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“Ustedes son el alma de un continente, de una América. No de tres Américas ni dos; de una América”, les dijo el director venezolano Gustavo Dudamel a los 300 niños y jóvenes que ayer, en el escenario del Palacio de Bellas Artes, demostraron que lo que Dudamel sabe muy bien y que reiteró: es “que la música une, la música rompe fronteras, elimina muros, nos hace iguales”.
Así lo dijo antes de dirigir Adagio para cuerdas de La Guerra de las Galaxias. El despertar de la fuerza, a la que el compositor John Williams le hizo arreglos especialmente para que fuera interpretada ayer, en el concierto “Encuentros. México y las Américas unidos a través de la música”, que reunió a representantes de orquestas infantiles y coros del Sistema Nacional de Fomento Musical.
El director de orquesta aseguró que esa libertad que da la música la ha vivido él desde muy niño, cuando hace 22 años vino a México, por vez primera, con la Orquesta Nacional Infantil de Venezuela, apenas tenía 13 años y tocaba el violín.
“Tocamos, cantamos y luchamos por este sueño, porque es un sueño de libertad y cómo decía Unamuno: ‘La libertad que hay que darle al pueblo, es la cultura’ y por eso es fundamental y hermoso e histórico esto”, afirmó Gustavo Dudamel al público, pero sobre todo se los dijo a los niños y jóvenes que en una estampa multicolor se presentaron en el Palacio de Bellas Artes en un encuentro histórico que se logró gracias a la colaboración entre la Fundación Gustavo Dudamel y Fundación Arturo Márquez.
Dudamel, quien está en México como parte de la gira de la Orquesta Filarmónica de Viena, apareció sobre el escenario del Palacio de Bellas Artes con pantalón de mezclilla, una playera de manga larga y tenis negros; ese desenfado al vestir contrastó con su intensidad en la dirección, con vehemencia con la que marcó cada cambió de ritmo y cada nota musical en el concierto único que fue aplaudido de pie por los asistentes.
Aunque salió más cinco veces al escenario e interpretó un Encore –una segunda pieza de Arturo Márquez—, Gustavo Dudamel fue discreto. Ante los largos aplausos hacía entrar de nuevo al escenario a Arturo Márquez, a quien, dijo, lo conoció hace más de 20 años cuando llegó de sombrero a Venezuela y les fue a enseñar uno de sus “Danzones”. Levantaba los brazos de los chicos violinistas, abrazaba a Márquez y le hacía reverencias.
El director de orquesta y músico venezolano dirigió también la tercera pieza del concierto, que fue el Cuarto movimiento: Allegro con fuoco, de Sinfonía núm. 9. Desde el Nuevo Mundo. Y demostró en cada movimiento de su batuta, que la música une, y que rompe fronteras.
“Como podemos ver todos somos un mismo cuerpo, la sangre que corre entre nosotros es la misma sangre. Y es hermoso ver a un gran grupo de personas unidas por el arte, por la cultura, por la música”, afirmó Dudamel, quien recordó que la historia de la Orquesta Nacional Infantil de Venezuela, para la cual, dijo, tres mexicanos fueron fundamentales y creyeron en ese sueño que parecía imposible: Carlos Chávez, Eduardo Mata y Arturo Márquez.
Y fue justo ese compositor de sombrero, el de los “Danzones”, el que dirigió Alas (a Malala), la primera de las tres piezas del concierto “Encuentros. México y las Américas unidos a través de la música”. Esa obra de Márquez es el himno del Movimiento Nacional de Agrupaciones Musicales Comunitarias que impulsa y apoya el Sistema Nacional de Fomento Musical.
El compositor Arturo Márquez, vestido de traje negro, corbata y sombrero, dirigió la obra de su autoría, que está inspirada en la niña pakistaní Malala Yousafzai, y que se estrenara un año antes de que ella recibiera el Premio Nobel de la Paz.
Antes de dar inicio al concierto, Eduardo García Barrios, coordinador del Sistema Nacional de Fomento Musical dijo que este concierto es resultado de una profunda amistad, resultado del intercambio en el terreno filosófico, humano y artístico entre dos grandísimos artistas.
“Estos dos grandes artistas conversaron hace un año cuando Gustavo Dudamel estrenó el “Danzón no. 9” en Los Ángeles, sobre la educación. El maestro Dudamel viene de un sistema de orquesta juveniles que son un milagro musical, un programa social y comunitario, y el maestro Arturo Márquez es el director artístico de un sistema de agrupaciones musicales comunitarias en el estado de Morelos, el Sistema Sonemos, y allí se gestó este encuentro único”, señaló.
Así se dio este concierto que reunió a 300 niños y jóvenes no sólo de México, sino también otras naciones como Argentina, Canadá, Estados Unidos, puerto Rico, República Dominicana y Venezuela, que montaron este repertorio en tres días intensísimos y cuyo mensaje es que América es una y que la libertad está en la cultura y en la música.