Las formas, modos y marcas de la literatura de han dejado huella en los escritores mexicanos como no lo han hecho otros autores. Sobre Borges y su relación con México hay muchas anécdotas rescatables y muchas relaciones de amistad personal y directa, como fue la que sostuvo con Alfonso Reyes; sin embargo, a Rafael Olea Franco lo que realmente le interesaba era revisar la presencia de Borges y ver cuál es la probable influencia sobre cinco escritores muy destacados de nuestra cultura: Juan José Arreola, Juan Rulfo, Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco y Octavio Paz. A la conclusión que llega el académico e investigador de El Colegio de México es que “todavía no estamos en el Después de Borges, sino que Borges sigue teniendo una influencia enorme en los escritores”.

“No podemos asegurar qué sucederá en el futuro, pero por el momento Borges sigue siendo una influencia enorme, no sólo en México, sino en todo el mundo, de tal modo que incluso ya se utiliza un término para describir cierto tipo de literatura: ‘borgesiana’ o ‘borgeana’, e incluso su estilo, tan Borges, se utiliza para marcar literaturas del extranjero, cosa que no sucedía antes con la literatura latinoamericana, y desde fuera, por ejemplo, a Pamuk le han llamado ‘el Borges turco” y a Cărtărescu “el Borges rumano’. Ante eso, quise hacer este libro también para destacar esa importancia general y especifica en su relación con México”, afirma el autor de Borges en México: un permanente diálogo literario, que es publicado por El Colegio de México.

Jorge Luis Borges (1899-1986) visitó México tres veces, en 1973, 1978 y 1981. Durante dos de esas visitas fue fotografiado por Paulina Lavista. Pero antes de visitar México su relación con varios escritores ya se había establecido, de hecho, desde principios de 1920. Rafael Olea Franco documenta que la primer recepción crítica a su obra fue en 1940, cuando lo leyeron en Guadalajara un grupo de escritores, entre los que estaban Juan José Arreola, Juan Rulfo y Antonio Alatorre.

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El escritor y su famosa esposa, María Kodama, en su tercera visita a México, en 1981. Foto: Paulina Lavista
El escritor y su famosa esposa, María Kodama, en su tercera visita a México, en 1981. Foto: Paulina Lavista

Más encuentros que desencuentros

Jorge Luis Borges tejió con México amplios y profundos puentes fincados desde la lengua y la literatura. Con Arreola, la influencia de Borges era de forma. Dice Olea Franco que Arreola sentía que la lectura de Borges le enseñó mucho de la sintaxis de la lengua española, de la forma y el uso de la lengua, “Arreola también era un artesano de la lengua y nota en Borges una sintaxis profunda que él relaciona con la literatura española y naturalmente también con su enorme imaginación”.

En el caso de Rulfo había ciertos tonos que le recordaban a Borges y optó por comparar dos cuentos, uno de cada escritor, y allí evidenciar las influencias. “Encontré en un cuento de Rulfo que claramente había esa marca de Borges sin que Rulfo lo dijera. Se han rescatado recientemente algunos apuntes suyos y uno nota que también hacía reflexiones sobre la literatura, pero no dejó nada, específicamente escrito, sobre Borges, pero encontré esa relación intertextual, como decimos en la academia, y además por el lado de Borges el hecho fundamental de que le dedicó un prólogo a una edición de Rulfo en la biblioteca personal de Borges que estaba pensada para llegar a 100 libros distintos y se quedó en 66, por la muerte de Borges, y ahí le dedicó un breve prólogo extraordinario”.

En José Emilio Pacheco, dice Olea Franco, desde 1951 que publica un folleto con dos cuentos denota una marca borgeana impresionante, incluso desde el título, uno de ellos se llama “La noche del inmortal”, que recuerda al cuento de “El inmortal” de Borges, “y desde ahí para adelante hubo una relación permanente, siempre volvía y volvía a Borges y decía que cada vez que leía quedaba igual de impresionado que la primera vez, que era una influencia que quería dejar atrás y, sin embargo, no podía”.

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Grabación del programa Encuentros, el 1 de diciembre de 1973. En el que entre otros escritores estuvieron Salvador Elizondo, Juan José Arreola y Jorge Luis Borges. Foto: Paulina Lavista
Grabación del programa Encuentros, el 1 de diciembre de 1973. En el que entre otros escritores estuvieron Salvador Elizondo, Juan José Arreola y Jorge Luis Borges. Foto: Paulina Lavista

Al revisar la influencia de Borges en Carlos Fuentes, Olea Franco documenta que el mexicano reconoció siempre que desde joven Borges influyó mucho en dos cuestiones fundamentales: en su vocación de escritor, “Borges lo convenció de que fuera escritor”; y en la lengua, “Borges lo llevó a decidir por su uso de la lengua española y no por el inglés, optó por escribir en español”.

En tanto la relación de Octavio Paz con Borges fue una relación intermitente, de acercamientos y diferencias. “Había una admiración enorme de Octavio Paz por Borges que en algún momento se atenúo cuando hizo sus Obras Completas, en uno de los prólogos ya marca cierta distancia respecto de Borges, sobre todo en las opiniones arbitrarias de Borges respecto de la literatura... Quisiéramos siempre que los grandes escritores tuvieran buenas relaciones entre sí, pero a veces no necesariamente sucede eso”.

Los diálogos entre Borges y los escritores mexicanos continúa, incluso tras la muerte del autor de Ficciones y El Aleph. Tal como aseguraba José Emilio Pacheco, quien decía que, contrario a otros escritores que después de su fallecimiento su prestigio empieza a decaer, con Borges su prestigio empezó a extenderse y a crecer. Y por ello se mantiene vigente e influenciando todavía a escritores contemporáneos de todo el mundo, pero ahora Rafael Olea Franco se centra en los escritores mexicanos.

“Cuando terminé de revisar a cada uno de estos cinco escritores en sus diálogos literarios permanentes con Borges me di cuenta que seguía teniendo una gran fuerza e influencia y entonces empecé a encontrar mucho material, por aquí por allá, y estoy seguro de que los lectores me aportarán más, porque me dirán también: ‘tal escritor tiene influencia’. Pongo ejemplos de muchos escritores, como Alberto Chimal y Guillermo Samperio. Y muchas escritoras mujeres, como Mónica Lavín y Cecilia Eudave, que me permiten decir que sigue muy vivo Borges. El último texto que yo menciono es de 2021, porque ahí entregué el libro”, afirma Olea Franco, también autor de Los dones literarios de Borges, En el reino fantástico de los aparecidos: Roa Bárcena, Fuentes y Pacheco y El otro Borges. El primer Borges, entre varios más.

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Juan José Arreola y Borges, en 1973, la primera vez que estuvo en nuestro país. Foto: Paulina Lavista
Juan José Arreola y Borges, en 1973, la primera vez que estuvo en nuestro país. Foto: Paulina Lavista

Vergüenza nacional

Rafael Olea Franco incluso incluye una reflexión sobre el “seudopoema” titulado “Instantes”, que le atribuyeron a Borges, aquel que dice: “… Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos, iría a más lugares donde nunca he ido, comería más helados y menos habas…”, el cual, asegura —tras una amplia documentación e investigación— no sólo que el poema no es de Borges, sino que fue en México donde se inició la difusión errónea de atribuirle ese poema al célebre autor argentino.

“Sentí que por la difusión era necesario hablar de ese capítulo porque además lo penoso es que México ha tenido esa confusión y esa influencia en la difusión, no es que en otros países se haya producido, es aquí en México donde se produce y esa es una vergüenza nacional”, señala Olea Franco, quien para ese capítulo realiza toda una pesquisa documental para llegar al origen de esa atribución del “seudopoema” a Borges, tras su muerte.

Cita que la revista Plural lo reprodujo en 1989; tres años después de la muerte de Borges, y que luego Elena Poniatowska, quien había entrevistado a Borges durante su visita a México en 1973, al sumar esa entrevista en su libro Todo México, deja entrever que Borges había dicho que sí era suyo. Años después, en 2012, esa entrevista fue retomada por Miguel Capistrán en su libro Borges y México, cuya circulación fue prohibida por la viuda de Borges, María Kodama. “Se le dio mala difusión y llegamos a circunstancias muy, muy tristes”, concluye Rafael Olea Franco, quien reitera que ese poema “chabacano” obviamente no lo escribió Borges.

El argentino, junto a Octavio Paz y Salvador Elizondo, en un programa de poesía, en 1981. Foto: Paulina Lavista
El argentino, junto a Octavio Paz y Salvador Elizondo, en un programa de poesía, en 1981. Foto: Paulina Lavista
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