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El agradecimiento que Andrés Manuel López Obrador dio a los hermanos Bichir, a Dolores Heredia y Laura Esquivel, entre otros personajes del espectáculo y las artes, “está distante de ser un apoyo a la cultura”, dice en entrevista la dramaturga Sabina Berman, y expresa que ella, como otros creadores, esperan un apoyo claro, decidido, por parte del Presidente electo, hacia el sector de la cultura.

Berman recoge la inquietud de algunos creadores por saber qué importancia dará el nuevo mandatario a un proyecto cultural, acerca del cual, por ahora, básicamente se conoce que encabezará Alejandra Frausto, como titular de la secretaría de Cultura.

La columnista y colaboradora de EL UNIVERSAL, quien hace relecturas del país a través de sus Fábulas, habla en entrevista de los dos presidentes de México, del conservadurismo de la clase política, de Alejandra Frausto, del público y de la necesidad de que se escriban nuevas historias, pues “estamos envenenados del mito del fracaso”.

¿Cómo ves la transición después de las elecciones?

Ganó la esperanza en el país, el único proyecto que tenía un horizonte amplio. Es un momento muy benéfico porque la gente está dispuesta, incluso los que no votaron por Morena, están contagiados de que podamos dar soluciones mejores al país. A mí no me ha decepcionado lo que ha pasado; por supuesto hay detalles, fa sostenidos que caen de pronto y digo: “¿Por qué” Pero lo grande va muy bien. Me entusiasma que la que va a ser la secretaria de Gobernación está proponiendo proyectos muy importantes que hemos esperado décadas, como la legalización de la marihuana. Por una especie de conservadurismo de la clase política, que no de los ciudadanos, nunca había sido posible. Puedes hablar del daño de las drogas, pero ninguno es mayor que el de una guerra, de la guerra civil que hemos tenido desde 2006.

Lo mismo, la amnistía. Es una fantasía nefasta pensar que vamos a matar a todos los malos. Hemos vivido en esa fantasía, no hablando de la guerra civil que sucedía en el país. También me gusta lo simbólico que está pasando. Me encanta ver a López Obrador con su maleta en el aeropuerto. Es una pincelada de sobriedad dentro de un país que se acostumbró a que los políticos eran una aristocracia.

¿Cuáles son los fa sostenidos?

El nombramiento de Bartlett. Ni siquiera sé si no es idóneo para la CFE, pero sí me enerva que diga que no hubo un fraude en 1988. Yo estaba en la redacción de Proceso, y me consta que llegaron las personas que se sacaron del edificio de Gobernación para poder hacer el fraude. Entonces, ¿cómo tengo que reinventarme la historia de México? Me da mucha desconfianza que me pidan hacerme mentiras. Creo que la gran transformación que podemos vivir es un cambio hacia la verdad. Me enerva la simulación. Yo no le pido a la política perfección, si le pidiera perfección, mejor la escribo.

¿La política, no la sociedad, entonces, es la conservadora?

Es un caso de esquizofrenia. Esta aristocracia se contaba a sí misma en los restaurantes, en sus salas: “Que México es un país conservador, que estaba más o menos bien, que necesitaba pequeños cambios, que el candidato ganaría por impactos publicitarios”. Ellos y sus publicistas eran los únicos que se estaban contando eso. Afuera había un ánimo totalmente distinto. No me sorprendieron los números. Es más, me sorprendió que Meade tuviera 13%; no conozco ese 13%.

El presidente Enrique Peña Nieto parece que ya se fue y aun faltan cuatro meses...

No, es que está en Miami aprendiendo a jugar golf. Parece que ya se fue del país. Es un enorme fracaso. Hubo un año luminoso, porque hubo un pacto, y después cinco años de nada. Sólo negocios de ellos, de los políticos, de los neoliberales. Yo le deseo al país que mi intuición de dramaturga sea falsa, pero mi intuición me dice que vamos a descubrir océanos de corrupción. El cambio hacia la verdad requiere que se resuelvan los casos de Tlatlaya, la desaparición de los 43, San Fernando...

Es el método del PRI: “Digamos que no existen. Los 43 ya pasaron: Supéralo”. México tiene un problema con la verdad. Octavio Paz, en el libro que más famosamente captura la identidad mexicana (El laberinto de la soledad), dice que el mexicano miente, que usa máscaras, de ahí que cada mexicano vive en una absoluta soledad. Yo creo que México ha cambiado y que la necesidad de decir la verdad es muy grande. Nos hemos politizado. Nos merecemos un gobierno que nos hable con la verdad. La vinculación a través de la verdad es muy poderosa, la tiene ahora López Obrador. Y es muy frágil. Estamos acostumbrados a que nos mientan los políticos y los políticos están acostumbrados a mentirnos. Regresar a un país, a la sensación de que existe una verdad que ata al pueblo con su gobierno, es incalculable el valor de eso.

¿Cuáles son los retos en materia cultural?

Creo que necesitamos un nuevo proyecto de cultura. Entrevisté a Alejandra Frausto, me habló de su proyecto, inspirado en el de Vasconcelos de los años 20 del siglo pasado. Es distribuir la cultura por todo el territorio nacional, incluso en esos rincones donde nunca llega. Puesto así, es un gran proyecto. Deseo que encuentre los medios y los métodos para lograrlo.

Los creadores, yo misma, estamos ávidos de participar en la distribución de la cultura ampliamente.

Ahora, existen peligros, como que sea una intención poco vigorosa. Para cumplir algo así de grande tiene que haber un gran vigor detrás de la intención. Vasconcelos contaba con el apoyo total del presidente Obregón. Es más, vaciaron el presupuesto del Ejército, dentro del presupuesto de educación y cultura. Y veo otro peligro: la pauperización de la cultura. Que una joven actriz vaya a un comunidad con un monólogo de Dario Fo, y la pongan debajo de una carpa con un micrófono... ¿eso es teatro? No es justo. Es darle gato por liebre a la gente. Tienes que mandarle teatro del siglo XXI; altos niveles de vocabulario, emociones y expresiones.

¿Cuáles son las necesidades más urgentes que ve para el sector de la Cultura?

Hay datos objetivos. El problema es que sólo 10% de los mexicanos accede a las artes. Hay muy buenas escuelas de arte; hay becas y apoyos, me gustaría que hubiera más para los jóvenes. Pero el problema es el cuello de botella que se forma entre los que hacemos arte y la salida al público.

¿Depende del presupuesto?

Sabes que no. Esta costumbre priísta de pensar que todo se arregla con subsidios, no. Hay varias generaciones de artistas malacostumbrados a la idea de que todo se soluciona con dinero, claro que no.

Se creó la Secretaría de Cultura este sexenio, ¿qué pasó?

No pasó. En defensa de Maraki (María Cristina García Cepeda, secretaria de Cultura), recibió el barco cuando tenía poco tiempo. Mi observación es que tampoco tenía el apoyo de un gobierno, el entusiasmo por la cultura. Necesitas una clase política que esté entusiasmada, que entienda para qué sirve la cultura a un país. Nada más remoto que lo que nos ha sucedido con los neoliberales.

Nuevos discursos.

Para Sabina Berman es muy minoritario el arte que esté reflejando a la sociedad del siglo XXI: “Vivimos en la Ciudad de México, una de las sociedades más abiertas del mundo donde la diversidad y el feminismo están aceptadas por la mayoría de los ciudadanos, ¿dónde está el arte que refleja eso? Estamos muy envenenados por el mito del fracaso; el público está harto del mito del fracaso. Es momento de cambiar las historias de nuestro relato artístico. Es una tendencia en Latinoamérica confundir que los relatos de nosotros tienen que ser ideológicos, políticos”.

Acerca de lo que viene para Alejandra Frausto, asegura: “Alejandra tiene que poner las frases claves del relato. Los propósitos inamo-vibles. Le toca a ella hacer esas eleccion es de ruta, y elegir al equipo que será fiel a esas elecciones. En cultura he recibido mucha comunicación de mis compañeros creadores que están preocupados por la relevancia que Andrés Manuel López Obrador le dé al proyecto de cultural. No están convencidos de que le importe. Y le están pidiendo que lo declare. Lo más a que ha llegado López Obrador es a decir que le agradece mucho su apoyo a los Bichires, a Lola Heredia, y Laura Esquivel, a Ana de la Reguera… eso está distante de ser un apoyo a la cultura”.

¿Te inquieta?

Me inquieta, sí… me intriga. Me inquieta en el sentido de que no sé qué tan importante es el proyecto de cultura para López Obrador y desearía que se diera cuenta de que es imprescindible. Para un cambio cultural como el que él tiene contemplado en el país tiene que estar acompañado de expresiones artísticas distribuidas por todo el territorio. Los cambios culturales exitosos son los que llegan acompañados de una gran expresividad artística, crean imágenes en la gente, como sellos en la conciencia. Lo vivimos ya con Vasconcelos. ¿Qué sería de la Revolución Mexicana de Vasconcelos sin los murales, sin las danzas épicas que se hicieron, sin la música expresionista que se inventó en ese momento, sin la gran literatura?

La revolución cultural de Vasconcelos no hubiera sido lo que fue sin el apoyo de Obregón. Necesitamos una revolución de la cultura, aunado con una revolución política.

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