No hay duda de que la Feria Internacional del Libro de Guadalajara va y que será en formato híbrido en dos sedes principales: Expo Guadalajara y el Centro Cultural Universitario, en este último se instalará la FIL Niños en espacios abiertos que ya se están montando. En lo que hay duda es en cómo será y cuánto preservará de su imagen tradicional, de su quehacer cultural y de la fuerza con la que los editores arribarán a la fiesta del libro que se realizará del 27 de noviembre al 5 de diciembre próximos. Lo que es ya seguro es que la feria será más pequeña, tendrá un recorte importante de alrededor del 30% en todo: presupuesto, editores, oferta de libros, invitados, programa de actividades, medios registrados, personal contratado y vehículos asignados. Las cosas no están para un gran despliegue, eso es razonable; incluso se entiende que esperen hasta los últimos días de octubre para presentar su programa general, pero lo que los tiene con el alma en vilo es la presencia de Perú, País Invitado de Honor que, a menos de dos meses del encuentro, enfrenta una crisis cultural pues excluyó a nueve escritores de renombre porque ya habían ido a varias ferias, y otros 10 escritores han renunciado a ser parte de la delegación que propone el gobierno de Pedro Castillo. La inquietud más profunda de la FIL es que el invitado principal no llegue a la fiesta.
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