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antonio.diaz@clabsa.com.mx
Hace 500 años Hernán Cortés llegó al territorio que se convertiría en la Nueva España. A partir de ese momento comenzó un proceso político, social y cultural en el que participaron hombres y mujeres; sin embargo, en la mayoría de las investigaciones se ha profundizado más en las acciones de personajes como Bernal Díaz del Castillo, Pedro de Alvarado, Moctezuma y Cortes pero pocas veces en las mujeres.
Entre las indígenas sobresalieron tres mujeres: Malintzin, traductora y vocera; Tecuelhuetzin, hija del gobernante de Tlaxcala Xiconténcatl el Viejo, y Tecuichpo, hija de Moctezuma II. Por parte de España estuvo María de Estrada, quien fue soldado de Cortés.
“Las mujeres de la Conquista fueron mediadoras culturales, pues en sus vientres gestaron a la nueva nación. El destino que les esperaba a las mujeres fue el de ser concubina o esclava sexual. Por un lado, fueron raptadas por los españoles quienes se las llevaron de acompañantes. Algunas fueron regaladas por sus familias como esclavas o, en el caso de las familias nobles, como ‘esposas’ de los españoles para forjar alianzas. En cualquier caso, su destino no estaba en sus manos”, dice Miriam López, doctora en Antropología por el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.
Miguel Pastrana, investigador del Instituto de Investigaciones Históricas, dice que la participación de las mujeres en la Conquista fue “fundamental” porque se encargaban de administrar los hogares, cocinar y educar a los hijos: “No podríamos hablar de una actitud pasiva de las mujeres, además tendríamos que encuadrarla en los usos y costumbres tanto del lado hispano como del mesoamericano. (Sin embargo), hacen falta más estudios sobre la participación de las mujeres”.
La Malinche. Obsequiada a los españoles junto con otras 19 jóvenes tras la batalla de Centla en 1519, fue bautizada como “Marina”, pero al convirtirse en traductora y vocera, la nombraron “Doña Marina”.
Malintzin ha sido calificada como traidora, no obstante, Miriam López explica que el uso de ese tipo de adjetivos hacia Doña Marina fue posterior a la Conquista:
“Grupos indígenas y españoles le tuvieron cierta estima, algunos como Bernal Díaz del Castillo la recordaban con cariño y admiración. En tanto, los grupos que permanecieron contrarios a los españoles, como los mexicas, la veían con recelo pues su participación era notoria en las interacciones que tuvieron con los españoles. Además, los grupos indígenas no se veían como una nación, eran distintas etnias enfrentadas unas con otras. Los mexicas, que dominaban gran parte del territorio, eran enemigos de muchos grupos. Ella no era mexica, era nahua (nació cerca de Coatzacoalcos), por tanto no se puede hablar de que traicionara a Moctezuma”, dice López.
La investigadora agrega que La Malinche fue vendida como esclava dos veces antes de mostrarle a Hernán Cortés que podía traducir, esa “habilidad innata para entender distintos contextos culturales y aprender nuevas lenguas, la llevarían a ser un puente en estos momentos de confusión e incluso, se ha señalado que gracias a su participación se evitaron muchas más muertes”.
Tras la consumación de la Conquista, indica López, Doña Marina fue olvidada, hasta el siglo XIX y en el contexto de la Independencia de México, que apareció la novela anónima titulada Xicoténcatl (1826).
“En esa novela por primera vez figura La Malinche como una mujer seductora quien traiciona a su pueblo. Desde entonces, la literatura ha replicado este personaje intrigante y traidor. Valdría la pena revalorar su papel y entender las circunstancias en las que vivió. ¿Qué destino le esperaba a una mujer que había sido regalada como esclava dos veces?” , plantea López.
Con el paso del tiempo, comenta la investigadora, Malintzin se convirtió en “amante” de Cortés: “Él no le demostró ningún aprecio y la redujo a llamarla ‘la lengua’, como su traductora, aunque dio a luz al primer hijo (Martín Cortés) que sí fue reconocido por el conquistador. Sin embargo, Cortés separó a Martín y Marina, para llevárselo a España y ella nunca lo volvió a ver”.
Malintzin desempeñó un papel importante en la Conquista, pues además de hablar náhuatl y maya, también aprendió español. “Aunado a ello tenía el don de la diplomacia que implicó evaluar los contextos antes de hablar para poder tomar la mejor decisión en situaciones difíciles”, dice López.
La figura de La Malinche aparece en el “Fragmento de Texas”, del Códice Florentino, y en el Manuscrito del aperreamiento.
“Malintzin es representada hablando y en algunos casos, Cortés es sólo observador. La pintan con ropa hermosa vistiendo un huipilli y un cueitl (especie de falda); con sandalias y la mayoría de las veces con el cabello suelto. Ella se muestra con la cabeza erguida o inclinada hacia atrás, que distinguía a las clases nobles”, explica la especialista.
Otras mujeres. Dos nobles indígenas más destacaron en las narraciones de la Conquista. La primera fue Tecuelhuetzin, hija del gobernante de Tlaxcala Xicoténcatl el Viejo y hermana de Xicoténcatl el Joven, y la segunda es Tecuichpo, hija de Moctezuma II y heredera legítima del trono mexica.
Los tlaxcaltecas sellaron un pacto de alianza con los españoles y les entregaron como regalo a algunas mujeres de noble linaje, una de ellas fue Tecuelhuetzin, quien después fue bautizada con el nombre de María Luisa Xicoténcatl y entregada como mujer a Pedro de Alvarado.
Tecuichpo, cuando tenía 11 años, fue casada con su tío Cuitláhuac, hermano de su padre, el cual murió unos meses después de viruela. Después fue casada con su primo Cuauhtémoc. “El 13 de agosto de 1521, según fuentes indígenas, Cuauhtémoc se entregó y pidió protección para su esposa y las mujeres de su casa, y para junio de 1526, Hernán Cortés le otorgó a ella y a sus descendientes los beneficios e ingresos del pueblo de Tacuba. Fue evangelizada y bautizada como doña Isabel de Moctezuma”, relata López.
Tecuichpo fue casada cinco veces. La última fue con Juan Cano de Saavedra, con quien procreó cinco hijos: Gonzalo, Pedro, Juan, Isabel y Catalina.
Las mujeres españolas, dice la investigadora Miriam López, llegaron a la Nueva España al término de la conquista militar: “Antes sólo se menciona a María de Estrada como soldado de Cortés. Contamos con datos dispersos de ella, aunque sí existen novelas creadas en torno a este enigmático personaje basándose en los pocos datos y llenando la falta de información con relatos ficticios”.
López explica que las mujeres que participaron en la Conquista no aparecen por la falta de testimonios con “nombre y apellido. Marina, Luisa e Isabel fueron mujeres de origen noble y conocemos parte de su biografía por sus capacidades o por pertenecer a una familia gobernante de primer orden”.
Un segundo factor, dice, es porque a “los cronistas —como hombres de su tiempo— no les era relevante relatar asuntos relacionados con las mujeres. Otro factor es que a los historiadores no les ha interesado indagar el papel de ellas en el curso de la historia. Recientemente académicos iniciaron el estudio de grupos que habían permanecido marginales en los estudios históricos: mujeres, niños y otras minorías”.