Así como los habitantes se han reapropiado de las calles de la ciudad después del confinamiento por la pandemia de , el regresa a la Alameda Central luego de tres años de ausencia, para convertirla en una galería pública de arquitectura. “Esta es una fiesta, el lugar común de los que no necesariamente tenemos algo en común. Sufrimos la ciudad, pero el festival abre una ventana para ver una ciudad extraordinaria”, dijo Miquel Adrià, director de Arquine, proyecto arquitectónico que impulsa el Festival.

Bajo el lema de “Habitar al margen”, que es el tema de la XII Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo que acompaña al festival, arquitectos, profesores y estudiantes de arquitectura de universidades nacionales —como la , la Iberoamericana y la Universidad Marista de Mérida— e internacionales —como el Instituto Tecnológico de Massachusetts y la Universidad Politécnica de Cataluña— presentan 13 instalaciones que plantean nuevas formas de vivir el espacio público.

Re-Borde es el título de la propuesta de la Universidad Anáhuac, que pretendía desaparecer la escultura dentro de una de las fuentes de la Alameda a través de un efecto visual que se lograba con la mezcla de 100 varillas de metal y la caída de agua de la fuente. Sin embargo, por impedimento de autoridades por remodelación, no fue posible introducir la estructura y se colocó a un lado. Más allá de la decepción por el imprevisto, la profesora Paola Morales y su equipo de estudiantes fueron testigos de un fenómeno muy propio del espacio público: se han robado algunas varillas de aluminio de la instalación.

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“Esta es la instalación que más interacción ha generado con el público, porque se han ido desapareciendo las varillas, eso es parte de estar aquí”, declaró Andrea Griborio, directora del Festival, durante un recorrido.

La reacción de los habitantes ante estas instalaciones arquitectónicas —objetos ajenos a la ya cotidiana Alameda Central— alientan al juego, pero también intimidan. Algunas personas se atreven a pasear entre ellas, a sentarse —como en Walled Garden, la instalación ganadora de Concurso Arquine No. 24- Pabellón MEXTRÓPOLI 2022— o jugar con ellas, mientras que en otros despierta confusión, miedo, pues algunos evitan los espacios porque dudan si son bienvenidos, pero sobre todo curiosidad: no falta quien se acerque a preguntar qué está sucediendo.

Un ejemplo muy claro de esta mezcla de emociones ocurre en Afluencia programada, una propuesta de la Universidad Iberoamericana que está conformada por figuras inflables gigantes. Desde lejos es posible notar cómo las piezas se han apropiado de un pasillo entero de la Alameda. Mientras el arquitecto Pablo Kobayashi, profesor de esta institución, expone el proyecto, niños corren entre los inflables y sin pena los empujan y manipulan. A su vez, un hombre que carga su mercancía y camina presuroso prefirió evitar por completo la instalación y optó por seguir su camino pero dentro de las jardineras.

“¿Se puede subir a los inflables?”, preguntan en el público. “No. Se pueden mover, pero no aventarlas con fuerza”, responde Kobayashi. El aspecto juguetón vuelve a esta la instalación más tentadora para la travesura: pinchar, aventar, trepar; o incluso al delito, como robar. ¿Es buena idea dejarla a su suerte?

“Cualquier cosa que se someta al espacio público es totalmente incontrolable, ese es el punto. Hay esta invitación a explorarlo. No estamos acostumbrados a esta libertad y por esta razón la gente explota: unos toman distancia y otros pierden el control. Podríamos hablar aquí del desordenamiento del espacio público”, reflexiona el arquitecto.

Dos estructuras movibles de color naranja destacan en medio del verde de los árboles. Estudiantes de arquitectura y transeúntes no dudan en subir sus escaleras, aun sin saber cuál es su función. El diseño realizado por el programa de posgrado de Arquine en la Universidad Politécnica de Cataluña se titula Artefacto y es una especie de observatorio hacia el cielo, una vista que extrañaron sus autoras dentro de la pandemia.

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El Instituto Tecnológico de Massachusetts presentó sus sueños para el futuro: un prototipo de vivienda asequible, porque usan menos del 50% de material que una construcción regular por diseño de bovedillas de cerámicas que se imprimieron en 3D y ecobloques de tepetate, una tierra local que se seca al sol. Esta construcción que representa las aspiraciones de los colaboradores invita a los habitantes a escribir en fichas sus sueños en temas como cultura, educación, medio ambiente, movilidad y seguridad, y colocarlas en el muro de la construcción. De acuerdo a los organizadores, las fichas sobre seguridad y movilidad fueron de las primeras en agotarse.

“Hay mucha alegría de ver cómo la gente usa el espacio público, es de todos y tenemos que llegar a un consenso. Es importante entender que como ciudadanos somos actores directos y la ciudad que nosotros definamos hoy es la que vamos a tener en un futuro inmediato. Un ejercicio como este nos ayuda a tomar consciencia de ese potencial que tenemos como ciudadanos”, concluye el arquitecto Adrià.

Las instalaciones estarán en la Alameda Central hasta el 1 de octubre. Para más información visite https://mextropoli.mx/.

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