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antonio.diaz@clabsa.com.mx
Canal Once y Canal 22, medios públicos operados por el gobierno, comenzaron a transmitir nuevas producciones, entre ellas John y Sabina, con John Ackerman y Sabina Berman; La maroma estelar, conducido por Hernán Gómez y Carlos Ballarta; Me canso ganso, con Fernando Rivera Calderón; y El Chamuco TV, con los caricaturistas Antonio Helguera, José Hernández, Rafael Pineda Rapé, Rafael Barajas El Fisgón y Patricio Ortiz.
EL UNIVERSAL convocó a Raúl Trejo Delarbre, catedrático de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales e investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM; y a Manuel Alejandro Guerrero, miembro del Consejo de Administración ORBICOM, Red Mundial de Cátedras UNESCO en Comunicación, quienes analizan estos programas.
Misiones y Visiones. En su página de Internet, Canal Once informa que su misión consiste en “generar, obtener y transmitir contenidos audiovisuales culturales, universales e innovadores, que reflejen la diversidad social y fomenten la construcción de ciudadanía”; mientras que su visión está descrita como “ser el medio de comunicación público con mayor credibilidad en México y referente en la generación de contenidos audiovisuales de habla hispana”.
Canal 22 señala que será una televisora que “produce y difunde, mediante la tecnología a su alcance, las manifestaciones artísticas y culturales del país y del mundo. Contribuye al aprecio por las artes y el conocimiento, y promueve la diversidad y los valores de la convivencia democrática”, y su visión es “producir y difundir contenidos audiovisuales del más alto nivel para México y el mundo, mediante las plataformas tecnológicas de vanguardia”.
Raul Trejo señala que ninguno de los dos canales cumple con sus misiones y visiones, pues “es deseable que los medios públicos busquen ser diferentes a los de carácter comercial, cuando un medio público se limita a repetir personajes, formatos o tipos de programas que ya son conocidos en los comerciales, no está cumpliendo con una de sus funciones, que es la innovación”.
Indica que Canal Once y Canal 22 tienen financiamiento público y su “existencia se justifica sólo si ofrecen algo diferente a los de carácter comercial, para ello tienen que buscar dos virtudes: la diversidad y la calidad. No encuentro que haya ni la búsqueda ni el cumplimiento de esos criterios”.
John y Sabina y La maroma estelar “no reúnen el requisito de la pluralidad, son opiniones desde un punto de vista faccioso, de quien asume un compromiso político. Los conductores se han distinguido por tener puntos de vista parciales”.
Trejo Delarbre dice que ha escuchado comentarios a favor de los programas bajo el argumento que también hay otros con puntos de vista que van contra la nueva administración, pero “es de lo más equivocado hacer parcelas dentro de los medios públicos, como si a la sociedad le sirviera tener la hora destinada a los fanáticos de Morena o a los nostálgicos del PRI, lo que un medio público debe hacer es reunir en un mismo espacio la confrontación y discusión de ideas”.
Los programas del Once y del 22 se han caracterizado por incluir parodias de personajes públicos, algo con lo que Raúl Trejo está en contra:
A favor. Manuel Alejandro Guerrero, catedrático de la Universidad Iberoamericana, difiere: “Hay quienes creen que no deberían de hacerse estos programas con recursos públicos, me parece un argumento poco sólido, está bien que entren nuevas voces, serán los espectadores quienes decidirán si el programa vale la pena o no. Las parodias son válidas cuando se hacen hacia gente que detenta el poder político, económico o simbólico”.
Señala que en Canal Once y Canal 22 también se transmiten programas “de otros comentaristas y analistas cargados hacia otras preferencias políticas”, como los de Macario Schettino y Ezra Shabot.
“Habría que preguntarse si en los gobiernos de Felipe Calderón o Enrique Peña Nieto algunos programas partían de consideraciones liberales o conservadoras. También había afinidad ideológica y nadie se rasgaba las vestiduras. En este caso, lo que estaría muy mal es que no fueran críticos con el gobierno”, dice Guerrero, quien agrega que debería haber pluralidad en los invitados porque están en televisión pública, “están obligados a la imparcialidad, esperaríamos que sus invitados fueran tanto del gobierno como de otras corrientes políticas”.
Defensoría de audiencias. Felipe López es defensor de la Audiencia de Canal Once. Asegura que desde mayo ha recibido 11 reportes: siete están relacionados con La maroma estelar y John y Sabina, “cinco que cuestionan el sentido del humor sobre todo de La maroma; dos que felicitan al Canal por romper los moldes tradicionales de la TV cultural”.
“(Mis actividades consisten) en generar alguna recomendación. No hay ninguna actividad de carácter administrativo o legal que me permita cancelar algún programa. De lo que he visto, no ha habido ninguna circunstancia en la que se hayan vulnerado los derechos de las audiencias. No estamos acostumbrados a ver en la televisión de carácter pública este tipo de programas, pero no quiere decir que sean agresivos”, sostiene.
El defensor de la audiencia además considera el Código de Ética, pero “no se ha violentado. Los programas seguirán a menos que se vulnere algún principio de la Ley de Telecomunicaciones o el Código de Ética. Ninguna normativa del canal establece que no se puedan hacer parodias”.