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ssierra@eluniversal.com.mx
Bogotá. —A unas cuantas cuadras de la Feria Internacional de Arte de Bogotá, Artbo, se encuentra la Universidad Nacional, cuyo Museo de Arte desde sus muros exteriores anuncia con un mural la exposición Conjuro de ríos, que adentro reúne cuatro obras comisionadas por la propia institución, y dos invitadas.
Es una muestra con una gran carga política y un sentido ritual. Una de las curadoras, María Belén Sáez de Ibarra —los otros curadores fueron Luis Romero, de Venezuela, y Kiki Mazzucchelli, de Brasil— escribió en el texto de presentación que el objetivo de la exposición es reconectarnos con la noción de que el río, como lo ha sido para muchas culturas, “es una entidad sagrada que piensa, se expresa y conjura a través de su materialidad que es el sustento de nuestra cultura humana y la de muchos otros seres y entidades”.
Cuando uno entra a las sala principal, lo invade la poderosa fuerza sonora del río junto con los animales de la selva. Este es el video de Endémica Studios, se llama Fluir, dura 12 minutos y es un recorrido artístico por el río Yuma, Magdalena, que busca mostrar cómo la transformación de su curso natural para abrir represas ha generado la destrucción de ecosistemas. Su sonido amplificado a través de 16 canales es poderoso, y la pieza es tan bella como dolorosa si se recuerda todo lo que se ha perdido en este río que atraviesa Colombia de sur a norte.
La proyección en la sala está me diada por momentos por las atarrayas de Carolina Caycedo. Plomo y brea son atarrayas —como las que usan los pescadores— que lucen extendidas en su máxima tensión en la sala; son piezas hechas por artesanos de varios ríos que para su mejor resistencia usan plomo y brea, materiales que en el río están asociados también a otro tipo de obras más invasoras del medio natural.
En la misma sala están los 74 dibujos de Hakihiiwe, artista indígena yanomami, realizados en pintura acrílica sobre bagazo de caña; aquí, él recoge las huellas de animales de su entorno. Su obra se llama Donde yo vivo en mi selva y el río Orinoco también viven estos animales.
Cildo Meireles fue invitado a participar con su obra Río oír, una instalación sonora que incita a los asistentes a sentarse y escuchar en la sala oscura, los dos lados de un acetato: las voces y las risas de los habitantes del Río Amazonas, y del otro lado los sonidos de las aguas naturales y residuales.
Río por asalto, de Clemencia Echeverri, es una video instalación que en su imagen y sonido recoge el cauce y fuerza de los ríos, en su caso el Cauca. Un contraste de belleza y poder.
Otra de las salas contiene un archivo sobre la construcción de la presa de Hidroiguando, en la que el área inundada cubrirá 3 mil 800 hectáreas.