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ssierra@eluniversal.com.mx
La curadora Taiyana Pimentel es desde hace dos semanas la nueva directora del Museo de Arte Contemporáneo, Marco, uno de los recintos privados más importantes del país, referente de la ciudad de Monterrey.
Tras la salida de Nina Zambrano en febrero de 2017, la dirección del Marco estuvo acéfala. Pimentel (La Habana, 1967) llegó a México a comienzos de los años 90 y, con excepción de un periodo que estuvo en Nueva York, ha residido desde entonces en este país. Estudió Historia del Arte en la Universidad de La Habana y luego la maestría en Historia del Arte en la UNAM. Hasta comienzos de este año fue directora de la Sala de Arte Público Siqueiros (SAPS)/ La Tallera, del INBAL.
Para el Marco, Pimentel propone estrategias precisas que van desde la generación de exposiciones para que el museo no sea un receptáculo sino un foco de creación, hasta el fortalecimiento de la relación con otros públicos, por ejemplo los universitarios o los nuevos pobladores del barrio antiguo de la ciudad. En la lista de tareas, la curadora también contempla posesionar al Marco en la red de museos de América Latina, aprovechar su ubicación estratégica en el país y con relación a Estados Unidos, y generar exposiciones de artistas mexicanos como Teresa Margolles, entre otros.
¿Qué crees que en este momento necesita y debe ser el Marco?
Marco es uno de los pocos museos en el país que nace de la iniciativa privada. Es un museo que tiene que ver con este momento en el que en México nacen también el Centro Cultural Televisa y el Museo Amparo. Pero la peculiaridad de Marco es que nace (en 1991) como un museo de arte contemporáneo. Ha tenido, como casi todos los museos, momentos explosivos en relación a su compromiso con la historia de las exposiciones y de la creación artística, y eso es lo que hay que recuperar.
En un inicio Marco fue un museo que generó grandes proyectos expositivos, Mito y Magia en América, por ejemplo; posteriormente ha tenido otros momentos donde ha habido un compromiso del museo de producción y de realización de exposiciones importantes. Durante el mandato de Nina Zambrano, el museo retomó la figura del curador, de tal suerte que comenzaron a generar, nuevamente, exposiciones como la retrospectiva de Los Carpinteros, o la que hicieron recientemente de Cardiff and Miller. Eso es lo que hay que recuperar de Marco, los distintos momentos donde el arte contemporáneo ha estado, no únicamente, como un proceso de importar exposiciones hechas, sino donde el museo ha tomado la iniciativa de generar proyectos y, por lo tanto, de generar inteligencia. Una institución que no es recipiente sino generador de exhibiciones y problemas curatoriales, creativos y artísticos. Un museo que ha sido un foco de la creación y no únicamente un receptáculo de problemas artísticos.
Ya no están Lorenzo Zambrano (quien fue consejero fundador del Museo y murió en 2014) y Nina Zambrano (dejó la dirección en 2017), ¿qué proyectos tiene el patronato para Marco?
Hay un compromiso absoluto del patronato de refinanciar al Museo, de lograr todas estas cosas. De ese patronato también forman parte Cemex y varias empresas de Monterrey. Hay un compromiso para la concreción de proyectos específicos creados desde el Museo.
¿Cuál es tu diagnóstico acerca de lo que ha pasado con los museos privados de México en los últimos años?
Los museos privados, por un lado, son una esperanza. Están generando una serie de exposiciones que no vemos en instituciones públicas. El proyecto que se desarrolla, por ejemplo, en el Museo Amparo hoy es ejemplar; está poniendo una gran atención en la comunidad artística, en moverla hacia Puebla.
Sin embargo, la historia ya la conocemos: cerraron el Centro Cultural Televisa, el Museo de Monterrey/ La Cervecería —aunque la colección Femsa está muy activa a través de la Bienal Femsa y del apoyo a proyectos de arte contemporáneo, como a la Casa Luis Barragán.
Jumex acaba de hacer una exposición multimillonaria; el público que está moviendo esa exposición es impresionante. Esas exposiciones que mueven públicos son muy necesarias.
¿Por qué?
Como directora de museo, creo que hay un compromiso con la cantidad de público que tú eres capaz de educar y de hacer afecto al arte contemporáneo. El problema es muy sencillo: si eres capaz de acercar al público al arte contemporáneo a través de Jeff Koons, pues adelante. Yo, Taiyana Pimental, pienso que no era necesario hacer Jeff Koons través de Marcel Duchamp, sin embargo así lo decidieron y así tienen millones de personas llegando. Y eso es muy impactante, es cuando dices: “Bueno, hay que creer en los museos”.
A diferencia de otros países latinoamericanos, el Estado mexicano tiene un fuerte sistema de museos, ¿qué hay que fortalecer en él? Hablas de lo que no están ofreciendo los museos públicos…
Creo que el sistema público de museos de México es uno de los más complejos del mundo. Tiene muchos problemas y, sin embargo, sigue siendo viable. Año tras año decimos: “El sistema de museos de México va a colpasar”, pero no colapsa. Y no colapsa porque sigue otorgándole un lugar a la creación artística mexicana y, en los últimos 20 años, de una forma muy valiente, a la creación artística internacional.
El problema de los museos en México, y tomando una posición crítica, es claro: estabilidad financiera. Tienen que tener una estabilidad financiera que les permita realizar un programa que no esté comprometido con las crisis en el sistema de los fondos públicos. Por otro lado, casi todos los museos públicos tienen fundaciones, patronatos, etc., y necesitamos que la filantropía en este país se convierta en un ejercicio alimentado desde la deducibilidad de impuestos; que sea un proyecto alimentado por el propio Estado para que los grupos empresariales tengan un compromiso real con la producción artística, con la generación de fondos para los museos.
Hay una lista de 10 filántropos que apoyan a los museos de arte contemporáneo en México, pero siempre son los mismos: Bancomer (BBVA); las fundaciones Jumex, Amparo, Coppel... Aimeé Servitje está en casi todos los patronatos. Hay que desarrollar la cultura filantrópica, es algo que tenemos que exigirle al Estado; si Hacienda desarrollara un modelo en el cual la filantropía creciera, nuestros museos estarían mucho más respaldados de lo que están y aumentaría el coleccionismo.
¿Cómo aprovechar esa ubicación estratégica del Marco con relación a México, América Latina y el sur de Estados Unidos?
Creo que Marco tiene que posesionarse en la red de museos de América Latina; existe esa red: están la Pinacoteca de Sao Paulo, el de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, el Mali en Lima, los museos del Banco de la República en Colombia, el de Arte Moderno de Medellín. Debemos empezar por hacer un networking entre nosotros y generar no sólo exposiciones sino un programa de reflexión de nuestros museos.
¿Cuál es el público del Marco y cómo integrar otros públicos?
Tenemos que ser capaces de generar exposiciones y programas que atraigan a otros públicos. Los museos no podemos seguir pensando que el discurso tiene que ser generado para nuestra propia comunidad, el discurso tiene que ser democrático, tiene que ser cívico, llegar en la medida de lo posible a todas las comunidades que se puedan. Por eso menciono la exposición en el Museo Jumex: van todos al museo a tomarse selfies, a divertirse, a lo que fuese, pero están dentro del Museo y están recibiendo conocimiento. Es algo que tenemos que comprender si queremos seguir siendo una de las instituciones más importantes, en esta competencia en el siglo XXI, por ocupar los espacios sociales.
Hay que aprender de experiencias foráneas; si vas a los museos europeos te das cuenta del uso que tiene la audioguía, y nosotros no la utilizamos. Ya no es necesario un aparato, existen nuevas tecnologías a través de los celulares, que les dan a los chicos, a todos los públicos, otras historias en sus recorridos. En las iglesias de los pueblos más recónditos del sur de España, te rentan un audio tour. Hay muchas maneras de educar a los públicos, tenemos que aprenderlas y tenemos que hacerlo ya. En México no estamos incorporando estos nuevos usos de las tecnologías a los programas públicos y educativos de los museos.
¿Qué relación con otras comunidades te planteas, no sólo lo masivo, para que haya un proceso de educación y vinculación social?
Nosotros desde la SAPS estudiamos a qué tipo de público otorgarle algo distinto, y encontramos una comunidad a la que el resto de los museos no le estaba haciendo caso, aquella que se relaciona con problemáticas de género. En Marco voy a implementar el mismo tipo de posturas, partir de la investigación. El museo ya tiene un público, tiene un departamento muy grande —de los más grandes— educativo. Sin embargo hay puntos que atacar. El barrio antiguo de Monterrey se ha revitalizado de una manera impresionante, hay toda una cultura económica, lo que llaman economía hipster. Necesitamos atraerlos al Museo, que ese barrio sea parte del museo, no sólo por la comunidad artística que vive en él, sino por el resto de economías y capas sociales que lo habitan.
Hay nuevos temas en la agenda del museo, más allá del arte...
El Marco tiene en ello un largo camino recorrido. Se acaba de inaugurar la retrospectiva de Rafael Lozano-Hemmer, en colaboración con el Museo de Arte Contemporáneo de Montreal y el San Francisco Moma; a través de esta exposición se está atrayendo a muchos públicos interesados en la tecnología. Tengo una apuesta muy grande con relación a los universitarios. Monterrey tiene universidades muy grandes e importantes: la Autónoma de Nuevo León, el Tecnológico de Monterrey y la de Monterrey. Quiero que sean socias de Marco, que nuestro programa público esté en conexión con ellas. Somos una ciudad rodeada de universitarios y ellos tienen que ser parte del Museo.
¿Qué planes tienes?
Tenemos el plan de comenzar a desarrollar nuestras propias exposiciones que se van a conjuntar con las que estaban programadas. Vamos a arrancar este nuevo condicionamiento curatorial con exposiciones temáticas de artistas que están en el que llaman en inglés mid career, artistas establecidos, pero no de larga carrera, de mediana carrera: Teresa Margolles, Pedro Reyes, Miguel Calderón y Mario García Torres.
Vamos a generar una gran exposición a la que vamos invitar a dos curadores foráneos para que curar las colecciones regiomontanas; el Marco fue creado por empresarios que eran coleccionistas, y la idea es revisar todas esas colecciones, y a partir de ellas generar una gran exposición que le cuente al público cómo ocurrió el paso del arte del arte moderno al contemporáneo.