La antropóloga (1947), la escritora (1955), la actriz (1982) y la productora Jimena Saltiel (1983), cuatro mujeres de tres generaciones diferentes de intelectuales y artistas feministas reflexionan sobre el cambio de paradigmas que atraviesa la maternidad en el presente, su propia experiencia como madres y la forma en que la crianza se compagina con sus carreras profesionales.

Para Lamas, candidata al Premio Nobel de la Paz en 2005, “algunas integrantes muy jóvenes de la nueva ola del feminismo dicen que no quieren tener hijos. Pero creo que en la mayoría de ellas ese discurso no está sustentado por un cambio de paradigma. El cambio de paradigma existe en un campo de reflexión teórico y consiste en desmitificar la maternidad como la realización de la mujer. Muchas de las mujeres que ahora inundan las calles en las marchas rechazan la idea de tener hijos porque hay grupos muy separatistas, grupos contra los hombres, y en ese punto se mezclan muchas cosas más allá de un cambio de paradigma sobre la conceptualización de la maternidad”.

Mientras que Lavín recuerda que experimentó su maternidad en la década del 80 cuando los roles eran diferentes a cómo se conciben ahora en ciertos grupos. “En esa época pensábamos que podíamos con todo: ser madres, profesionistas, parejas. Ahora me doy cuenta de que algo no estaba bien en el sentido de que la maternidad, la gestación, la posterior crianza depende del nutrimento que tu cuerpo va a dar. La lactancia hace que los roles tengan que ser distintos, es un rol extra y mi generación se lo echó a cuestas sin chistar. Pensábamos, malamente, que podíamos con todo”, dice.

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En algún momento, percibe Saltiel, el feminismo equiparó la maternidad con una especie de sometimiento de la mujer. “La liberación femenina era no ser lo que la sociedad te pedía, incluyendo ser madre. La mujer realmente libre era la que tal vez se podía deslindar del matrimonio y la maternidad”.

Lamas recuerda algunos de los objetivos que tenían en los 70: “‘Maternidad voluntaria’ era el lema con el cual las feministas luchábamos en esa época. La maternidad voluntaria buscaba cuatro cosas: educación sexual para saber cómo una mujer queda embarazada; anticonceptivos baratos y seguros, sin efectos secundarios; aborto libre y gratuito como un servicio de salud y el rechazo a la esterilización sin consentimiento de las mujeres (una práctica común en comunidades indígenas y rurales en los 70; cuando llegaba una mujer pobre o de ascendencia indígena a su cuarto o quinto embarazo, los doctores le ligaban las trompas sin avisarle)”.

El deseo de maternidad, dice la autora de Acoso. ¿Denuncia legítima o victimización? puede ser muy fuerte, pero hay mujeres que en lugar de tenerlo, cumplen un mandato social o los deseos de su marido o compañero. “Para mí, la maternidad tiene que nacer del deseo de tener un hijo, no de una obligación para continuar un linaje o el apellido familiar. Existe un mandato de la feminidad que es hegemónico: el destino de la mujer es ser madre, lo cual se entreteje con la cultura judeocristiana, la imagen de la madre de Dios. Hay que ser madre, pero hay que ser virgen, ése es el mandato hegemónico. Pero hay otras visiones, un paradigma nuevo que plantea que procrear a un ser humano es un placer y una responsabilidad ante la que se debe contar con más infraestructura y otro tipo de sociedad para que no se convierta en una tarea que sólo recaiga en la madre”.

Para Lavín, madre de dos hijas de 33 y 36 años, cada vez es más frecuente ver a mujeres que deciden no ser madres. “También veo que la maternidad ya se aborda como un proyecto personal que no implica a dos. El feminismo es una postura individual, inserta en un reclamo generacional. Mi generación también era feminista, pero no nos nombrábamos excluyendo a los hombres; al menos no en el pedazo de mundo en el que yo viví”.

En el presente hay un cambio de 180 grados, precisa Saltiel: la imagen de la madre sometida ya caducó: “Ahora, las maternidades tienen que vivirse en plenitud, es una especie de derecho a la maternidad. Las mujeres debemos tener todos los apoyos y las facilidades sociales, gubernamentales, laborales, familiares para ejercer nuestra maternidad en libertad y que justo la maternidad no merme ninguna otra área de desarrollo de la mujer. La maternidad ya no está denigrada como una perdida para la mujer, la maternidad ya no es vista como una obligatoriedad social”.

Aunque también señala que hay otros círculos donde las maternidades están secuestradas, “mujeres cuyas carreras se ven estancadas por ser madre o viceversa: la crianza de los hijos se ve suspendida para que la mujer se desarrolle profesionalmente”.

Palabras que se complementan con el análisis de Lamas: “El movimiento feminista no es homogéneo. La crítica del movimiento es que no es válido procrear seres humanos a costa de la autonomía y la libertad de las mujeres. Una de las soluciones que se proponen es hacer del cuidado de los seres humanos, desde que nacen y hasta que puedan ser independientes, una responsabilidad social. Algunos grupos del movimiento feminista cuestionan que las mujeres carguen solas con todo el trabajo del cuidado y la crianza; debería tratarse de un trabajo compartido no sólo con los hombres, sino con personas que han decidido no tener hijos, pero que van a envejecer y necesitarán que haya nuevas generaciones que los ayuden. También es una responsabilidad del Estado, que tiene que dar servicios de cuidado colectivo: guarderías de calidad, horarios escolares completos. La maternidad puede ser una experiencia muy gratificante, pero requiere de apoyos sociales. Hay muchas demandas alrededor de la maternidad de las cuales el Estado, en este momento, no se está haciendo cargo. Debido a que las condiciones no son favorables, muchas mujeres deciden no tener hijos”.

Hay una frase antigua y popular que recuerda Saltiel: se necesita un pueblo, toda una comunidad, para criar a un niño o una niña. “Esta frase debería permear tanto en lo político como en lo personal. No se refiere a quién cuida al niño o a la niña hoy. Toda la sociedad incide en cómo una madre o un padre ejercen sus roles y en cómo un niño o una niña viven su crianza”.

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Para Aura, actriz que debutó en Y tu mamá también, de Alfonso Cuarón , la crianza va más allá de discursos, aleccionamientos o metáforas. “Yo vengo de un hogar muy feminista y creo que si a los niños se les enseña, a través del ejemplo, cuando observen alrededor no van a tolerar que una mujer haga más trabajo o que tenga turnos dobles entre la casa y la oficina. Las mujeres también debemos observar alrededor y no pensar sólo en el provecho personal”, dice.

Sobre los caminos para compaginar el oficio y la maternidad, Mónica Lavín, ganadora del Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen en 1996, cuenta que muchas de las escritoras que admira de otra época no tuvieron hijos. “Fue el caso de narradoras como Virginia Woolf, Flannery O´Connor o las hermanas Brontë. Siempre me pregunto lo complicado que es compaginar la maternidad con un desempeño laboral que te procure ingresos y además con un proyecto de escritura. Como mujer, hay que encontrar un punto de equilibrio todo el tiempo”. Y recuerda a su madre, quien quería ser pintora, proyecto que no concretó porque “su generación no tuvo la oportunidad de negociar. Si me coloco entre mi madre y mis hijas, creo que mi generación fue una especie de bisagra”.

Aura, madre de un niño de 9 años y una niña de 4, concluye que “todas batallamos por sacar adelante nuestra carrera y no descuidar a nuestra familia. Es algo que observo en todas mis amigas que llevan una carrera profesional. No queremos quitarles tiempo a nuestros hijos y no queremos descuidar nuestra carrera”.

Maternidad y feminismo sí conviven en la actualidad
Maternidad y feminismo sí conviven en la actualidad

La escritora Mónica Lavín junto a sus dos hijas.

Marta Lamas
Antropóloga

“La maternidad puede ser una experiencia muy gratificante, pero requiere de apoyos sociales. Hay muchas demandas alrededor de la maternidad de las cuales el Estado, hoy, no se hace cargo”

Mónica Lavín
Escritora

“La maternidad ya se aborda como un proyecto personal que no implica a dos. El feminismo es una postura individual, inserta en un reclamo generacional”

 María Aura
Actriz

“Todas batallamos por sacar adelante nuestra carrera y no descuidar a la familia. No queremos quitarles tiempo a nuestros hijos y no queremos descuidar nuestra carrera”

Jimena Saltiel
Productora

“Las mujeres debemos tener todos los apoyos y las facilidades sociales, gubernamentales, laborales, familiares para ejercer la maternidad en libertad y que no merme otra área de desarrollo”