“No se crean los mexicanos que no son parte del sur: los mexicanos están en el sur, compartiendo la misma mierda”, exclamó la (La Paz, Bolivia, 1954) en su performance "Capitalismo hipnótico: ¿es el fin o es el principio?", presentado la noche del sábado en el , del . Su grito de batalla fue recibido con los aplausos de un público que abarrotó el espacio.

“No estamos muertos, estamos sepultados debajo del derrumbe”, comentó la feminista radical —quien “ha sido repudiada en todos los museos y galerías de Bolivia”, según reza su semblanza— al referirse al abismo pospandémico que vivimos; para ella la pandemia se ha convertido en una interrupción de la vida. “Llámenle como quieran, pero no le digan ‘nueva normalidad’. O si les gusta tanto, pueden llamarle ‘vieja sumisión’”.

El abordaje de la pandemia como una “dictadura fascista planetaria” dio pie a cuestionar las vacunas concedidas a ciertas naciones latinoamericanas por parte de países poderosos. “¿Es generosidad, o es a cambio de pedazos de sueños, de vidas? ¿O es para recordarles que son incapaces de producir, de comprender siquiera las vacunas, y hay que agradecer de rodillas?”. Galindo señaló a México como parte de esos mismos países: “No se crean que porque tienen a la UNAM son diferente”, agregó con ironía que fue bien recibida por el público.

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En un segundo momento la activista exploró su término “conciencia hipnotizada”, desde el cual señala la imposibilidad de una revolución y de un despertar colectivo, porque la conciencia se encuentra envuelta en un “sueño” que tiende al aislamiento narcisista: “Si la conciencia es la capacidad de asimilar contenidos, ésta está llena y saturada y no puede asimilar un contenido más, y eso desactiva la denuncia, incluso la poesía”, señaló Galindo, además de indiciar que el capitalismo crea “conciencias progres” incapaces de comunicarse entre sí.

Como medida frente al capitalismo hipnótico, Galindo propuso una “experimentación de Contrahipnósis”. Llamó al público al escenario para sostener las diferentes “conciencias”, representadas por puppets de tamaño humano. “Ahora deben vaciar; desobedecer y vaciar, desobedecer y vaciar”, y repitió estas palabras como un mantra sanador coreado por el público, mientras iban vaciando los puppets de su contenido arenoso. “Para que este principio no sea el inicio de un nuevo ciclo de muerte; para que este final no sea el final de muerte. Vaciar y desobedecer”, concluyó la activista, para quien “el problema no es la realidad, sino cómo la comprendemos”.

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MARÍA GALINDO
Artista
“Si la conciencia es la capacidad de asimilar contenidos, ésta está llena y saturada y no puede asimilar un contenido más, y eso desactiva la denuncia”

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