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El Museo Universitario del Chopo retomó anoche sus actividades con la puesta en escena “Extraños mares arden” y en apoyo a los damnificados por el sismo del pasado 19 de septiembre se canjearon los boletos de entrada por donativos de material de curación, medicamentos no caducos, víveres, productos de higiene personal, artículos de limpieza y material lúdico.
Convencido de que el arte y la cultura deben seguir, Gabriel Yépez, coordinador de Artes Vivas de ese espacio cultural, dijo que “como instituciones culturales nos toca ofertar actividades donde la gente socialice, podamos estar juntos, perder el miedo y contribuir a la reconstrucción social, aunque va a costar semanas, meses o años”.
Indicó que el destino de la ayuda recaudada serán dos puntos: la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM, quien a su vez lo hará llegar al Estadio Olímpico en Ciudad Universitaria, y el segundo es llevarlo directamente a las comunidades afectadas, en especial, con la Casa de Cultura de San Gregorio en Xochimilco.
“Tratamos de que todas las instancias culturales de la UNAM estén en la misma sintonía, la Universidad ha demostrado su compromiso en muchos puntos específicos de distribución, de acopio, y la comunidad ha demostrado su poder, pues los estudiantes han sido rescatistas, brigadistas y varios han demostrado su compromiso como ciudadanos antes que otra cosa”, expresó el funcionario cultura.
Sin daños estructurales
Expuso que tras el sismo de 7.1 grados que se registró el pasado 19 de septiembre en el centro del país, el Museo Universitario del Chopo se encuentra bien, solo se vieron afectadas cosas superficiales “nada estructural porque es un edificio cuya estructura es de metal y tiene una flexibilidad que le permite el movimiento y afortunadamente se pudo autorizar el permiso de funcionamiento”.
Por tal motivo, la noche de este jueves se escenificó en el Foro el Dinosaurio Extraños mares arden , de Txalo Toloza-Fernández, un documental escénico sobre la relación entre la industria minera en el desierto de Atacama, Chile (el más antiguo y árido del planeta), la industria del arte contemporáneo, y la familia Guggenheim que se enriqueció con ambas.
La obra relata la llegada de la familia Guggenheim al desierto de Atacama a principios del siglo XX y la creación de una colección de arte contemporáneo resguardada en dos museos emblemáticos; uno en Nueva York, Estados Unidos y otro en la ciudad de Bilbao, España. Extraños mares arden cuestiona por qué hay gente que decide montar su hogar en el sitio más inhóspito del mundo, como fue el caso de la familia del autor.
En esta propuesta los personajes transforman el escenario en una pequeña fracción del desierto de Atacama, recreando un campamento minero; mientras lo hacen ven pasar sobre sus cuerpos la historia del desierto que han decidido habitar. Ese territorio ha sido fuente de riquezas, barbaries y explotación continua durante siglos, debido a su relación con las grandes fortunas que controlan el arte contemporáneo, la industria armamentística y las finanzas mundiales.
Esta pieza escénica –que se presenta por primera vez fuera de España– se configura en dos distintos formatos: uno en el espacio tradicional de sala teatral y otro en un asado performativo donde el público y actores comparten una típica comida chilena, sencilla y sabrosa. Esta pieza del artista chileno Txalo Toloza, radicado en España, se estrenó en septiembre de 2016 en el Festival TNT de Terrassa y se ha presentado en Madrid, Bilbao, Barcelona, Pamplona y Burgos.
sc