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El político, diplomático y politólogo Porfirio Muñoz Ledo fue recordado por el investigador de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Bolfy Cottom, como un "arquitecto clave para atender las políticas culturales de la Ciudad de México desde un nuevo paradigma".
Para Cottom, la participación activa de Muñoz Ledo, como asesor, fue fundamental para que la Constitución de la Ciudad de México fuera un documento de vanguardia en América Latina rumbo al reconocimiento de "nuevos Derechos Humanos que no estaban contenidos".
Él y Cuauhtémoc Cardenas, continúa Cottom, fueron los enlaces fundamentales que escucharon al equipo que coordinó Eduardo Vázquez Martín. "El maestro Muñoz Ledo recogió lo que se venía haciendo en la administración de Vázquez", lo cual quedó plasmado en el Artículo VIII de la Constitución; el reconocimiento, en otras palabras, a derechos culturales desde la perspectiva de los Derechos Humanos: diversidad de identidades y vinculación con el tema educativo, principalmente.
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Un esfuerzo que convirtió a la Ciudad de México en la primera entidad federativa que logró consolidar un catálogo de derechos culturales. "Quedó en la Constitución como en la primera Ley de los Derechos Culturales de los Habitantes y Visitantes de la Ciudad de México, que el actual régimen ha venido desmantelando".
Muñoz Ledo —recalca el investigador— fue la figura intelectual que logró ubicar en la estructura de la Constitución de la Ciudad de México los Derechos Culturales; fue la persona clave para estructurar la constitución. Uno de los asesores fundamentales fue Jorge Sánchez Cordero.
"Sin Muñoz Ledo muy probablemente hubiera quedado un texto constitucional tradicional, con reconocimientos generales declarativos y sin nuevos derechos culturales en este caso. No se hubiera podido establecer el vínculo con la parte educativa".
Él supo cómo aquilatar, afirma el investigador, el antecedente de lo que se venía haciendo desde Vasconcelos; él trabajo de forma cercana con el equipo de Jaime Torres Bodet y conoció la dinámica de la política cultural del país a nivel internacional; también entendió el trabajo con los pueblos indígenas y era consciente de que el papel de la Cultura estaba estrechamente vinculado con con el de la educación. Algo que no hubiera logrado sin la conciencia que tuvo del aporte de las instituciones culturales y la experiencia directa como secretario de Educación Pública de 1976 a 1977, en tiempos de López Portillo: "Por eso él valoraba los Derechos Culturales; él sabía todo el trabajo que había detrás y la vinculación de la Cultura con el ámbito educativo".
Cottom recordó también que Muñoz Ledo advirtió que en el presente México se encuentra en una situación de riesgo en materia de política cultural: "Cuando él decía que estábamos al borde del abismo, se refería a que estábamos perdiendo el hilo histórico de la conducción de política pública. Se ha menospreciado la grandeza de lo que hubo en el pasado y ahora el centro son los proyectos de relumbrón que llaman la atención y sólo usan lo cultural con fines estrictamente políticos. Hay que tomar en serio lo que él señaló".
El problema tiene que ver, por último, con recuperar la memoria cuando se busque reimpulsar la política cultural del país. "Si no consideramos esa advertencia estaremos en riesgo de descarrilar la política cultural del país".
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