El consumo de carne humana entre los pueblos mesoamericanos no es un secreto. Una de las novedades frente al polémico tema, es el estudio de la alimentación en el contexto de las batallas mexicas, en el que también se incluye el factor de la ingesta de la carne de sus enemigos.
Marco Antonio Cervera
, doctor en Arqueología Clásica por el Instituto Catalán de Arqueología Clásica y la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, sostiene que la antropofagia se había estudiado “muy poco”, porque se trata de un tema tabú. “La antropofagia no es tan fácil de digerir, sobre todo en los escenarios más tradicionales relacionados con la idealización del México antiguo. Se le veía como algo impensable, como una invención de los españoles. De hecho, hay textos del siglo XX con hipótesis absurdas como que se comía a los enemigos por la falta de proteína”, sostiene el arqueólogo.
Aunque quizá se trató de evitar el tema, ahora, tras varias investigaciones, no se puede negar la antropofagia mesoamericana, pero no sólo eso, se pretende ir más allá, y conocer el contexto en el que se practicaba.
“Nos hemos planteado varias hipótesis, una es que hubo una antropofagia exclusivamente ritual. Estamos llegando a ciertas conclusiones de que aunque no se pierde la ritualidad, en el fondo podría existir un gusto por el consumo de la carne humana (esto es algo que no se ha comprobado). También es necesario decir que hay un amplio espectro de contextos históricos y culturales en el consumo de carne humana”.
El arqueólogo dice que la antropofagia no era exclusiva de los mexicas, sino que se practicó por diferentes culturas prehispánicas y ahora, en el contexto de los 500 años de la caída de Tenochtitlan emprendió el estudio de la alimentación de los guerreros en medio de las batallas, para lo que ha vuelto a consultar textos como las Cartas de Relación de Hernán Cortés y algunos códices.
“Existe la hipótesis de que no fue exclusivamente mexica, pues hay casos documentados de la misma práctica que fue hecha por mixtecos y zapotecos. Al
regresar a las fuentes caí en cuenta de que ya lo había leído, pero veo que es una constante”.
Cervera es especialista en arqueología militar. Ha estudiado el contexto bélico de otros pueblos como el griego y el romano, pero dice que nunca se había encontrado con información sobre el consumo de la carne del enemigo similar a la que se practicaba en esta región. “Tenemos un interés de entender la guerra prehispánica de una forma más local, de qué es lo que era la guerra prehispánica en comparación con lo que ocurría en otras partes del mundo, detalles como estos —que claro, aún hay que sistematizar—, van a caracterizarla”.
Lo que escucharon los conquistadores
Y en efecto, la forma de hacer la guerra de los mexicas fue particular. Por ejemplo, en la tercera Carta de Relación, con fecha del 15 de mayo de 1522, Hernán Cortés relata al rey Carlos V sucesos que acontecieron entre 1520 y 1522, como la caída de Tenochtitlan. En uno de los momentos relatados, el conquistador escribió: “Este día sintieron y mostraron mucho desmayo, especialmente viendo entrar por su cibdad quemándola y destruyéndola y peleando con ellos los de Tesuico y Calco y de Suchimilco y los otumíes, y nombrándose cada uno de dónde era; y por otra parte los de Tascaltecal, que ellos y los otros les mostraban los de su cibdad hechos pedazos, diciéndoles que los habían de cenar aquella noche y almorzar otro día, como de hecho lo hacían. Y así nos venimos a nuestro real a descansar, porque aquel día habíamos trabajado mucho”.
De ese fragmento, Cervera resalta el hecho de que les dijeran que los iban a cenar y almorzar, pero en un contexto bélico; y añade que sin embargo no sólo eran los cautivos de guerra a los que consumían.
“Cuando hablamos de cautivos de guerra, pensamos que eran sólo varones, pero dentro del contexto bélico, los prisioneros también incluían a mujeres y niños. Es decir, desde el punto de vista bélico hay un interés de demostrarle al enemigo que se le derrota tanto que hasta acabó en el estómago”. El consumo de esa carne implicaba “cierto nivel de prestigio”, dado que habría sido de consumo exclusivo de la élite: “Ahora estamos incluyendo que probablemente la consumían personas de menor rango, aunque es una idea que está en proceso de análisis”.
El tratamiento del cuerpo
La antropofagia se daba en diferentes contextos, uno de ellos es lo realizado en el conflicto armado, algo que quedó documentado en algunas narraciones históricas. En las fuentes, explica Cervera, cuando los generales alentaban a su ejército para la batalla o cuando ya estaban las batallas en campo abierto, hubo una constante de “decirles” que se los iban a comer cuando fueron derrotados.
Cuando pasaba la batalla, se capturaba a algún prisionero al que se le daba un tratamiento, pues lo decapitaban y su cuerpo era arrojado por las escaleras del Templo Mayor, pero según el tipo de ritual, se desmembraba el cuerpo y luego era repartido.
“Normalmente hervían los cuerpos o las partes que iban a ser utilizables. La cocían, a veces iba con hueso y otras no. Tenemos la información no sólo de códices, sino de restos bioarqueológicos de huesos expuestos al fuego en el que se evidencian estas prácticas”. De todas las partes, se sabe que el corazón y la sangre estaban relacionadas con una antropofagia más ritual, pues eran elementos que estaban destinados sólo para los dioses.
Con respecto a la carne, agrega el especialista, se hervía junto con maíz para preparar el tlacatlaolli, “que es algo similar a lo que hoy llamamos pozole”, pero también había otros guisos para tratar la carne del cuerpo de los niños.
“En el contexto del asedio, la carne humana se vuelve comida. Se escucha muy fuerte, pero en ese contexto, para resistir el asedio, es de lo que vivieron. En el mundo español no era de su agrado, incluso hay información de que llevaron a un grupo de españoles al actual territorio de Michoacán y cuando terminaron les informaron que era carne de humanos”.
La antropofagia también quedó representada en el Códice Magliabechiano, ahí, en el folio 73r, aparece un escenario ritual en el que también se come tamales, la carne humana está en vasijas y en frente Mictlantecuhtli, dios de la muerte. Ilustraciones similares, dice, también se pueden ver en el Códice Florentino. Aunque advierte de otras imágenes realizadas durante el siglo XVIII y XIX a las que hay que retomar, pero con ciertas reservas, porque son versiones “muy exageradas y fuera de contexto”.
Aunado a ello, Marco Antonio Cervera asegura que la práctica de la antropofagia “no tiene que ver con que en Mesoamérica eran más bárbaros que en occidente, simplemente estamos encontrando detalles que comienzan a caracterizar a la guerra mesoamericana en comparación con lo que se ve en otras regiones”.
Por el momento, el especialista continuará su investigación y adelanta que de confirmarse la hipótesis de que los mexicas consumían la carne del enemigo derrotado, “se confirmaría que el consumo de la carne tenía más relevancia del que hasta ahora se sabe” y “la guerra mexica tendría una caracterización particular”.
“Habría que analizar qué significa comerse a ese enemigo, no sólo la idea del sacrificio sino el significado del consumo del otro”, sostiene Cervera.