Luego de que el escritor regio David Toscana ha contado historias donde perdedores intenan reconquistar Texas, o un grupo de cirqueros desolados trata de fundar un nuevo orden, o un seudo detective busca resolver un asesinato con armas filosóficas, o un bibliotecario sólo quiere dejar en los estantes los libros que ama, ahora el narrador lleva a una tripulación de mediocres a conquistar el espacio viviendo vidas de la mejor literatura rusa en El peso de vivir en la tierra (Alfaguara), su nueva novela que se ubica en el Monterrey de los años 70 pero habla de la literatura de escritores que lucharon contra el régimen soviético, como Gogol, Dostoyevski, Tolstói, Chéjov y Bábel.
¿Ante el peso de realidad queda la literatura?
Hay en estos escritores varias de mis obsesiones, pero sobre todo quería mostrar que esa literatura rusa que me encanta estaba ubicada en un lugar importante, los escritores eran de algún modo los profetas del pueblo ruso y ellos creía en realidad que estaban allí para algo; no para contar historias, no para que les aplaudieran o para ver si en el suplemento los habían reseñado, no, estaban allí porque tenían una misión, y esa misión la acometieron de manera tan responsable y con tanto talento que se volvieron personas non gratas para el poder, personas peligrosas.
¿Autores que gozaron la literatura pero padecieron la realidad?
Todos fueron perseguidos de alguna forma, fueron desterrados, fueron asesinados, fueron a campos de concentración, estuvieron presos, los excomulgaron; ninguno en su vida sintió la paz de lo que era la libertad de expresión. Tenían reconocimiento por supuesto, y claro que los lectores rusos sí les daban este papel de profetas, había mucha discusión y se peleaban entre ellos, a veces literalmente, pero también su narrativa tiene que ver con cosas mucho más profundas de la condición humana. Ahí es donde digo que tenían este papel de profetas y se lo tomaron en serio y por eso hicieron tan buena literatura.
Lo más importante es que hoy, muchos años después, esas novelas no se leen como un planfeto político, se siguen leyendo como literatura, muchos temas son vigentes. No es que ahorita cuestionemos la emancipación de la mujer, pero muchos de los temas y la forma como los tratan, perfectamente puede ser parte del discurso contemporáneo.
¿Aquí hay caminos que usted siempre se traza, mapas, territorios, donde siempre hay una travesía, una aventura?
¿Ha llevado a sus personajes tras batallas, ahora los hace soñar con el espacio?
El viaje espacial tiene de algún modo la dimensión de los sueños del hombre mediocre que cree que podría llegar a ser algo, pero algo le falla que no lo logra; yo creo que todos hemos soñado con anotar el gol en la final del futbol, quizás viajar al espacio, ser grandes escritores, tener una voz maravillosa y cantar delante de 50 mil personas, o sea hay muchas cosas que de pronto soñamos, pero tampoco hacemos nada para lograrlo.
¿Esta novela es otra, pero laten muy dentro sus obsesiones, sus personajes desoladores y perdedores?
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