En el marco de su 65 aniversario, el Museo Frida Kahlo - Casa Azul lleva a cabo el ciclo de conferencias “Pinceladas de Frida”, en el que especialistas hablan sobre pinturas de Kahlo que se encuentran fuera del acervo de la Casa Azul.
Ayer fue el turno de “Diego y yo” obra que realizó Kahlo en 1949 y generó titulares en todo el mundo en 2021 por romper el récord de subasta de la obra de arte latinoamericano más costosa. El autorretrato fue comprado por 34.9 millones de dólares por el empresario de bienes raíces y coleccionista argentino Eduardo Constantini, fundador del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA). La obra de arte se exhibe actualmente en ese mismo recinto, en la exposición “Tercer Ojo”.
Junto al precio, la casa de subastas Sotheby’s y en medios de comunicación se promocionó En el cuadro donde se ve a Kahlo siendo ahorcada por su propio cabello, llorando y con el rostro de Diego Rivera como si fuera su tercer ojo. Durante y después de la subasta, la obra se difundió con la historia de que el cuadro fue pintado por la misma época en la que Rivera se enamoró de la actriz María Félix y que la pintura dejaba ver el sufrimiento por el que atravesaba Kahlo, quien tenía el corazón roto. Sin embargo, el MALBA apuesta por otra lectura que va más allá de esta visión de que Kahlo sólo pinta sobre su sufrimiento por amor. “Salir del rol icónico de la artista y centrarnos en su obra”, explicó en la conferencia Max Pérez Falik, coordinador de Educación del MALBA.
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“En esta lectura, Frida nos transmite su angustia y su pesar con su pelo y nos dice que no puede sacarse a Diego de su cabeza. Pero la apuesta del museo, y a partir de la historiografía del arte vinculada con feminismos, es pretenderse de la idea de la artista que produce únicamente de sus sentimientos”, dijo Pérez Falik.
De acuerdo con el especialista, el cuadro da cuenta del “empoderamiento político” y de sus estudios de otras religiones. Pérez Falik señaló que el tercer ojo en este cuadro es un tema que ya había trabajado la artista desde años antes de “Diego y yo”, que por cierto es el último autorretrato de busto que hizo Kahlo en su vida.
Por ejemplo, en “Pensando en la muerte” (1943), la mexicana recurrió a este mismo recurso de pintar algo o alguien en su frente como si se tratara de un tercer ojo, pero con el fin de indicar qué es lo que está en su mente. En las obras “El abrazo de amor de El Universo, la Tierra (México), yo, Diego y el señor Xolótl” (1949), “Moisés o Núcleo solar” (1945), “Retrato Neferúnico. Fundador de Lokura” y “Su hermano Neferdós” – los últimos dos son obras que hizo en su diario– también se muestran a personas con el tercer ojo pintado, mezclados con referencias a la mitología egipcia, al budismo, el taoismo y el hinduismo. De acuerdo a Pérez Falik, Kahlo hacía “una amalgama heterodoxa de diferentes religiones”.
“(Estas obras) dan cuenta del interés y conocimientos que tenía Frida Kahlo en las religiones y culturas del mundo y ella lo mastica y traduce en distintas obras”, dijo el coordinador de Educación del MALBA.
Con esta propuesta de analizar “Diego y yo” más allá de la relación amorosa que tuvo con el artista, Pérez Falik indica que hay que considerar que “los hitos biográficos no se traducen literalmente a una pieza o mejor dicho, no lo sabemos, porque Frida hacía muchas capas de sentido y significación” y recomienda al público recurrir al archivo para nutrir la interpretación de las piezas.
“Esto es lo que de alguna manera el MALBA recupera, que pretende salirse del diario visual de su sufrimiento, para investigar y conocer las maneras en que Frida construía, representaba y hasta escenificaba sus hitos biográficos, pero con sus opiniones políticas y conocimientos e intereses y como dialogaban con la cultura mexicana”.
El ciclo de conferencias “Pinceladas de Frida” concluye el próximo 14 de julio. Para más información, visita https://www.museofridakahlo.org.mx/
melc