Fuimos testigos de la fiesta del aniversario 84 del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la cual reunió a diferentes funcionarios y autoridades que, con orgullo y con alegría, presumieron la defensa del patrimonio cultural en el país y alabaron los trabajos arqueológicos y antropológicos alcanzados en casi un siglo. Ahora, la novedad fue el Tren Maya , proyecto prioritario del gobierno federal y que, con un comentario breve, se celebró en la fiesta que se realizó el jueves pasado en el patio del Museo Nacional de las Culturas del Mundo. “Tenemos una importante tarea, no sólo en el sureste y en la península, sino en todo el país”, afirmó Diego Prieto, quien en su mensaje celebró la lucha del INAH por ayudar al país a transformarse en “más justo, más equitativo, más incluyente y más democrático”. Del otro lado de la moneda se encuentran quienes son casi invisibles y que realizan la tarea más importante del Instituto; el personal eventual, que han sufrido la falta de contratos justos, violación de sus derechos laborales, retraso en pagos y, ahora, la falta de proyectos donde puedan ejercer su profesión. Aunado a eso, se encuentra el abandono a sitios arqueológicos, el saqueo y la venta ilícita de patrimonio nacional. Aunque la fiesta celebró los lados amables del INAH, hace falta que se visibilicen los lados oscuros , las voces no escuchadas y, lo más importante, que desde P alacio Nacional se hagan ejercicios de autocrítica para atender todo aquello que hoy necesita replantearse y modificarse.
Lee también: Gustavo Dudamel dirigirá la Filarmónica de Nueva York