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Igual que Alonso Quijano, Don Quijote, quien era aficionado a las novelas de caballeros andantes y toma la ficción de esos libros como la realidad y vive como si fuera él mismo un caballero andante, Enrique Uriate, mejor conocido como el Quicón Uriate, de Cuescamula, Sinaloa, echa a andar por la sierra para construirse una historia igual que sus héroes de los corridos que idolatra.
Ese serrano grande, fuerte, callado y feo también llamado el Quicote, un buen día, inspirado por la música de los Alegres, Los Cadetes y Los Relámpagos, se va en busca de su propia épica acompañado de su fiel primo Socho. Así, entre letras de corridos, bravuconerías, locura, fantasías épicas y mucho humor, el escritor sinaloense Miguel Tapia escribió la novela Del famoso y nunca igualado corrido del Quicón Uriate, publicada por Ediciones Era y la Universidad Autónoma de Sinaloa.
“Igual que el Quijote, el Quicón va construyendo su propia fantasía sin percibir el problema que eso causa en su entorno real, lo interpreta todo en clave de corridos y como tal reacciona, y por eso es tan divertido y tan dramático, porque lo que el Quicón vive con la violencia y el narcotráfico hasta la locura, nosotros como sociedad lo estamos lidiando de manera cotidiana”, afirma el narrador nacido en Culiacán, en 1972.
La historia del Quicón, asegura Tapia, es una forma de explorar la tradición del corrido, un género que ha acompañado a la historia y la vida de los mexicanos desde hace un siglo y medio, y ha pasado por diferentes etapas, se ha adaptado a diferentes situaciones y sigue siendo un género muy presente en la música popular.
Aunque no estaba en un principio, el corrido se fue metiendo a la historia del Quicón Uriate y acabó cuestionando en qué consiste la esencia del corrido, dice Tapia: ¿qué es lo que el corrido representa de nosotros como sociedad y hasta qué punto sigue siendo un reflejo real, auténtico de nuestra forma de ver el mundo y entender nuestra realidad?
El también autor de Los ríos errantes reconoce que la respuesta no está clara y el Quicón se enfrenta a no pocos problemas porque él mismo pareciera no saber bien cómo interpretar esta herencia del corrido, “estamos viendo cómo el corrido está dando lugar a diferentes interpretaciones, se está descomponiendo y hay artistas muy jóvenes que exploran diferentes formas de reinterpretarlo o recuperar algunas de sus herencias; creo que algo parecido propone el libro, ¿qué es lo que realmente nos queda del corrido, hasta donde nos sigue representando?, ¿puede seguirnos representando?, ¿está vivo o ya dio todo lo que tenía que dar?”
Y es que el corrido parte de la figura de un personaje que se construye dentro del corrido como un héroe popular, un héroe que en general está en conflicto con la autoridad o con alguna forma de autoridad, es un rebelde, y esa es una constante en la historia del corrido. “Eso se ha plasmado en los corridos de manera muy distinta, sean hombres o mujeres, se trate de la autoridad política o de la fuerzas del orden, de la autoridad familiar, de un cierto orden social, hay personajes que se rebelan contra un orden social, mujeres que se rebelan contra el dictamen de obedecer al hombre y terminan castigándolas”.
Miguel Tapia dice también que el corrido en las últimas décadas se ha prestado a intentos de manipulación de sectores que han intentado apropiárselo y de personajes que buscan construirse a sí mismos una estatura de héroe popular. Pero está la contraparte, un discurso oficial que intenta una suerte de satanización de los corridos para culpar a cierto sector de la sociedad de ser los causantes de los terribles males que nos azotan: la violencia, el narcotráfico y la corrupción, y a través de discursos muy simplistas ir y culpar a los que están detrás de los corridos”, señala Tapia.
Del famoso y nunca igualado corrido del Quicón Uriate nació de una etapa experimental: Miguel junto con algunos amigos reescribían textos, a veces clásicos, como parte del “Manifiesto por una literatura wiki”, que parte de la idea de que todos los lectores tenemos derecho a reescribir los textos que leemos, afirma, en el fondo, retoma la idea de que toda la lectura es una forma de reescritura, y una reinterpretación de lo que el texto propone. Y así él entró al Quijote, y dio vida al Quicón Uriate, un serrano sinaloense que quiere vivir la vida como los héroes de sus corridos famosos.