Monterrey, NL.—La zonas del Barrio Antiguo y de Santa Lucía, donde se fundó la ciudad de Monterrey, han sido víctimas de la especulación inmobiliaria que ha destruido inmuebles históricos para la construcción de grandes edificios que afecta la vida comunitaria de los barrios y daña de forma irreparable la identidad de la arquitectura norestense.
El agotamiento de reservas territoriales, la intención de aprovechar mejor infraestructura y servicios existentes, pero sobre todo el afán de lucro inmobiliario, se han combinado para que en el Barrio Antiguo y en Santa Lucía —donde nació la ciudad en el 20 de septiembre de 1596—, así como en otras áreas del primer cuadro, proliferen proyectos de desarrollo vertical que pasan por encima de leyes y reglamentos, arrasan con inmuebles históricos y avasallan a comunidades vecinales.
Ante las irregularidades, previamente denunciadas por la delegada del centro INAH- Nuevo León, Martha Ávalos, la funcionaria suspendió el proyecto el 12 de noviembre de 2021 porque asegura que hay viviendas colindantes con valor histórico y artístico que no deben ser alteradas; y porque está en áreas protegidas del Barrio Antiguo y Santa Lucía.
Ávalos lidera una lucha para evitar la destrucción de inmuebles históricos y la identidad de la arquitectura norestense, en una labor que apoya el director de la Instituto, Diego Prieto, con quien participó el 13 de junio en una reunión con el alcalde, Luis Dolando Colosio, en la que acordaron defender el patrimonio histórico, cultural y arquitectónico.
Entre las irregularidades, Ávalos dice que no había dictamen aprobatorio de la Junta de Conservación y Protección del Barrio Antiguo ni dictamen del INAH, pues los desarrolladores ni siquiera ingresaron la documentación correspondiente. En abril un juez ordenó retirar los sellos y el INAH presentó un recurso de revisión.
El reglamento del Barrio Antiguo establece que se tendrá que mantener su arquitectura histórica y norestense: dos niveles, y de acuerdo a las casas históricas más altas, 12.5 metros.
Además se anuncia un nuevo desarrollo; Ático, en Diego de Montemayor y Juan Ignacio Ramón, de 30 pisos, “también es agresivo con la zona, por eso llamamos a que se regule toda esta situación en Santa Lucía y Barrio Antiguo, pero también en el primer cuadro de la ciudad solicitamos respetar los lineamientos del Distrito Purísima-Alameda, y que el Municipio elimine el denominado DOT (Desarrollo Orientado al Transporte), creado por el ex alcalde Fernando Larrazábal hace algunos años, que permite desarrollar a la altura que tú quieras, siempre que estés a 5.8 metros de Ecovía, Metro o de transporte de camiones y si hacen desarrollos mixtos de vivienda, oficinas y comercio, pueden elevar sus niveles de altura con cajones de estacionamiento”, agrega Ávalos.
La delegada del INAH-NL afirma que “hay un gran desorden que está destruyendo áreas patrimoniales, expulsando a vecinos que viven ahí desde hace mucho, está destruyendo formas de convivencia y los barrios. Es posible que haya un repoblamiento, pero no a través de los grandes desarrollos verticales que destruyen calles, infraestructura”.
Historia de construcción fuera de la ley
El 20 de septiembre de 1596, Diego de Montemayor acompañado por 12 familias, según consta en el acta de fundación, denominó al sitio donde se asentaron, junto a los Ojos de Agua de Santa Lucía: “Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey”, como si marcara un destino aspiracional de “grandeza” relacionada con altura, que alcanzarían las modernas generaciones en los siglos posteriores. Según el censo de 1900, en la ciudad de Monterey había 62 mil habitantes, pero con el impulso de las industrias se aceleró su crecimiento y para 1960 ya alcanzaba los 596 mil pobladores. Además, en noviembre de 1959, Monterrey estrenaba su primer rascacielos, el Condominio Acero, que con 22 pisos y 87.5 metros, fue el edificio más elevado de la urbe hasta 1961, cuando fue inaugurado el Edificio Latino, de 100 metros de altura.
Hoy Monterrey es la segunda zona metropolitana más poblada del país con 5.3 millones de habitantes. Las construcciones elevadas que arrancaron en los años 50 se ubican a unos 100 metros, al norte y al sur, del sitio de la fundación de la ciudad.
Ese fue sólo el principio del problema inmobiliario que en 1979 tuvo una etapa decisiva. Durante su campaña por la gubernatura (1979-1985), Alfonso Martínez Domínguez definió a Monterrey como una ciudad “chaparra, sucia y fea”. Ya como gobernador concretó su idea de modernización con la construcción de la “Gran Plaza”, considerada la más grande en el país y octava en el mundo, con 40 hectáreas que se lograron con la demolición de construcciones que albergaban a 283 familias y 310 comercios, entre decenas de edificaciones históricas representativas de la arquitectura norestense anterior al siglo XX o el icónico Cine Elizondo de estilo neo-oriental.
Ciudad de altura
En esa tendencia de buscar lo “grandioso” se desató una fiebre por construir los edificios más altos incluso de Latinoamérica. Aquí hay cuatro de los 10 rascacielos más grandes del país: dos en Monterrey y dos en San Pedro.
En Monterrey está la Torre Obispado, que con 306 metros es el edificio más alto del país y de Latinoamérica; el segundo lugar nacional es Torre Koi, de 280 metros en San Pedro, donde también su ubica Metropolitan Center Torre, de 233 metros y sexto lugar nacional; y en Monterrey está Pabellón M, de 214 metros, octavo edificio más alto del país.
Rocío Garza, vocal de Junta de Protección y Conservación de la Zona Protegida del Barrio Antiguo, en su presentación ante vecinos, dijo que la zona es especial y aunque algunos dicen que está muy lastimada, ella opina que hay que sanearla, preservar su antigüedad, su integridad y su autenticidad.
“Ahí cabe también arquitectura nueva, pero no en sustitución de la existente, que no se confundan, debemos de actualizar, hacer que dure muchos años más”, afirma y agrega: “No podemos tirar todo para que haya una concentración de gente, creo en la nueva arquitectura, pero que no sustituya a la que ha estado aquí permanente y creada de piedra para durar, y que guarda el alma de todos aquellos que han amado Monterrey, que seguimos amado, y seguimos usando esta representación simbólica de nuestra identidad”, afirma Garza.
Martha ávalos
delegada del INAH-NL
“Hay un gran desorden que está destruyendo áreas patrimoniales y expulsando a vecinos que viven ahí desde hace mucho, está destruyendo los barrios”
306 METROS mide la Torre Obispado, que está en Monterrey y es el edificio más alto del país y de AL.
Suscríbete aquí para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, planes para el fin de semana, Qatar 2022 y muchas opciones más.