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La compositora Diana Syrse bajó en un mes de las estrellas a la Ciudad de México, regresó al país donde nació para estrenar dos obras sinfónicas que le remiten a sus experiencias y recuerdos juveniles.
Apenas el pasado 23 y 25 de junio estrenó en Bellas Artes "Géante Rouge" (Gigante Roja, 2021) y el sábado 22 y domingo 23 de julio tendrá la premiere mundial de Ciudad de México (2023), comisionada por la Orquesta Sinfónica de Minería (OSM), en la sala Nezahualcóyotl.
Syrse, quien se licenció en la UNAM en composición y canto, define en entrevista su trayectoria musical, desarrollada principalmente en Europa, donde reside.
“Mi música es todo lo que vivo, siento e imagino, una compilación de lo que he vivido y aprendido y de temas que me son importantes, como política, integración, refugiados o feminicidio”, explica.
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De esas preocupaciones surgieron obras como "Asylum" (2015), sobre los refugiados sirios en Alemania, "Marea Roja" (2016), manifiesto musical contra los feminicidios en el mundo y en especial en México.
“Mi música se caracteriza también por tener una cierta dramaturgia musical, algo que va más allá de la música, viene de la voz y del cuerpo, porque estudié canto”, dice.
“Mi música es contemporánea, refleja la realidad y le gusta conectar con vivir y ser con otros seres”.
Residente en París, siente orgullo cuando rara vez ve compositores mexicanos programados en Europa, aunque sostiene que hay “un movimiento muy fuerte y vibrante en la composición en México”, porque muchos colegas paisanos fueron a estudiar a otras partes del mundo y regresaron a enriquecer la cultura con las estéticas que adquirieron. Pero subraya que es necesario escucharlos más en México.
“Siento que hace falta más intercambio, que se programen más compositores y compositoras mexicanas en la ópera, en las orquestas. Me parece muy interesante lo que está pasando con la composición mexicana, pero el país debe reconocer que tiene artistas que se están moviendo y están muy activos”.
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Syrse (1984), quien a veces compone con piano y otras con la voz, lápiz y papel, explica que Ciudad de México es una obra para orquesta sinfónica en la cual incorpora instrumentos prehispánicos, como ocarinas o silbatos de la muerte, ayoyotes o huesos de fraile, igual rines o placas de automóviles.
“Quiero compartir al público una obra que de alguna manera refleje los sonidos, el paisaje sonoro que los chilangos están acostumbrados a escuchar todos los días, pero de manera musical, un poco más abstracta, poética”, explica.
Define la pieza como una colección de sonidos, del tráfico, de los pasos por el asfalto, que presenta en un viaje sonoro por barrios capitalinos que son importantes para ella, en el que también se refleja la identidad que surgió de la mezcla de las músicas española e indígena a partir de su instrumentación.
“Represento a la ciudad como un monstruo de asfalto que se despierta con e Metro como si fueran sus venas. Si Ciudad de México tuviera una voz ¿qué voz sería? Y después voy por fragmentos por ese paisaje sonoro del Centro Histórico, Coyoacán, Viaducto Tlalpan, el parque Xicoténcatl, el mercado de Tepito, hay muchos lugares cuyo sonidos me fascinan e incorporo a la obra”.
—¿Qué le resultó doloroso, sorprendente, grato al inspirarse en Ciudad de México?
—Es una pregunta muy hermosa, me gusta. En lo doloroso, mi madre falleció hace unos meses. Ya tenía la obra bastante avanzada y por el deceso tuve que parar y al continuar traté de no tener ningún límite para hablar de ruidos, de lo muy rítmico, vibrante. Y a lo mejor por esta experiencia personal (siento que fue un reto), pude hacer el final como si fuera un grito de esta ciudad que es parte de mi identidad. Lo más grato es que va a ser interpretada por la OSM, que dirige Carlos Miguel Prieto, con músicos que viven en Ciudad de México y para un público inmerso en este mundo sonoro. Tengo la satisfacción de haberla terminado después de meses de trabajo, de empezar desde un dibujo hasta la partitura, nota por nota, a mano. A pesar del duelo, pude terminarla, es como un nuevo hijo.
—Coincidió con el estreno de Gigante Roja en Bellas Artes. ¿Qué representan ambas en su obra?
—A Giganta Roja y Ciudad de México les tengo muchísimo cariño, tomaron mucho tiempo de realización. Si bien no son poemas sinfónicos, no las considero música programática, están inspiradas en una idea extra musical, vienen de conceptos que me dieron mucho para expresar: una estrella y la ciudad.
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