Un nuevo público de niñas y niños surgió con la pandemia. Espectadores que, por primera vez, van al teatro o que tuvieron algún acercamiento a través de las plataformas digitales: transmisiones de Facebook, canales de YouTube o un podcast. Mientras, las compañías y proyectos teatrales aprendieron a sobrevivir y, ahora, con aforo del 100%, recuperan lo presencial, aspecto clave para las artes escénicas.
Sirve como muestra la historia de cuatro obras, en una cartelera vasta, que pueden verse en los días de Semana Santa: Pedro Melenas (Teatro del Bosque, Julio Castillo), El show de la vaca (La Titería), La flauta de Hamelin (Teatro Helénico) e Ikuika Noyulo. El canto de mi corazón (Foro La Gruta, Centro Cultural Helénico); proyectos dinámicos que mezclan géneros (clown, cabaret) y técnicas (teatro de sombras, títeres), los cuales surgieron antes del confinamiento y se abrieron caminos para poder sobrevivir.
“Con la postergación de temporadas por la pandemia hubo 24 obras, tres talleres y cuatro piezas de teatro comunitario detenidas. De éstas, sólo quedan siete por presentarse en el año”, dice Anelvi Rivera, subdirectora de los programas Teatro para Niñas, Niños y Jóvenes y Teatro Escolar en la Ciudad de México, de la Coordinación Nacional de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura ( INBAL ).
“Las compañías necesitaban ayuda para cubrir su actividad y mejorar sus necesidades económicas. Sus propuestas ya habían sido elegidas en convocatorias y era necesario liberar poco a poco los proyectos. Cuando las escuelas y parques estuvieron cerrados, los teatros fueron los primeros que tuvieron un cuidado extremo y aforos limitados para recibir a los niños y las niñas. Se utilizaron espacios abiertos y se habilitaron áreas en el Centro Cultural del Bosque. Se hacían monitoreos rigurosos para evitar cualquier contagio, tanto del público como de los involucrados”, recalca la funcionaria del INBAL.
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“Los compañeros también hicieron un gran trabajo con la oferta virtual. Crearon contenidos audiovisuales para el programa Aprende en Casa de la SEP. Al final, el teatro para niños es un sector especializado, gente que está todo el tiempo en una investigación profunda sobre su quehacer”, agrega.
Pedro Melenas
Artús Chávez, director de Pedro Melenas, cuenta que “la historia sucede en una carpa de freaks en los años 20. Es una pieza de teatro cabaret para toda la familia, y en cada número van contando los cuentos de Pedro Melenas y otras historias para desobedientes, obra alemana de 1845 escrita por el doctor Heinrich Hoffmann. La pieza parodia los cuentos tradicionales con moraleja, llevando el castigo hacia un punto grotesco que, lejos de causar horror, es gracioso”.
Hay números típicos de cabaret, clown, magia, sketch, y títeres, donde a los niños se les insta a ser un público rebelde y participativo, explica.
Al hablar de cómo se adaptaron a las actividades presenciales, Artús Chávez cuenta que “lo más importante fue mantener el ánimo, el espíritu alegre, aun viendo que llegaban sólo 15 o 20 personas a una función y antes el cupo se completaba y quedaban personas fuera del teatro”.
“Hoy, cuando ya estamos vacunados, cuando a la mayoría ya nos dio, al menos, alguna de las variantes del virus, nos sentimos más confiados, sin abandonar las restricciones sanitarias. Los actores, por ejemplo, son los únicos que pueden no usar el cubrebocas”, indica.
“Cada función tenemos más público (el promedio es de 500 personas, aunque hay 900 lugares). Volver a los escenarios es una oportunidad para sembrar el amor por la cultura y el arte”, concluye el director.
Pedro Melenas se puede ver sábados y domingos a las 12:30 horas, en el Teatro del Bosque Julio Castilo , Centro Cultural del Bosque (Paseo de la Reforma y Campo Marte s/n, Paseo de la Reforma), hasta el próximo 8 de mayo. La entrada cuesta $80.
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El show de la vaca
Amaranta Leyva Pérez Gay
, autora de las obras de la compañía Marionetas de la Esquina de La Titería , cuenta que durante la pandemia de Covid-19 la gente empezó a preguntarles si el proyecto iba a continuar. Una forma de mitigar las dudas fue con las presentaciones digitales de La Vaca, personaje oficial e imagen de La Titería.
“Así nos estuvimos relacionando durante un año continuo y, además de pasarla bien, los niños empezaron a contar sus emociones. La Vaca les leía cuentos y juntos creaban historias, canciones y poemas con rimas locas”, precisa Leyva.
“Cuando reabrimos, los niños querían participar mucho. Para nosotros es una sorpresa que los fines de semana llegara tanta gente. Quizá La Vaca propició este espacio a través de las redes. Sin embargo, sobrevivir en el mundo digital no es fácil porque es un mercado diferente al nuestro: YouTube, Netflix, los cines”, precisa.
“Un teatro cerrado es inútil. Por eso aprovechamos las oportunidades digitales. Nos ayudó, no económicamente, pero sí anímicamente y para seguir en contacto con el público”.
El show de la vaca se puede ver sábado y domingo a las 13:00, hasta el próximo 8 de mayo, en La Titería (Vicente Guerrero 7, Col. Del Carmen). El viernes 15 y 22 de abril estará a las 17:00 horas. La entrada cuesta $150.
Ikuika Noyulo. El canto de mi corazón
El personaje principal, Juanita, es una anciana indígena de origen náhuatl que empieza a recordar al final de sus días varias palabras olvidadas. Esto le trae a la memoria también ciertas vivencias que sirven para pasar revista a la historia de México, “desde la Revolución y el Cardenismo hasta la época actual”, dice Claudia Marinclán, dramaturga de Ikuika Noyulo. El canto de mi corazón, obra del colectivo Quirófano Escénico.
“La intención es plantearle la tercera edad y las vivencias de las abuelitas a las infancias. La obra tiene un dispositivo visual muy potente. El público verá teatro de sombras, música en vivo, títeres, alebrijes y el proyecto Cine a Mano, de Arturo López Pío, quien dibuja con tinta china sobre un acetato escenarios que se corresponden con la obra y se proyectan en tiempo real”, cuenta la dramaturga.
Además de ser autora de la obra, Marinclán interpreta a un personaje: un papá de la Revolución, “muy macho y frente al que los niños, el público, se enojan y le gritan. Los niños tienen valores y la capacidad de discernir frente a lo que ven en escena. Ellos comprenden todo, creo que en muchos casos mejor que los adultos”.
La obra se podrá ver sábados y domingos hasta el 12 de junio, a las 13:00 horas en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico (Revolución 1500, Guadalupe Inn). El boleto cuesta $205.
La flauta de Hamelin
“Trata sobre un niño que se queda rezagado y resentido con la vida. Él crece en la Ciudad del Olvido, y con el paso del tiempo emula los vicios de Hamelin: se vuelve un avaro, explotador de niños, codicioso”, cuenta el dramaturgo Oswaldo Valdovinos sobre La flauta de Hamelin, obra de la compañía Astillero Teatro, a partir de un cuento de los Hermanos Grimm, llevada a escena con varias técnicas de títeres. A pesar de todo, La flauta de Hamelin es una historia de reivindicación y optimismo. “Él pasa de ser un viejo amargado a recuperar su visión alegre”.
Aunque en las plataformas digitales se puede alcanzar un público de hasta 2 mil o tres mil personas, tal como les sucedió a la compañía en sus transmisiones a través de las páginas de la Secretaría de Cultura, Valdovinos precisa que “la respuesta del público es un estímulo para quienes estamos en escena. Eso se siente, no se puede sustituir y la respuesta del público ha sido muy favorable”.
La flauta de Hamelin se presenta sábados y domingos hasta el 26 de junio, a las 13:00 horas en el Teatro Helénico del Centro Cultural Helénico (Revolución 1500, Guadalupe Inn). La entrada cuesta $155.
Amaranta Leyva Pérez Gay
Autora de obras de La Titería
“Así nos estuvimos relacionando durante un año (con presentaciones digitales) y, además de pasarla bien, los niños empezaron a contar sus emociones”
La flauta de Hamelin, obra de la compañía Astillero Teatro a partir de un cuento de los Hermanos Grimm.
Ikuika Noyulo. El canto de mi corazón busca plantearle la tercera edad y las vivencias de las abuelitas a los niños.
Pedro Melenas parodia los cuentos tradicionales con moraleja, donde el castigo lejos de causar horror, es gracioso.