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En México, los músicos freelancers, como cantantes e instrumentistas, dedican gran parte de sus carreras a la docencia, a ofrecer conciertos en espacios públicos y privados, muchos de ellos viven también de lo que en el ambiente se le conoce como “huesos”, que suelen ser recitales de último momento en misas, fiestas y eventos privados. Ante la emergencia por Covid-19 todo se ha detenido y muchos músicos han tenido que sumergirse en el mundo digital para lograr conseguir entradas económicas que les permitan mantener a flote sus finanzas, incluso han tenido que dedicarse a otras cosas, como la venta de productos e incluso sus instrumentos.
Los pianistas Eduardo Salmón e Israel Barrios, los cantantes Carolina Torres y Víctor Hernández, y el percusionista David Vázquez son jóvenes músicos egresados de las escuelas como el Conservatorio Nacional de Música y la Superior de Música. En esta etapa de confinamiento se han dedicado también al estudio de sus instrumentos, a aprender nuevo repertorio y a explorar nuevas formas creativas.
Algunos de ellos participaron en la convocatoria del programa Contigo en la distancia de la Secretaría de Cultura, con el que se brindarán estímulos económicos a cambio de materiales audivisuales; otros se han dedicado a impartir clases vía online. Hoy, coinciden, la única certeza que existe es que el restablecimiento de la vida cotidiana y de sus trabajos implicará un largo y difícil proceso.
“Mis entradas son nulas”
David Vázquez es percusionista, egresado de la Escuela Nacional de Música, con maestría en la Universidad de Montreal, en diciembre renunció a su puesto como maestro de las orquestas escolares, basado en las orquestas Esperanza Azteca, de la Fundación Azteca. Tras el anuncio de cierre de espacios públicos, los conciertos que tenía programados se cancelaron, así como sus clases particulares.
“Estaba trabajando como freelance, empecé un proyecto muy interesante de conciertos con vibráfono con coctelería y tocaba en conciertos privados, me estaba yendo bien. Ahora mis entradas son nulas, pero soy afortunado, vivo en Hidalgo y tengo mi casa, de seguir pagando renta en Ciudad de México no sé qué habría hecho”, cuenta.
David decidió vender uno de sus instrumentos porque, considera, no habrá trabajo para los músicos durante todo el año. “Lo último que se va a restablecer es mi trabajo, yo mismo cuando todo pase tendré que garantizar mi sustento básico y después pensaré en comprar un boleto para un concierto. Vendí mi marimba, obtuve una cantidad que me permitirá invertir en un negocio, un expendio de pan, por ejemplo, estoy pensando qué haré”.
Generando ideas
Israel Barrios es pianista, egresado de la Facultad de Música, se ha especializado como acompañante de cantantes de ópera, desde enero colabora con el Estudio Ópera de Bellas Artes del INBAL, como repasador y coach de los cantantes.
“El 70% de mi trabajo es como freelance, lo que hago con el INBAL representa sólo una parte de mis ingresos y en este momento no nos están pagando, pero esperamos que lo hagan pronto. Me dedico a trabajar con cantantes, los ayudo a poner repertorio para conciertos o hacer audiciones, también daba clases y a veces hago edición, en mis ratos libres hacía pistas, es decir, grabaciones para que los cantantes tengan una pista hecha a su medida. Con la cuarentena eso dejó de ser algo casual y ahora es prácticamente de lo que vivo, porque todos los conciertos y festivales que tenía pararon. Quiero esperar a finales de mayo para saber qué pasará, estoy tranquilo pero no puedo estar confiado porque si todo se prolonga por varios meses más no sé qué podré hacer”, dice.
Barrios advierte que el quehacer artístico es una parte primordial de una sociedad y es ahora, ante la pandemia, uno de los pilares que han ayudado a las personas a sobrellevar el confinamiento. “Sí somos vitales, pero creo que es momento de que nosotros reflexionemos acerca de cómo acercarnos de otros modos a la gente. Ahora estamos haciendo tutoriales, videos, generando nuevos productos artísticos y lo hacemos ante esta realidad, pero cuando todo pase podríamos seguir generando más ideas. La experiencia en vivo nunca suplirá la experiencia digital, pero sí podemos expandir las formas de expresión”, dice.
Le entran a la vendimia
La soprano Carolina Torres, egresada de la Escuela de Música de León y de la Universidad de Guanajuato, imparte clases de canto en el Instituto Cultural de León. Durante el periodo vacacional de Semana Santa no ha recibido ingresos. Además, como freelance colabora con la orquesta de cámara de León con un repertorio clásico y popular.
“La escuela nos dijo que para pagarnos teníamos que demostrar que estábamos trabajando con los alumnos y se nos advirtió que el periodo vacacional no se nos pagaría. Este salario ha sido un respiro porque todo lo demás está pausado, yo tenía en puerta varios conciertos, así como otros eventos sociales y misas. Para protegerme siempre pido un depósito y esos adelantos han sido mi salvavidas, pero poco a poco han ido desapareciendo, pero los conciertos sí están cancelados”, dice.
Ante la incertidumbre, la soprano ha explorado otras opciones de trabajo, en su caso, junto con otros artistas y artesanos, vende productos. “Entre todos vamos a hacer un catálogo de productos, tendremos artesanías y cosas artesanales como jabones. Además, tengo cuatro alumnos con clases en línea. No ha sido fácil, hay un retraso en la transmisión que complica las cosas y no puedo hacer las correcciones necesarias al alumno porque mi vista es parcial, pero ellos han entendido las limitaciones y de cualquier manera les está siendo de gran utilidad, además puedan grabar la clase y les ayuda para corregir cuando lo necesiten. Tengo la fortuna de trabajar con el instituto, pero hay colegas que de verdad no saben qué harán si esto se extiende por mucho tiempo más. Es momento de repensar sobre el papel que jugamos en nuestra sociedad, ¿qué sería de nosotros sin la cultura que estamos consumiendo durante el confinamiento?”.
Pocas oportunidades
El tenor Víctor Hernández radica actualmente en Europa, sin embargo, la cuarentena lo tiene en México, a donde llegó para ser parte del elenco de Lady Macbeth de Mtsensk, de Shostakóvich, que se presentaría por primera vez en el Palacio de Bellas Artes, en colaboración con el Festival del Centro Histórico.
La cuarentena, dice, ha puesto sobre el relieve las pocas oportunidades que existen para los cantantes en México y que, ante el cierre de teatros, la precarización pondrá en jaque a los músicos. “Hay pocas oportunidades de trabajo, no tenemos la infraestructura, hemos tenido que emigrar a otros lugares para conseguir escenarios. Muchos han tenido que vivir de los ‘huesos’, otros han tenido que diversificar su repertorio, ves a egresados del Conservatorio cantando ranchero, que no está mal, pero estudiaron para un objetivo que tuvieron que cambiar ante la falta de empleo”, dice.
Y agrega: “Yo mismo no he podido dedicarme sólo a la ópera, tengo una pequeña empresa de jingles, hago doblaje, soy compositor, grabo comerciales, escribo música para cortometrajes. Por eso ahora mi situación es menos apretada que otros colegas, pero estoy administrando mis ingresos de manera muy prudente, no estoy en la bonanza”.
A estudiar
Eduardo Salmón es pianista, ha trabajado en como preparador en el Estudio Ópera de Bellas Artes, ha sido solista y toca música de cámara; es egresado del Conservatorio de Música de Chihuahua. Sus conciertos también fueron cancelados, pero ha continuado dando clases en línea.
“En México no es raro ver que los músicos egresados no siguen desempeñando su carrera profesionalmente, muchos se dedican a hacer lo que nosotros llamamos ‘huesos’. En mi caso he preferido la docencia y en este momento he tenido que seguir dando clases vía Internet, por fortuna tengo alumnos y no he resentido el impacto de la cancelación de mis conciertos”, cuenta.
Las clases, advierte, son un poco erráticas y depende de la conexión que se tiene. “Todo ha sido nuevo, la gente canceló sus clases y me preocupé porque se acababa todo el ingreso, pero poco a poco los alumnos han buscado tener clases y ahora estoy un poco más tranquilo. Estoy con mis clases, estoy estudiando nuevas obras, me gustaría que cuando todo termine yo pueda tener más propuestas para tocar puertas”.
Salmón también advierte que el fin del confinamiento obliga a repensar el encuentro con el público. “A mí me ha tocado ver conciertos con dos personas en el público, fui a uno al que no llegó nadie, le tuve que ir a decir a los de cabina que me acompañaran. Yo extraño el contacto con la gente, sé que otros compañeros también, y sabemos que mucho de nuestro público es gente mayor, es muy raro ver a jóvenes, nosotros mismos no íbamos a las salas de concierto. Las cosas las tenemos que cambiar".