“Al ver las propuestas del proyecto ‘ Bosque de Chapultepec. Naturaleza y Cultura ’ creo que es importante la integración de las cuatro secciones; sin embargo, todo lleva a la infraestructura gris: puentes elevados, puentes a desnivel... Yo preferiría, en lugar de invertir en infraestructura gris, invertir en la esencia del bosque que es la arquitectura vegetal”, opina Saúl Alcántara Onofre , coordinador del posgrado en Diseño, Planificación y Conservación de Paisajes y Jardines, en la UAM Azcapotzalco .
Saúl Alcántara, arquitecto paisajista, doctor en diseño y restaurador de bienes culturales, cuestiona el enfoque del proyecto que impulsan la Secretaría de Cultura Federal y el gobierno de la Ciudad de México . Alerta que lo urgente para Chapultepec es recuperar la salud de los árboles, algunos de los cuales tienen más de 400 años, y son seres que forman parte de esa suma de historias que representa Chapultepec: “No deben seguir haciendo propuestas de una arquitectura contemporánea alejada de la memoria histórica, cultural y vegetal”.
El arquitecto lanza una serie de preguntas cuyas respuestas, dice, no están en el documento presentado: ¿Cuál es el proyecto de recuperación y puesta en valor de la vegetación histórica?; si Chapultepec está conformado por capas de historia –teotihuacanos, aztecas, virreyes, segundo imperio y el porfiriato-- ¿qué mensaje –se pregunta-- va a dar la intervención contemporánea de Gabriel Orozco ?, ¿cómo van a regenerar los suelos?, ¿por qué no invertir esos recursos en salvar los ahuehuetes centenarios del bosque?, ¿qué pasará con los vendedores ambulantes?, ¿por qué no está incorporada la opinión de la sociedad?
Saúl Alcántara habló con EL UNIVERSAL en el marco de la serie de entrevistas “Conversaciones sobre Chapultepec”, donde especialistas en diversas disciplinas analizan el proyecto que encabeza el artista Gabriel Orozco.
“La falta de proyecto adecuado de la arquitectura vegetal de Chapultepec puede hacer de ésta una oportunidad perdida”, alerta Alcántara y añade: “Puede ser un proyecto incompatible con la conservación de los caracteres histórico, ambiental y de la arquitectura del sitio. Las arquitecturas vegetales son obras abiertas, son irreproducibles; hay que conservarlas… Lo que están planteando es infraestructura gris, pero los árboles son entes vivos, y para los pueblos prehispánicos eran sagrados”.
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El arquitecto ofrece un panorama de la situación de los árboles que en las tres primeras secciones del bosque suman 158 mil 50: “La Segunda Sección tiene 17 mil 500 árboles; la Tercera, 85 mil 550, la gran mayoría (en estas dos secciones) son eucaliptos y truenos que son árboles invasivos, que no dejan crecer nada, los eucaliptos consumen al día alrededor de 25 litros de agua, y destruyen los mantos friáticos; el suelo ahí es prácticamente estéril. ¿Qué van a hacer con esos cientos de miles de eucaliptos, truenos y casuarinas?”
Cuenta que en el siglo XIX, Maximiliano indicaba que había 300 ahuehuetes en el bosque, pero que hoy no contabiliza más de 60; y varios están muriendo. Por ejemplo, en agosto del año pasado murió uno: “Lo dejaron a la deriva, y ¿qué hicieron con ese árbol? Unas banquitas, una mesita para ajedrez. Y para ese momento ya estaba en marcha el magno proyecto de ‘Bosque Chapultepec Naturaleza Cultura’.”
Y hay otros casos complejos: “En la Primera Sección, en la ladera norponiente, hay un ahuehuete grafiteado y con concreto. Es una pena que monumentos vivos de cerca de 500 años estén agonizando. Creo que es más barato recuperarlos, darles 100 años más de vida, que privilegiar la arquitectura gris”.
Saúl Alcántara, integrante del Seminario de Cultura Mexicana, se pregunta por otra parte ¿qué se va a hacer con las 137 hectáreas de barrancas de la Tercera Sección, en las que hay descargas de aguas negras e invasiones. “No he visto en el proyecto planos donde se zonifique qué se va a hacer ahí. ¿Cómo van a regenerar los suelos? Van a ir a sacar tierra del Desierto de Los Leones? Es tardadísimo regenerarlos; el suelo se regenera un centímetro cada cien años. Hay que tumbar los eucaliptos, poner acacias que producen mucho nitrógeno, después poner encinos, pinos. No veo las respuestas a esto en el material que presentaron. Si hay 10 mil millones de pesos, significa que se puede hacer mucho para salvar el Bosque. Sin embargo, cuando se trata de recuperar arquitectura vegetal no va a haber el relumbrón de la inauguración. Los puentes se pueden hacer en cualquier momento, antes de que termine el sexenio; los árboles necesitan una intervención urgente”.
Patrimonio y paisaje
En el 2000, el Bosque de Chapultepec se propuso en la lista indicativa del país como Patrimonio Mundial; Saúl Alcántara fue uno de los especialistas que hizo el expediente. De ahí entonces, insiste, un proyecto como éste debió enfatizar los valores universales del sitio y trabajar alrededor de su autenticidad e integridad.
Y no es el único contexto a tomar en cuenta, Saúl Alcántara cita también la Carta del Paisaje de las Américas, de la Federación Internacional de Arquitectos Paisajistas, que firmaron los países del continente en su reunión de 2018, celebrada en esta ciudad. Por eso llama a Gabriel Orozco y a su equipo a tomar esta carta como guía porque es un instrumento orientador para la conservación, planificación, diseño y gestión del diseño del paisaje en el continente.
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“Chapultepec es como un códice que uno va leyendo, tiene lagunas, pero se entiende el mensaje desde sus orígenes hasta hoy en día. Yo no he visto en el proyecto nada que hable de recuperar el patrimonio de visuales consagradas por la memoria histórica. Esta intervención contemporánea ¿qué mensaje va a dar? Los paisajes son muy frágiles como elementos de cultura y patrimonio no renovable. La Carta del Paisaje de las Américas dice que se pueden proponer proyectos que consideren la estética y la sustentabilidad de los lugares, alejándose del concepto de tabula rasa y de la museificación de los lugares, para mantener un compromiso con los paisajes preexistentes.
“En el bosque es fundamental recuperar la memoria, hacer el inventario de cada una de sus especies. Pero no veo eso en el proyecto; sí veo renders maravillosos del arquitecto Benjamín Romano; pero, para mí, es más apremiante la salud de los árboles monumentales de Chapultepec: ¿cuántos son?, ¿dónde están?, ¿qué hay que hacerles? La inversión de una carpeta asfáltica es más cara que recuperar ahuehuetes, hay que inyectarles agua, ponerles prótesis, hacerles podas de saneamiento, quitarles los grafitis, abrirles los cajetes. Yo se lo plantee a Alejandra Frausto, hay que recuperar los ahuehuetes y hacer una ruta de los ahuehuetes centenarios de Chapultepec.”
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Saúl Alcántara concluye: “El valor que tiene Chapultepec es universal, con autenticidad e integridad, y no veo eso en el documento. Hay en el proyecto una carencia, desde el punto de vista del patrimonio vegetal, entendido como un aspecto espiritual. Los árboles no son adorno urbano, como lo dice Gabriel Orozco, que los describe como ‘funcionales u ornamentales’.”