Bruselas. --La bruselense Elodie nunca imaginó que estaría admirando la fascinante obra del genio Pieter Bruegel portando un tapabocas. “Si ese es el precio a pagar para volver al museo, estoy dispuesta a hacerlo”, asegura la jubilada en el recinto que resguarda, después de Viena, la mayor colección de Brueghel el Viejo, en el mundo.
El uso de la mascarilla no es la única novedad en el Museo OldMasters, uno de los primeros en reabrir sus puertas en Bélgica tras las medidas de confinamiento decretadas el 14 de marzo para contener la pandemia por coronavirus.
El museo dedicado a las leyendas de la pintura flamenca del siglo XV al XVIII, como Rubens, Van Dyck y Rembrandt, ahora muestra una ruta marcada con flechas negras y en una sola dirección para evitar al máximo la interacción entre los visitantes. Los módulos con gel antibacterial acompañan todo el recorrido.
“¿Lo malo? No hay forma de volver, ¿Lo bueno? Ahora visitan las 30 salas de exhibición y no hay forma de perderse una sola obra de esta colección que conforma 400 años de historia”, explica a EL UNIVERSAL Samir Al-Haddad, responsable de información de los Museos Reales de Bellas Artes de Bruselas.
El guardarropa quedó fuera de funcionamiento; tampoco hay servicio de auriculares ni visitas guiadas. “Ahora el visitante debe preparar su visita con las aplicaciones que ofrecemos online. Esta nueva experiencia provocará que tengan más información y de alguna manera pasen más tiempo en contacto con el museo”, indica.
Para mantener en operación los lockers tuvieron que asignar a una persona para limpiarlos inmediatamente tras su uso, mientas que el servicio de baño ha quedado limitado al acceso de una sola persona. El elevador es exclusivo para personas con discapacidad, y las bancas para reposar, siguen en su sitio, aunque no todos los lugares pueden ocuparse de acuerdo con el cartelón de “mantén la distancia”.
El módulo de información opera tras un escudo de plástico, y la tienda de recuerdos vuelve a funcionar reacomodando los módulos para crear un solo camino que conduce hasta la caja. Otro cambio logístico: la salida fue desviada hacia una calle alterna, de forma que no hay contacto con los que entran al museo.
“La mentalidad del personal ha tenido que ajustarse a la nueva realidad”, indica Al-Haddad.
Las salas más reducidas muestran la capacidad máxima de personas, hasta cinco en el salón dedicado a la apocalíptica obra de Brueghel Caída de los ángeles rebeldes.
“Estamos muy contentos de poder reabrir, pero sabemos la responsabilidad que implica, somos un laboratorio que será referente para el resto del país”, sostiene.
“Estamos observando el comportamiento de las personas para conocer mejor sus hábitos al interior del museo y así realizar ajustes, de ser necesario. Nuestro objetivo es compartir con otros nuestra experiencia”.
Bélgica fue junto con Italia, España y Francia el país que adoptó las medidas de confinamiento más estrictas en Europa. Luego de dos meses de encierro, a partir del 18 de mayo, museos y sitios históricos comenzaron a reabrir.
Sin embargo, por cuestiones económicas y de logística no todos están en posibilidades. De los seis museos que conforman los Museos Reales de Bellas Artes de Bruselas, solo el OldMasters cumple hasta ahora con los criterios. El museo dedicado al maestro René Magritte deberá esperar semanas.
Para la reapertura se analizaron experiencias de museos que llevan la delantera, en particular de China, Japón y Corea del Sur. En Europa, uno de los primeros en volver a la actividad fue el Barberini, en Potsdam, Alemania, que ofrece mascarillas con su logotipo y guantes de plástico. “Cuando reabrieron en Asia hubo una avalancha de visitantes, su experiencia nos ha permitido no cometer el mismo error”.
Antes de la pandemia el OldMasters registraba tres mil visitantes diarios, en la era de Covid-19 un máximo de 500; solo 250 pueden estar en un mismo momento en el museo. La venta de boletos por hora es de 50 online y el mismo número en taquilla. Las visitas en grupo por el momento están suspendidas.
“Los museos y las actividades culturales son un remedio psicológico ante este virus, estimula a las personas, inyecta energía y creatividad. Mucha gente, como nosotros, esperaba este momento, porque la apertura es un primer paso hacia la vida normal”, señala.