Las del teatro y de la danza buscan romper con el estereotipo histórico que se le ha dado a las madres, ese en el que se les mandata presencia y cuidado, en el que acompañan o abandonan, forman o trauman, son buenas o malas. Ellas son las madres desobedientes de la escena y buscan abrir un diáologo sobre la maternidad en el siglo XXI.

En el marco del Día de las Madres conversamos con cinco mujeres del teatro y la danza que han hecho proyectos escénicos sobre las maternidades que están fuera de los márgenes históricos: mujeres que han dejado a sus hijos para emprender una lucha social, las que han tomado las palas para buscar a sus hijos, las que salen a trabajar y las que se cuestionan su identidad y su rol en la sociedad.

Maternidades en rebeldía llegan a los escenarios
Maternidades en rebeldía llegan a los escenarios

“Cuando tuve a mi hijo muchas cosas cambiaron, empecé a hacer muchos proyectos y lo llevaba a todos lados. Conforme fue creciendo, las exigencias y los espacios que yo necesitaba se fueron complicando. En este contexto nace Verbo Delta e hicimos nuestro primer proyecto llamado Manual de Desuso en el que cuestionamos lo que es ser mujer. Hicimos alrededor de 300 cuestionarios a mujeres desde adolescentes hasta mujeres de 80 años y nos encontramos con que desde que somos niñas nos ponen a jugar a ser mamá”, cuenta Goded, quien desarrolla su trabajo artístico en Verbo Delta, de la cual es directora desde el año 2015.

Y agrega: “En la Liga Mexicana de Mujeres de Teatro platicamos mucho sobre cómo romper con la idea escénica de la madre que cumple con su función. El teatro es espejo de su sociedad y tenemos que estar haciéndonos estas preguntas en la escena. Nosotras estamos abriendo esos diálogos, queremos provocar la discusión y queremos colaborar”.

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Las otras maternidades

Maternidades en rebeldía llegan a los escenarios
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“La compañía Malamadre surge con el objetivo de crear materiales que nos interpelen y que nos representen. La primera obra que hicimos fue Un gavilán para violeta y ahora presentamos La compañera, que aborda la vida de Cecilia Magni, una guerrillera chilena que decide dejar a su hija de 2 años de edad para seguir con la lucha en la clandestinidad. Su historia nos hace repensarnos como madres, pero también es para repensar a la sociedad contemporánea”, dice.

Si bien en esta obra no hay una intención de desmitificar a la madre, Agorreca considera que es importante dejar de pensar en las madres como algo bonito y tierno. “Hace falta decir que la maternidad es una tarea agridulce y que las mujeres tienen deseos que están fuera de la maternidad y que tienen que ver con el sentir y pensar individual. La renuncia del poder y del privilegio es clave para poder promover y practicar la igualdad. Pero la obra también plantea qué tipo de maternidad ejecermos aunque no estemos presentes. A las madres se les mandata estar presentes todo el tiempo y otras formas de estar, debemos empezar a pensarlas y a elegirlas”, cuenta.

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Así, el nombre de la compañía Malamadre desafía y habla de una desobediencia al mandato, a la forma de ejercer la vida y la maternidad que han impuesto a las mujeres y que son una carga pesada.

Maternidades en rebeldía llegan a los escenarios
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“Son muchas las que están apropiándose de espacios que históricamente eran para los hombres como la dirección escénica. Es decir, si bien es posible que la maternidad no es uno de los grandes temas del teatro, las mujeres que son madres y están ocupando esos espacios, proponen su visión del arte desde su rol materno. Formar parte de Malamadre es un acto político, yo me he sentido culpable porque trabajo, pero reivindicar mi espacio es también educar”.

En La compañera, cuenta, se plantea el abandono de la madre, pero no existe un juicio hacia su decisión. “La hija construye un lugar de perdón para ella y para su madre. El padre puede abandonar, pero la madre no, y los hijos están convencidos de ese mandato universal. Hay una exhortación a la memoria, a recordar a Cecilia, pero también a todas las mujeres que pasaron por dictaduras y sistemas opresores, hay una deuda generacional con ellas. Las sociedades se han construido con las mujeres y muchas de ellas son madres. En mi caso, mi madre fue presa política durante la dictadura de Pinochet, yo la visité en la cárcel. En México, por ejemplo, nos resuenan aquellas mujeres que han escarbado la tierra con sus propias uñas y hacerlo no fue su decisión”.

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“No he visto el lado oscuro de la maternidad en el teatro, esa parte que podría ser incomprendida por la mayoría. La depresión postparto, lo difícil que es ser madre son temas que pueden conectar con otras mujeres, pero también puede normalizar una realidad que ahí está, que tal vez no se discute pero existe. Otras generaciones vivían la maternidad como en un clan, pero las distancias y el dejar nuestros lugares de origen cambió eso para muchas”.

Esquivel, además, coincide con Javiera Núñez: “Las mujeres ya estamos dirigiendo, estamos escribiendo, y eso empieza a marcar otro rumbo para el teatro. Hay una visión muy masculina, pero poco a poco estaremos hablando de temas femeninos, con personajes femeninos ya no somos sólo de relleno”.

Maternidades en rebeldía llegan a los escenarios
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“Al final se presentan fotografías de cómo quedaron las recámaras de las desaparecidas, están vacías, son espacios que no se volvieron a tocar. Hablar de estos temas es también hablar del ser mujer”, dice.

El dato

Maternidades en rebeldía llegan a los escenarios
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Frases

“Hace falta decir que ser madre es una tarea agridulce y que las mujeres tienen deseos que están fuera de la maternidad y son personales”. Laura Agorreca. Actriz y dramaturga. 

“No he visto el lado oscuro de la maternidad en el teatro, esa parte que podría ser incomprendida por la mayoría”. Tsayamhall Esquivel. Actriz y directora de escena.