ruiz Durán cree que el momento actual es sumamente interesante.
“Espero que quien llegue al poder tenga en mente, como uno de sus objetivos primordiales, transformar a México en un país innovador, con una nueva cara hacia el mundo”, concluye.
En boga
Según María Isabel Osorio Caballero, también académica de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM, México es líder en exportaciones a Estados Unidos no por el nearshoring, la nueva estrategia comercial que el presidente estadounidense Joe Biden puso en marcha en 2022, sino como resultado de una política que comenzó en 1986 con el ingreso de nuestro país en el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés), que precedió a la Organización Mundial de Comercio.
“Es cierto: el nearshoring ahora está en boga y en boca de todos los economistas, pero es justo decir que México ha tenido una política de apertura comercial desde hace 38 años”, remarca.
Asimismo, algunos indicadores aseguran que el nuestro es el noveno país exportador del mundo, por lo cual resulta oportuno plantearse si le conviene el nearshoring para avanzar más en este rubro.
Al respecto, la académica universitaria comenta: “Sin duda, nuestro país puede y debe aprovechar esta nueva estrategia comercial. Como ya dije, desde hace 38 años, México sigue un modelo de apertura comercial que lo ha convertido en el segundo país con más tratados comerciales internacionales en el mundo. Lo que está detrás del nearshoring es el valor que se le agrega a un producto durante su proceso de producción, para que sea considerado mexicano, estadounidense, chino, indio, etcétera, y se lo tenemos que agregar a nuestros productos.”
En opinión de Osorio Caballero, si los mexicanos queremos incrementar nuestras exportaciones, debemos ser más competitivos, y para ello es necesario tener en cuenta los problemas que los economistas y la academia en general vienen señalado desde hace mucho tiempo y que están relacionados con las instituciones, el mercado laboral, el fenómeno migratorio, el cambio climático y las políticas industriales.
“Después del Brexit (salida del Reino Unido de la Unión Europea) y de la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos en 2017 aparentemente habría un cambio de política, es decir, se pasaría del multilateralismo al bilateralismo, pero nos hemos percatado de que el proceso comercial está abierto y no se puede cerrar, y de que el nearshoring, aunado a las cadenas mundiales de valor, es algo que no podemos romper. Entonces hay que sumarnos al nearshoring, enfrentar los retos que implica, ver la manera de sacarle el mayor provecho y estar conscientes de que tampoco es la panacea para lograr el crecimiento y el desarrollo.”
Suma de esfuerzos
¿Qué debe hacer México para no ser un país maquilador con el nearshoring, sino una nación innovadora con mano de obra calificada que aporte valor agregado a sus productos?
“El comercio ha cambiado: hoy en día, dos terceras partes del comercio internacional están ligadas a los servicios, lo cual significa que los servicios también son un producto. Con todo, es fundamental atraer la inversión extranjera directa, fomentar la innovación en todos los sectores, no nada más en el de servicios, y, en especial, desarrollar el capital humano. Y todo esto tiene que estar enmarcado por instituciones fuertes, sólidas, que le permitan al Estado conducir una política industrial de la mano de una política de apertura comercial”, apunta la académica.
Por lo que se refiere al papel de la academia y el Estado frente al nearshoring, Osorio Caballero piensa que, en primer lugar, tienen que sumar esfuerzos.
“Por supuesto, la academia debe plantear estudios serios, rigurosos, no basados en ideologías, que sirvan a los hacedores de políticas públicas; y el Estado ser eficiente y fuerte, y establecer los lineamientos a partir de los cuales el sector privado pueda actuar. En cuanto a las universidades, deben aportar el componente tecnológico para apuntalar la industrialización y, basadas en la mitigación del cambio climático, buscar la sostenibilidad y la sustentabilidad. Las universidades, tanto la UNAM como las estatales, hacemos lo que podemos con los recursos que tenemos, los cuales, creo, deberían ser más. Realizamos estudios y propuestas en materia de desarrollo económico, con una visión sostenible y sustentable. Sin embargo, es indispensable vincular nuestros resultados con el sector privado. La UNAM genera 60% de la ciencia en México. Ojalá el Estado y el sector privado nos escuchen y consideren que lo que hacemos tiene valor académico y, desde luego, científico”, finaliza.