Más Información
Imjuve y agencias de la ONU se reúnen en favor de las juventudes; tratan reclutamiento de jóvenes del crimen organizado
Por contrabando van por extinción de dominio de plaza de Izazaga; IMPI destruirá 90 mil piezas de productos pirata
Boby Singer, un pastor evangélico radicado en la Ciudad de México, aparece asesinado en los Viveros de Coyoacán. Su viuda, Maggie Singer, solicita los servicios del investigador Calvo para descubrir a los responsables de este crimen, una tarea que lleva a este abogado caído en desgracia a descubrir la relación del mercado de la fe con el crimen organizado en la Ciudad de México.
Esta es la historia de La gringa del pastor (Bonilla Artigas Editores, 2020), la primera de novelas de Miguel Esteva Wurts, quien define a esta y su segunda novela Una ciudad más sucia, más gris, más necia dentro del género chilango noir. La segunda de estas historias inicia con el descubrimiento, una mañana, en las calles de Polanco, del cuerpo de Zoe Darwin, una crítica de arte, la más polémica, la más odiada de todo el mercado de arte en el país, quien muere al caer misteriosamente de su departamento, ubicado en un piso 11.
Estas novelas contrastan con lo que conocemos del género negro en la literatura mexicana. Muchas veces los espacios, los ambientes pertenecen a los barrios bajos. Pero en estas historias, los crímenes ocurren en Polanco, en los Viveros de Coyoacán, zonas de clase media de la Ciudad de México que nos hacen pensar que la vida criminal puede estar en todos lados.
“Trato de dar una experiencia, aportar lo que sé, lo que he leído, darle un ángulo distinto desde la clase social de la que provengo, investigar ese espacio que falta por ser investigado”, dice en entrevista Miguel Esteva Wurts (Ciudad de México, 1966), quien luego de trabajar durante 20 años en el negocio de la propiedad industrial explota aquí muchas de sus experiencias en el mundo jurídico y como chilango de vieja cepa.
Los dos temas centrales de estas novelas son los mercados del arte y la fe en el mundo criminal. ¿Por qué estos temas?
Son dos aspectos de la vida diaria de México que no se habían utilizado. El arte lo pesqué por el regalo de una obra de arte que le dieron a un secretario de Hacienda. Sobre el mercado de la fe, me pareció que después de tantos años que ha tenido la Iglesia católica de un monopolio total y absoluto, ahora se enfrente a la invasión -por así decirlo- de nuevas iglesias, nuevos templos. Se me hizo interesante seguir ambos hilos para ver a dónde me llevaban. De ahí resultaron las novelas.
¿En el caso de Boby Singer y Zoe Darwin están basados en personajes de la vida religiosa o el mercado del arte en México?
Para nada. Surgieron de mi imaginación. No hay relación con alguna persona que yo conozca con las características de estos dos personajes. Fueron creciendo. Zoe Darwin, al final del día, me cayó muy bien. No tiene pelos en la lengua. Aunque se mete en problemas sabe que tiene la razón. Es de esos personajes chonudos que dicen lo que sienten y les vale un sorbete el qué dirán. El pastor Singer básicamente es un personaje que vive en una ilusión de que todo mundo debe vivir como él, en una especie de estado religioso iluminado. Cree que así se debe vivir. Es un idealista total. Claro que luego se enfrenta a la realidad, esta realidad se viste de una mexicana que le atrae sobremanera. Él no sabe defenderse de ese instinto sexual. Son personajes que nacieron de cero. Fue muy entretenido irlos viendo desarrollarse, darles una voz. Zoe Darwin habla mucho a través de su blog, es como se comunica con el mundo exterior, es muy sarcástica. Así se desarrolló ese par de personajes.
En este tipo de historias vemos al narco, al político corrupto, pero también a una fauna jurídica pocas veces retratada con tanta fidelidad en las novelas policiacas o noir: jueces, litigantes, cabilderos. ¿Cómo contribuye la presencia de estos personajes en estas historias noir?
Acoplé toda la gama de gente con la que trabajé, en un amplio sentido, porque es lo que viví. Me enfoqué en darle ese aspecto, buscar lo que conocía. Una de las cosas que fui descubriendo es que hay tanto crimen en México que inmediatamente se lo adjudican al narco. Trato de que el narco exista, pero de una manera más velada, más oscura, tras bambalinas. Y que al final del día no necesariamente sean ellos quienes lleven el acto final de los crímenes.
Platícanos un poco más del protagonista, el investigador Calvo.
Calvo trabajaba en un despacho enorme de Santa Fe, de esos despachos acomodados que tienen clientes grandes, trabajaba en el área de propiedad industrial. Escribí sobre un abogado de propiedad industrial porque trabajé en esa área durante más de 20 años en la Ciudad de México y es lo que más conozco. Al momento en que lo corren del despacho su vida laboral no iba más allá de su escritorio. Y desde ahí maneja todo su arsenal. Una vez que se divorcia y sale del despacho le cuesta mucho trabajo reiniciar. Tiene que reinventar su relación con la ciudad, consigo mismo. En el camino va encontrando amigos, socios y gente que le ayuda. Su relación con la Ciudad de México es vital. Antes, mientras se defendía tras su escritorio tenía cierto miedo a la ciudad, que va perdiendo conforme se va compenetrando con ella.
Hay otros personajes que también van moldeando la personalidad del investigador Calvo. Está Rocío, su ex esposa, su ayudante geek, entre otros. ¿Cómo termina siendo la interacción de Calvo con estos personajes?
Calvo sigue enamorado de su ex esposa y esto afecta sus relaciones posteriores con las mujeres que se va encontrando en el camino. El despacho de Calvo está en el piso superior de una tapicería y se hace amigo del hijo del tapicero, que tiene 17 años. Se forma una dependencia un tanto distinta porque depende de él en asuntos digitales. También hay otro personaje, Vikingo, que se vuelve amigo de Calvo. Vikingo es otro de esos entes que vive solo, en un mundo de los 70. Es el dueño de un estudio fotográfico. Se ayudan, se acompañan. Calvo encuentra una amistad que no es común en esta época de su vida. Son las personas que le van ayudando en su camino. También está su padre, el licenciado Arquímedes Calvo, una vieja trucha en el mundo legal, que tiene todos los contactos del planeta y con esa sapiencia que tiene los viejos abogados le ayuda a enfocar las investigaciones.
¿Estas dos obras cómo dialogan con la literatura policiaca y noir en México e Hispanoamérica?
Esa es una página nueva. Trato de dar una experiencia, aportar lo que sé, lo que he leído, darle un ángulo distinto desde la clase social de la que provengo, investigar ese espacio que falta por ser investigado. Trato de que haya una página nueva en el escenario literario noir.