MADRID. Entrar al escritorio de Mario Vargas Llosa y escudriñar sus libros en la enorme biblioteca buscando pistas de sus nuevas lecturas e intereses es siempre una aventura. Ahora lee a Freud, que "es un placer, porque pone a la cultura por sobre la ciencia", pero está trabajando en una novela sobre la música peruana, un elemento integrador, dice, de su dividido país.
La casa que comparte con Isabel Preysler está a unos veinte minutos del centro de Madrid, en un barrio residencial, de grandes avenidas arboladas, por donde realiza su hora de caminata matinal "a buen tranco". Es parte de su quehacer diario, que empieza a las cinco de la mañana, revisando la prensa, una rutina de la que "nadie me saca" y que "tiene que ver con la literatura, la escritura y la lectura".
En Madrid, reconoce, hay mucha vida social e intelectual, "pero hay que elegir. Vamos a la ópera o al teatro. Veo escritores de cuando en cuando, pero no me dedico a la frivolidad, que no va conmigo. Lo mío es el trabajo, la ambición como escritor. En eso, afortunadamente, Isabel me respalda. Vivir con ella ha sido un cambio radical", confiesa, sin explicar por qué.
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El escritor y premio Nobel de Literatura, estará en Chile el miércoles y jueves de esta semana, invitado por la plataforma La Otra Mirada, para dar una serie de conferencias, la principal en el Teatro Municipal de Las Condes, en torno al significado y alcance del concepto de libertad. Su interés por la política latinoamericana es conocido, por lo que cualquier conversación con él tiene tanto de la contingencia como de literatura, sus dos grandes pasiones.
Por estos días, recibió un nuevo reconocimiento a su labor intelectual, ser incorporado como "inmortal" a la Academia Francesa, algo que lo tiene contento y sorprendido, porque es el primer escritor que recibe ese honor sin haber nunca escrito en francés.
"Francia ha tenido mucha influencia en mi formación. Descubrir a Gustav Flaubert para mí fue decisivo. Soy el escritor que soy gracias a Flaubert. Se supone que la incorporación será a principios del próximo año. Es una ceremonia que está tardando muchísimo, y puede irrumpir la muerte antes" (lanza una carcajada).
Visita Chile en un momento muy significativo, después del plebiscito que rechazó el proyecto de Constitución. ¿Cómo lo ve?
-Es un momento que nos ha levantado el ánimo a quienes veíamos a Chile como un modelo, pero nos sorprendió ver a la gente en la calle destruyendo edificios, quemando estaciones de Metro ¿Contra qué protestaban? ¿Contra qué iban? Chile lo estaba haciendo bien, mientras el resto de América Latina lo hacía mal. Viví la crisis chilena de una manera muy personal, porque me había comprometido muchísimo con esa decisión de los chilenos, de seguir con el modelo que llevaría a Chile a la modernización.
¿Lo siente como un fracaso del modelo liberal, o neoliberal?
-Yo soy un liberal, creo en la democracia, en la libertad, en el derecho de crítica de los ciudadanos. Eso para mí significa liberalismo, aunque liberalismo se ha convertido en mala palabra en América Latina.
"No creo que sea un fracaso del liberalismo, porque si este encuentra obstáculos, pues los resuelve. Aparentemente, esto fue porque los pobres que dejaron de ser pobres, encontraron en la educación unos problemas que había que resolver. Pero no para hacer retroceder el país".
Detrás de eso hay reclamos por desigualdad y pobreza.
-Hay pobreza en América, es indudable, pero hacer responsable de esa pobreza a esa muy pequeña minoría de los empresarios, no tiene sentido. Representa una forma de barbarie, de la que se están contagiando los países. El caso de Chile, para los liberales, fue muy dramático. Yo fui muchas veces, y salí de Santiago, y vi la transformación de los pueblitos, esos que eran tan anticuados y que de pronto eran un ejemplo de modernidad.
¿Ha seguido el proceso de la Convención Constituyente?
-Sí, lo he seguido muy de cerca, y ¡hay que decir que era un disparate! Los chilenos han votado de una manera muy sensata, rechazando ese disparate. Un mamarracho, absolutamente, un salto atrás.
Estamos en camino de una nueva Constitución. ¿Cómo cree que debe seguir el proceso?
-Debe seguir poco a poco resolviendo los problemas. Da la impresión de que el Presidente de Chile, que es un muchacho muy joven, ha recibido los impactos. Ha sacado las conclusiones mejores, más optimistas que se podían sacar de este referéndum. Sus primeras manifestaciones han sido sensatas, "tenemos que revisarlo". Hay que tomar las lecciones y volver a la buena línea. A lo que era Chile. Yo lo he visto, no me lo han contado. Pinochet es una sombra que quedó atrás.
Cuatro fueron los ejes del proyecto constitucional: la paridad y los derechos de la mujer, el tema medioambiental, los derechos sociales y la plurinacionalidad. ¿Cómo lo ve?
-Todos esos puntos son formidables. Todos marcan el progreso de Chile en esos campos. La realidad chilena estaba muy por encima de la realidad latinoamericana.
¿Y la defensa del medio ambiente?
-Las estadísticas son muy claras: son los países más desarrollados los que han contribuido mejor a la defensa del medio ambiente, no los países atrasados. Hoy en día los países que avanzan más son los países que hacen retroceder al Estado.
¿Y sobre la denominación de Chile como Estado plurinacional, qué opina? Los pueblos originarios exigen participar más.
-Eso es muy justo, y está muy bien. Los pueblos más modernos deben abrir las facilidades para que los pueblos originarios avancen hacia el desarrollo.
La mayor participación va unida a un deseo de mantener sus costumbres, e incorporarlas a la Constitución. ¿Qué dice a eso?
-Hay que elegir, ¿qué queremos, los hospitales o queremos la brujería? Pues si queremos la brujería, vamos allá. Pero la brujería representa el atraso. Hoy, hay vacunas que combaten una peste como la que el mundo ha enfrentado, pues hay que elegir. Para mí la elección no tiene duda. Hay que salir de esa forma muy primitiva de existencia que es la representación del pasado.
"Hay muchas de esas cosas compatibles con la modernidad y deben ser salvadas, por supuesto. Pero la Constitución no puede prohijar el retroceso de una sociedad hacia formas muy elementales. Arrastrar a los chilenos hacia esas formas es convertir a Chile en un país africano".
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En América Latina han triunfado los candidatos antiliberales…
-El caso más dramático, quizás, es el de Colombia. Las instituciones estaban funcionando, la guerrilla estaba en el campo, pero la Colombia civilizada seguía funcionando.
La elecciones se han dado entre extremos: Petro versus Hernández, Castillo contra Keiko, Boric contra Kast y ahora Bolsonaro contra Lula
-No tiene sentido que sigan votando por el pasado, por la antigüedad, por las formas más primitivas de relaciones económicas.
¿Por eso apoyó a Keiko, a pesar de ir contra sus principios?
-Porque yo pensaba que Keiko representaba la modernidad. Entre eso y el actual Presidente, Keiko era un paso adelante. Con el dolor de mi alma, la apoyé. Y no me arrepiento, porque en vez de ello elegimos a este Presidente que no sabemos cómo echar, que compra a algunos diputados y con eso tiene una mayoría que lo defiende.
Ha dicho que Pedro Castillo es un ignorante y un analfabeto, pero ¿qué es peor, la ignorancia o la corrupción?
-Lo primero que le oí decir (a Pedro Castillo) fue que el Perú tenía que acabar con la minería. ¡Acabar con la minería es acabar con el Perú! Eso da una idea de la calificación intelectual de este señor. (El Presidente) es un ser muy primitivo, que tiene una formación muy elemental y entonces se ha puesto a robar.
Pero más allá de Castillo, Perú lleva años en esta crisis, cinco presidentes en cinco años...
-Eso se debe fundamentalmente a Lula, que fue el intermediario entre la institución más corrupta que había en Brasil y los presidentes peruanos. Quien corrompió a los presidentes peruanos fue Lula.
El sistema político está con problemas. El "presidencialismo atenuado", o semipresidencialismo que se quiso imitar en Chile, no ha funcionado...
-Eres muy diplomática, ¡es un fracaso total!
Pero también está el problema con los partidos políticos...
-Son partidos que están muy corrompidos.
¿Estaría la solución en una nueva Constitución, como promueve el gobierno?
- La Constitución no es el punto de partida, sino el punto de llegada. La Constitución debe consolidar una realidad que no es visible en el Perú, desgraciadamente.
Y en Brasil, ¿cuál es el mal menor, Bolsonaro o Lula?
-Bolsonaro no es una persona de mis simpatías. Es un payaso, que ha sido ridículo en el poder. Lo más grave, oponerse a las vacunas. Pero, digamos, Lula, a un peruano no se lo puedes poner como ejemplo. ¡Corrompió a cinco presidentes! Entre Bolsonaro y Lula habría que elegir a Bolsonaro con cierta prudencia, con muchos prejuicios, poniéndole toda clase de frenos, para que no repita las barbaridades que ha hecho, que son, en todo caso, menos graves que las que ha cometido Lula.
Hablemos de literatura. Acaba de morir un gran escritor español, Javier Marías, un candidato siempre presente para el Premio Nobel. ¿Era amigo suyo?
-Hace mucho tiempo que Javier Marías no iba a la Academia. Era un amigo, intercambiábamos interesantes conversaciones. Era una voz muy respetada en la comunidad académica. Había la idea de que era el español que iba a tener el Premio Nobel. El Nobel es una especie de lotería que a veces cae en ciertas manos, y a veces cae en otras. Lo que está claro, es que los libros de Javier Marías se seguirán leyendo.
¿Cuál es su libro favorito de Marías?
-"Corazón tan blanco", un libro muy bello, que comienza en Cuba y termina en España.
¿Le gusta más que "Todas las almas"?
-También es un libro muy bello, mucho más ambicioso. Javier Marías conocía mucho el inglés, a diferencia de los escritores españoles que generalmente no lo hablan. William Faulkner tuvo gran influencia en Javier Marías; le dedica uno de sus mejores ensayos. En su editorial publicó uno sobre la visita que hizo el autor norteamericano al Japón, enviado por el Departamento de Estado, en el que hay comentarios muy inteligentes sobre lo que representó Faulkner en nuestro tiempo. Javier Marías fue uno de los pocos escritores españoles que supo exactamente lo que representaba la modernidad en literatura.
Una mirada quieta
Durante la pandemia, Vargas Llosa leyó y releyó todos los libros del español Benito Pérez Galdós, y le dedicó un largo ensayo que resume toda la obra del autor emblemático del siglo XIX español.
Usted habla de modernidad, pero escribió "La mirada quieta" que es más bien antigua.
-Es un homenaje a Flaubert, a quien yo le debo todo. Yo soy un escritor porque leí "Madame Bovary" en un momento determinado y entonces aprendí, siguiendo a Flaubert, todo el oficio de un novelista en nuestro tiempo.
A la vez, mira a Pérez Galdós como a alguien que le faltó ser más flaubertiano.
-No aprendió lo mejor de Flaubert, que era la invención de ese narrador invisible, que representa una segunda persona, en realidad, él no entendió eso. Siguió escribiendo como un clásico; sí, hay que leer hoy a Pérez Galdós como a un escritor clásico. No se lo puede leer como a Faulkner, por ejemplo, que revolucionó la estructura de la novela de su tiempo. En cambio, Pérez Galdós clarísimamente se negó a hacerlo. Estuvo en contacto con esa literatura, y él eligió una forma más antigua.
Cuando supe que usted está trabajando en una novela sobre la historia de la música en Perú pensé de inmediato en Alonso Cueto, el escritor peruano que a la primera provocación canta valsecitos.
-Sí, sí, Alonso Cueto es uno de los raros novelistas que se interesan muchísimo en la música peruana, y que tiene muy buena voz, y se sabe todas las canciones de los valses. ¡Me está ayudando mucho en esta novela!
¿Cuál es el foco de la historia?
-(Carcajada) No te lo voy a decir, porque los temas se gastan si uno habla demasiado de ellos. Pero es una novela sobre alguien que quiere escribir un ensayo sobre la música peruana, en la que piensa como una gran integradora de ese Perú tan dividido que es hoy el país.
¿La música, el vals, sería el aglutinante?
-Eso es lo que él cree, que la música puede integrar a los peruanos, y que puede convertirse en algo más que una manera de divertirse. La música que ha llegado a todas las regiones del Perú, costa, sierra y selva, sería el vals. Recoge música de muy diversos orígenes, incluso la más primitiva. Pero su origen es discutible, no se sabe si procede del siglo 18 europeo, o si surgió aquí directamente. Hay muchas versiones, muy contradictorias. Entonces el personaje de mi novela tiene una idea. Una idea que no te la voy a decir (y lanza otra de sus carcajadas).
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melc