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¿Qué tanto puede impactar el prejuicio de frivolidad que se le ha cargado a la moda e indumentaria? Puede afectar hasta los derechos humanos, como se pudo ver en el conversatorio “Moda e Indumentaria. Creadores, derechos y performatividad”, que realizó el Seminario de Indumentaria y Moda Mexicana, adscrito al Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Martina Barroeta Zalaquet, Universidad de Chile, habló sobre cómo la vestimenta es un derecho humano que va más allá del aspecto, pues protege el cuerpo, la salud y, por lo tanto, la vida. Además señala que la vestimenta es un requisito imprescindible para participar en muchas sociedades y permite ejercer otros derechos, como la libertad de culto, la libertad de expresión, el derecho a la identidad, por mencionar algunos. “Para poder ejercer derechos necesitamos primero un cuerpo y en segundo lugar poder vestirnos”, dice Barroeta, quien reconoce que estas afirmaciones puedan parecer obvias, pero explica que es importante hacerlas para dimensionar una de las problemáticas que hay en torno a este derecho humano.
“Una vez que el derecho al vestido adecuado ha llegado a formar parte de estos rimbombantes documentos (tratados de derechos humanos) para mejorar la vida de las personas y elevar la dignidad humana, se ha convertido lo que el autor Stephen James ha llamado como un derecho olvidado, sobre el que poco se conoce y teoriza”, dijo Barroeta, quien es egresada de la carrera de derecho y dirige el Centro de Estudios de Moda e Indumentaria en Chile.
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Pero para la abogada, no se trata de una cuestión de olvido, sino una cuestión de prejuicio, o “injusticia epistémica” como ella lo llama, pues no es un derecho tan difundido por varias razones: como la priorización de otros derechos humanos, por el hecho de que está estrechamente relacionado con la apariencia física, temas considerados frívolos “e incluso femeninos”, afirma, y porque países fuera del mundo “angloeuropeo” fueron quienes le dieron mayor preponderancia, como China y países africanos y latinoamericanos.
“El vestido cumple un rol en la existencia y efectividad de las democracias y las posibilita, entre muchos otros elementos, de una forma material”, subraya Barroeta, al explicar la importancia que tiene el derecho humano a la vestimenta. “Si la vivienda y la alimentación es un derecho, no hay razón por la que la vestimenta no pueda ser así” e insistió que reflexionar sobre el derecho a la vestimenta es importante para que las personas sean tratadas como tal, agrega.
Casos de apropiación cultural en la moda
Por su parte, Estibaliz Sienra Iracheta, de la Universidad Técnica de Brandenburgo (Alemania) abordó el tema de los derechos intelectuales y la apropiación cultural, tema que analizó a través de los casos en los que la marca francesa Isabel Marant tomó diseños de comunidades indígenas mexicanas, sin un acuerdo de por medio, en años recientes.
Sienra señala que su análisis la llevó a concluir que ningún caso de apropiación cultural se puede leer con los mismos criterios, pues todos los casos son distintos: “Esto me sugería que este fenómeno representa distintos tipos de realidades para las personas”.
La investigadora, que también estudió en la Universidad Iberoamericana, señaló que los casos de apropiación podrían tener un impacto positivo en algunas áreas. Por ejemplo, luego que la marca Isabel Marant plagiara el diseño de una blusa mixe, las comunidades innovaron con otras formas alrededor de la blusa. Sienra también encuestó a los miembros de la comunidad sobre su sentir ante el plagio y dijo que todos con quienes hablaron se sintieron orgullosos. “Me pareció interesante porque no es hasta que actores externos con capital político empezaron a reclamar la apropiación, que dentro de Tlahuitoltepec la perspectiva cambia y se introduce ya el término de plagio y usurpación”, cuenta. Pese a la polémica, el caso hizo que aumentara la demanda por esas blusas, rescatando el diseño y la tradición artesanal, aunque en cierto punto, encareció el producto.
Otro caso que investigó Sienra es el del Gabán, que también replicó la marca francesa. En este caso, la denuncia del plagio surgió en redes sociales y quienes fabrican esos gabanes son familias en Santa Clara del Cobre, en Michoacán. Esta situación hizo que aumentaran las ventas del gabán, aunque las familias que lo hacen señalaron que está en peligro de desaparecer porque no hay relevo generacional. Para terminar, Estibaliz Sienra Iracheta señala que le llamó la atención la crítica de cómo el Estado medió en las situaciones que investigó: “en los tres casos (que investigué), los participantes me dijeron que en ningún momento se les realizó una consulta”.
El último conversatorio organizado por el SEIMM, que tiene por título Moda y mundo del trabajo: aproximaciones en el tiempo, es el próximo 13 de junio a las 12 horas. La transmisión será en el canal de YouTube del Instituto (@iieunam).