El historiador Felipe Ávila (Ciudad de México, 1958), presenta su más reciente obra, una extensa biografía de Francisco I, Madero, personaje histórico que logró derrocar al gobierno del dictador Porfirio Díaz, y se convirtió en el primer presidente después del Porfiriato.
A decir de Ávila, hacía falta un trabajo profundo actual sobre Madero, ya que la obra más reciente sobre el revolucionario fue hecha en 1987 por el historiador Enrique Krauze, por lo que el libro "Francisco I. Madero. El Padre de la Democracia" (Debate, 2024), es una investigación amplia que ofrece datos y hechos necesarios para entender la vida y obra de quien creo que el Partido Nacional Antirreeleccionista (PNA).
“Francisco I. Madero es uno de los personajes más importantes para entender la Revolución Mexicana, pero también para comprender la historia del siglo XX y de lo que va del XXI. Este nuevo libro presenta a un Madero histórico, a un Madero real, y tal, como lo titule, al Madero que fue padre de la democracia, porque creo que su contribución para transformar a México a través de las instituciones, de las leyes y del voto, es un esfuerzo muy importante para la construcción del México que hoy tenemos”, señala Ávila en entrevista.
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El investigador agrega que la Revolución Mexicana no hubiese sido como la conocemos sin el papel de Madero en el levantamiento social y los ideales democráticos. “Su contribución fue la más importante, dio los cimientos para la construcción de un país moderno, de leyes, de respeto al orden jurídico, a los preceptos de la Constitución”.
Y apunta que, tal vez, la contribución más grande de Madero fue “su convicción democrática”. Él creía que la democracia es el mejor camino para resolver los grandes problemas como nación”, subraya Ávila.
Sobre el contenido de la obra, el autor detalla que se relata la vida entera de Madero, desde su nacimiento, su formación académica, sus viajes al extranjero, sus primeros trabajos como empresario, y toca sus primeros acercamientos con la política. “El libro hace énfasis en el personaje público que fue, cada vez más conocido, reconocido, que se convirtió en una de las personalidades más importantes de México, en el periodo de 1904 hasta 1913, año en qe fue asesinado de manera trágica”, expresa.
Para Ávila, Madero fue un representante de los sentimientos de la Nación. “Me parece que Madero, a diferencia de lo que se ha escrito antes, que era un personaje ingenuo, que no tenía los pies sobre lo tierra, que fue romántico, idealista, se contrapone al Madero que yo encontré en libros, cartas, correspondencias, archivos, fuentes, escritos es, por el contrario, un personaje con una gran capacidad de análisis político, muy reflexivo, con una gran intuición e iniciativa, y en parte ese es su mérito, fue quien mejor comprendió la aspiración del pueblo mexicano de tener un país democrático, se propuso expresar este sentimiento y conducirlo”, abunda el historiador.
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Precursor y visionario de la democracia, describe Ávila, Madero fue “un adelantado a su época, que se adelantó muchas décadas a su tiempo, ya que el experimento de democracia maderista fue abortado por el golpe de Estado de la Decena Trágica”.
Y agrega que esta idea de democracia se quedó trunca por muchos años, ya que años después se instauró un gobierno que permaneció décadas en el poder. “No podemos decir propiamente que México fue un país democrático después de los hechos de la Revolución, porque lo que se construyó un partido hegemónico de estado casi único, donde las elecciones eran una simulación, donde no había oposición, en donde se perseguía a los opositores, en donde los cargos populares eran hegemónicos de un partido”, expresa.
El investigador concluye que, en las décadas recientes, se hizo realidad el sueño maderista, ya que la democracia mexicana es sólida y existen disputas reales en torno al poder. “Es una democracia joven, aún tiene riesgos y estancamientos, pero hoy tenemos un mejor país desde el punto de vista democrático”.
melc