Doña Marina, Malinche o Malintzin es una mujer que ha sido señalada como traidora, esto pese a la falta de fuentes históricas que lo confirmen, por lo que en el marco de los 500 años de la llegada de los españoles al actual territorio mexicano, la investigadora Fernanda Núñez Becerra hace un recorrido histórico por este personaje en el libro “La Malinche. De la historia al mito”.
Fernanda Núñez Becerra realizó la licenciatura en Antropología Social en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) y para obtener el título emprendió un estudio sobre Doña Marina, uno de los tres nombres con el que se conoce a Malinche.
El resultado fue la tesis “La Malinche. De la historia al mito”, que fue publicada en 1996 y se convirtió en libro, mismo que recientemente llegó a su tercera edición, publicada por la Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
“Me interesó mucho la historia de las mujeres, el personaje de La Malinche es muy rico para analizar porque en ella confluye el hecho de que era mujer y también indígena. Quise ver ambas vertientes y cómo habían sido sus imágenes y representaciones a lo largo de la historia”, declara Núñez Becerra en entrevista.
La especialista que se desempeña como investigadora del Centro INAH –Veracruz explica que en su trabajo enlazó a la antropología con la historia a partir del estudio de los diferentes textos históricos en los que se hiciera referencia a Doña Marina.
Al inicio recurrió a las crónicas de los españoles y el primer hallazgo que hizo fue que Malintzin fue mencionada en unas cuantas líneas escritas por el conquistador español Hernán Cortés.
“Me sorprendió que al leer, vi que Cortés apenas y la mencionó. Fue su traductora y estuvo con ella los primeros años de Conquista, pero él solamente anotó tres renglones sobre ella. Fue lo único que dijo y a partir de ahí no hubo más huellas en los relatos de la Conquista”, dice.
La investigadora continuó con su investigación y se percató de un cambio significativo que se dio cuando la corona española comenzó a cuestionar los privilegios de los conquistadores, por lo que ellos tuvieron que escribir sus méritos y la relación de sus servicios.
“A partir de ese momento los conquistadores se pusieron a escribir sobre ella y vemos que el personaje de la Malinche creció, pero al mismo tiempo vemos que hay contradicciones entre las diferentes versiones”.
El personaje de Malintzin “creció” con los relatos que hizo Bernal Díaz del Castillo, sobre todo por la forma en la que la describió, pues la representó como una mujer de alto rango, aunque Núñez Becerra analiza esa descripción en el contexto en el que se llevó a cabo.
“Hay que pensar en la mentalidad con la que llegaron todos los conquistadores a América y que (la corona española) los estaba atacando, entonces sienten que necesitan al caballero Cortés y a una princesa a su altura, y fue así como la convirtieron en una princesa a la que todo mundo respetaba. Lo que importaba es que los conquistadores estuvieran de lado de Dios, entonces su escritura era otra, en la que las mujeres no tenían cabida, Malinche aparece porque le ayudó al conquistador, porque su figura era necesaria para el relato que construyeron”.
“La Malinche. De la historia al mito” está dividido en tres apartados: “Los orígenes históricos del mito”, “La Malinche, entre la historia y la novela” y “De los problemas que acarrea ser héroe nacional”.
Después de analizar el contenido de las fuentes históricas de la Conquista, Núñez Becerra continuó con el estudio de otros textos, como “Historia de la Conquista de México”, que William Prescott realizó en el siglo XIX y que sostiene, contribuyó a la conformación de la identidad del mexicano.
“La obra de Prescott fue relevante para la formación del relato nacional mexicano, además, en el siglo XIX se empezó a difundir la idea de que Malinche se enamoró de Cortés. También en ese siglo se difundió que Malinche fue una traidora, una mujer enamorada y cegada que vendió a su patria por amor, la traidora”.
Tras la consolidación de una imagen de Doña Marina a partir del escrito de Prescott, la investigadora encontró que la literatura comenzó a retomar personajes indígenas y aunque se buscaba reivindicar su figura, fue algo que no se logró:
“La literatura retomó a los indígenas para que no se hablara tan mal de los indios, pero no les interesaban los indígenas reales, sino la figura de un indio romantizado. Además, es necesario considerar que las historias de las mujeres estaban invisibles en el relato, porque no interesaba verlas. Mi libro no trata de decir cuál es la verdadera Malinche porque no hay forma de saberlo pero sí, al poner en contraste los relatos que hablan de ella, se ve cómo aparece en la historia y cómo el mito se ha desarrollado muchísimo”.
LA MALINCHE EN EL MÉXICO ACTUAL
La tesis de licenciatura de Fernanda Núñez Becerra fue publicada en 1996, hace casi 25 años. Después de ese trabajo, la investigadora tuvo que “abandonar” a su Malinche porque realizó otros trabajos relacionados con la prostitución.
Para esta tercera edición, la especialista retomó a Malintzin y comenzó a indagar sobre las más recientes investigaciones: “Me di cuenta que en muchas retoman las versión de Prescott o la de Bernal como la buena, y no como un relato construido. Sigue siendo importante estudiar historia y estudiar cómo los personajes indígenas pierden su historia y entran en el mito para seguir siendo utilizados en una u otra historia”.
Por otro lado reflexiona sobre el papel de las mujeres en la historia y señala que aún pervive la percepción sobre Malinche, una mujer “traidora”, mientras que otro sector la considera como la madre simbólica del mexicano porque tuvo un hijo con Hernán Cortés.
“No importa si Cortés le quitó al hijo, el punto es que fue la creación entre ambos mundos. Se celebran los 500 años y quería que mi Malinche estuviera presente para seguir discutiendo. La gente quiere saber una verdad, como si solamente hubiera una y lo que trato de decir es que es importante estudiar a los personajes históricos porque se leen diferente en cada época y responden a las necesidades del momento en que se escribe, no de cuando los personajes nacen”.