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Matracas, trompos, baleros, caballitos de madera, pirinolas, títeres, muñecas de trapo y yoyos, son algunos de los juguetes populares de México , que a pesar de formar parte de un legado cultural e histórico, que surgió del mestizaje de las tradiciones prehispánicas y europeas, han sido desplazados en las últimas tres décadas por aquellos hechos con plástico y piezas electromecánicas.
Carentes de publicidad en la televisión y de marcas trasnacionales, estos objetos lúdicos, aún perviven hasta nuestros días, en gran medida por el sincretismo que a lo largo de la historia, se dio entre éstos y las fiestas religiosas.
Sin embargo, el Museo de El Carmen , y coleccionistas privados, cuentan con colecciones con las que buscan rescatar el valor estético de estos objetos que brinda un panorama del papel que han desempeñado los juguetes populares en festividades, —algunas surgidas desde la época colonial—, como el Carnaval, Jueves de Corpus, las Posadas, Día de Muertos, y celebraciones alusivas a los días de San Juan Bautista, San Antonio Abad, entre otras.
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De acuerdo con el coleccionista Juan Jiménez, la paulatina desaparición de los juguetes mexicanos tradicionales , comenzó a registrarse hacia la década de los años setenta, como resultado de la industrialización del juguete.
Foto: El Universal Ilustrado
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Muchos de estos objetos lúdicos, fueron introducidos en América por los misioneros durante la Colonia, quienes los usaron como una herramienta más para su labor evangelizadora.
Pero hay otros que prácticamente ya no existen, como las tarascas , que todavía se pueden ver en fiestas populares la del Jueves de Corpus. La tarasca era un dragón alado de madera con ruedas, que también se vendía afuera de las iglesias. Este juguete surgió de una leyenda medieval que hacía referencia a este animal mitológico que se comía a las doncellas y de un caballero que lo mató. Este mito, traído por los españoles coincidió con las celebraciones del Jueves de Corpus.
fjb