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La cartografía propuesta por Ernesto Lumbreras para analizar la obra y la vida del poeta Ramón López Velarde plantea claves, coordenadas, estaciones y entrecruzamientos, pero jamás atajos; su deseo es que los lectores se adentren a profundidad en la literatura del autor de Zozobra, La Suave Patria y La sangre devota para que descubran la potencia de su voz poética pero también su mirada actual que echa luz sobre el presente mexicano.
“Me interesa que se lea su erótica, su política, su manera de entender el país, ese ‘México de tierra adentro’, como él lo denomina en ese ensayito titulado La novedad de la Patria. Ramón López Velarde es una bengala que nos puede iluminar y hacer más inquietantes las preguntas que tenemos en este momento”, afirma el poeta Ernesto Lumbreras a propósito de su libro "Un acueducto infinitesimal. Ramón López Velarde en la Ciudad de México 1912-1921", publicado por Calygramma.
Un ensayo profusamente ilustrado que rinde homenaje a los estudiosos de la obra y de la vida de Ramón López Velarde, entre ellos Guillermo Sheridan, Luis Mario Schneider, José Emilio Pacheco, Gabriel Zaid, Marco Antonio Campos, Juan José Arreola y Juan Villoro; pero es sobre todo una cartografía para leer a un clásico moderno “en una lectura desde nuestro inquietante presente mexicano”, señala Lumbreras a EL UNIVERSAL.
Después de tres años de trabajo, a partir de trazar la ruta crítica que quería seguir, Lumbreras da cuenta de las coordenadas de su tiempo y de su estética, que le permiten afirmar que “López Velarde es un poeta que junto con Sor Juana Inés de la Cruz, Juan Rulfo y Octavio Paz son los cuatro autores mexicanos cuyas obras han dado lugar a una vastísima bibliografía. Ramón López Velarde forma parte de esa cuarteta, no obstante que sea el autor con menos reconocimiento a nivel internacional… Ramón López Velarde es un poeta del presente de la poesía mexicana; no lo ha dejado de ser, no obstante las mudanzas de gustos literarios y el relevo generacional; sigue siendo un poeta presente”.
Equivocaciones velardianas
Lumbreras escribió este libro que congrega crónica, biografía literaria, critica poética y ensayo histórico, porque quería poner a discusión varios temas, entre ellos que Ramón López Velarde ha sido leído muchas veces desde una zona de confort y desde lugares equivocados, y uno de esos equívocos es que La Suave Patria, su poema más popular, ha sido leído desde la superficialidad, sin las imbricaciones espirituales y culturales que Ramón López Velarde propone en ese poema.
“Coincide también su instantánea fama pública; la bandera que cubre el ataúd de Ramón López Velarde es la bandera oficial del grupo Sonora, de Álvaro Obregón, que evidentemente no es la bandera de Ramón López Velarde, el México de este periodo era un México que buscaba emular las imposturas del progreso, muy especialmente del progreso norteamericano respecto de las cuales Ramón López Velarde tenía pavor, entonces que Álvaro Obregón lo haya convertido en el poeta de la Revolución, en el poeta nacionalista, fue una fama instantánea pero equivoca”, apunta Ernesto Lumbreras.
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El autor de libros como "Lo que dijeron las estrellas en el ojo de un sapo", "Tablas de restar" y "Espuela para demorar el viaje" asegura que López Velarde no fue el único poeta convertido en símbolo, que esa situación equívoca también la han padecido José Martí y Federico García Lorca, por ejemplo, que se leen desde determinados miradores nacionalistas pero son algo más allá del poeta "Romancero gitano" o del poeta de la independencia de Cuba.
Pero también está el infortunio de que sigue siendo un poeta “de consumo interno”, que padece las dificultades para ser leído no solamente en otras fronteras lingüísticas, tiene dificultades, dice, para ser leído a plenitud, a cabalidad, en Argentina, en Ecuador, en España.
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“Creo que ha faltado, y no a descargo de la obra de Ramón López Velarde, una suerte de embajadores, de divulgadores, de traductores, que pongan en su cabal complejidad al poeta zacatecano. Creo que Ramón López Velarde tiene la misma altura de los llamados fundadores de la poesía de lengua española —el término es de Saúl Yurkievich—, donde están Huidobro, Neruda, Vallejo, Borges, Paz, Lezama Lima, pero no figura López Velarde, y creo que tiene los méritos para aparecer en esa lista de notables, y no lo está”.
Pese a que ha tenido lectores importantes, Borges y Neruda fueron dos de ellos, sin embargo ninguno de la Generación del 27, poetas y ensayistas como Guillén, Salinas, Luis Cernuda, Bergamín, se interesaron en Ramón López Velarde, “un poeta que comparte las dos orillas como Tomás Segovia, también se pregunta esto con extrañeza: ¿por qué Ramón López Velarde no interesó a los poetas españoles de la generación del 27 y la Generación del 98?”
A Lumbreras le inquieta que José Lezama Lima pudo haberse entendido con la poesía de López Velarde, desde “ese elemento consanguíneo que es la poesía barroca, desde Góngora”, pero no le interesó. Reconoce que la obra de Ramón López Velarde tiene distintas estaciones y efectivamente tiene una parte compleja.
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“José Emilio Pacheco, uno de los grandes lectores de Ramón López Velarde, decía que hay estrofas de 'Zozobra', incluso estrofas de 'La Suave Patria', que uno no puede sacar en claro qué es lo qué está diciendo, qué implicaciones simbólicas, lingüísticas hay ahí; sin embargo, creo que importa cómo se escucha, cómo se amalgama el lenguaje, cómo se radicaliza la experiencia verbal en ciertos pasajes de la poesía de Ramón López Velarde”, afirma.
"Un acueducto infinitesimal. Ramón López Velarde en la Ciudad de México 1912-1921", que está pensado para los lectores velardianos, aparece en la antesala de la conmemoración, en 2021, del centenario de la muerte del poeta, quien falleció cuando a los 33 años, víctima de una bronconeumonía.
Se trata de un estudio puntual y profundo sobre los casi 10 años que el poeta vivió en la Ciudad de México, que son para Lumbreras los años de su asentamiento. “Es una etapa de asentamiento emocional y espiritual de un poeta que llega muy joven a la Ciudad de México, con diferentes búsquedas, dos muy importantes: el presente y el futuro político; al López Velarde que llega en marzo de 1912 le interesaba la parte artística, literaria y poética, y la política; el joven escritor, el joven abogado, el joven maderista sabía que había que ir a la Ciudad de México para mostrar sus armas y sus letras”, concluye Ernesto Lumbreras.