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El bailarín y coreógrafo Raúl Tamez, primer mexicano que gana un Bessie Award, estrena hoy su primera obra de teatro: Niños Chocasangre, entre la dramaturgia y la danza.
Los Chocasangre se desarrolla en el siglo XXII, en medio de un reordenamiento económico con potencias transferidas a los países del sur, Asia y Medio Oriente; la franca decadencia de la Iglesia Católica y la amenaza de la extinción de la humanidad, mientras estalla la Quinta Guerra Mundial. Aunque es ficción, algo hay de premonitorio en su argumento: “La crisis del Vaticano o la extinción son planteamientos que creo que podrían ocurrir”. cuenta Tamez, en entrevista.
Las puertas de la supervivencia están abiertas, en el universo particular creado por el bailarín, para los seres alterados biogenéticamente. Sólo las personas con un ADN altamente mezclado y la raza negra tienen más oportunidades de vivir.
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Como si fuera el negativo fotográfico de la enajenación por la pureza aria, la piel blanca empieza a ser repudiada e intenta ser eliminada. Los gobiernos, entonces, hacen programas para incentivar a sus grupos a mezclarse.
“Eso significa Chocasangre: no pertenecer a la raza blanca, sino a razas altamente mezcladas o a la raza negra”.
En esta distopía hay un grupo secreto llamado Venado Azul, que está aislado del mundo hipertecnologizado. “Están en un lugar encriptado en el que desarrollan una sociedad basada en la cosmogonía de las culturas mesoamericanas del pasado; tienen su propia lengua y un consejo gubernamental formado por siete personajes que, a su vez, representan arquetipos, y son quienes relatan los sucesos de la obra”.
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La escenografía es minimal y alude al aislamiento y la austeridad. La danza y el teatro, subraya, sirven a sus propios intereses: uno tiene que ver con la palabra y la comunicación de ideas; otro, con la creación de metáforas visuales. La obra puede verse en el Teatro Varsovia (Varsovia 9, Juárez) los miércoles, jueves y viernes, a las 20:00 horas; sábados, 19:00, y domingos, 18:00, hasta el 11 de junio.