En la Biblia se menciona que Jesucristo rescató a una mujer que iba a ser lapidada... Es decir, el linchamiento es tan antiguo como la , sólo que ahora ocurre con más frecuencia en redes sociales.

“El linchamiento digital, extrapolación del linchamiento tradicional, es una catarsis social y una exigencia de justicia ante el poder que comete atropellos. Es la manera en que la sociedad digital se hace justicia por sus propios medios”, apunta Luis Ángel Hurtado Razo , investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

A diferencia de lo que sucede con el linchamiento tradicional, que es perpetrado por personas que están alrededor del linchado, en el digital, los usuarios de las redes sociales muchas veces no conocen al linchado o no saben que hay empresas creadas ex profeso para linchar a un individuo en particular o a otras empresas, instituciones o gobiernos.

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“El linchamiento digital es más rápido y, también, más poderoso porque se degrada la imagen, tanto pública como privada, de la persona linchada”, dice el investigador universitario.

Además, no se sabe cuándo es fabricado. Vuelto tendencia, muchos más se unen a él y aumenta su fuerza.

Avalancha terrible

“Con el linchamiento digital, la sociedad trata de autorregularse y hacerse justicia por sus propios medios, porque el Estado está rebasado en sus facultades. Desde esta perspectiva es benéfico. Pero no lo es cuando se usa para linchar a inocentes”, subraya Hurtado Razo.

Los linchadores digitales no se percatan del daño que pueden causar, pues acaban con el prestigio o la reputación pública de una celebridad o un ciudadano común. Incluso son capaces de orillar al suicidio, como ocurrió, en el contexto del movimiento MeToo , con Armando Vega Gil, bajista de Botellita de Jerez.

“Un linchamiento digital es como una bola de nieve que comienza con un comentario, una fotografía, una grabación o un video que se origina y viraliza en las redes sociales. Luego migra a otros espacios: portales web, medios de comunicación digitales y tradicionales. Y entonces se desata una avalancha terrible.”

En ocasiones, un linchamiento digital puede convertirse en un linchamiento físico. Hace unos años, en Puebla, se corrió la voz, vía WhatsApp , de que dos secuestradores de niños habían llegado a Ajalpan. Del rumor se pasó a la violencia: una turba los agredió y, finalmente, la policía no pudo impedir que fueran quemados. En realidad, se supo después, eran dos encuestadores que recopilaban datos sobre nutrición en niños basada en el consumo de tortilla.

“Todos estamos expuestos a ser víctimas de un linchamiento digital por una foto, un video o un comentario coyuntural o antiguo. Ahora bien, un linchamiento digital puede iniciarse en cualquiera de las redes sociales: Facebook, Instagram, Twitter , WhatsApp, YouTube, Tik Tok, aunque en Twitter y Tik Tok, con su formato de videos cortos, se viraliza más rápido y, por medio de éstas, llega rápidamente a las demás”, señala Hurtado Razo.

Bots linchadores

Las fake news (información falsa que se hace pasar por verdadera) van de la mano del linchamiento digital y se crean para acusar y desprestigiar a un actor, una empresa, una institución o un gobierno.

Hay toda una industria de la desinformación integrada por empresas que generan fake news y son contratadas para que con sus ejércitos de bots manipulen a la opinión pública a conveniencia de sus contratantes.

Un caso emblemático sucedió en México en 2020: circuló una fake news en video para convencer a la ciudadanía de que no existía la Covid-19 y que los médicos estaban matando a los pacientes para sacarles el líquido de las rodillas y hacerse millonarios.

Su objetivo fue linchar digitalmente a tres actores: el gobierno (por su estrategia nacional para mitigar la propagación del SARS-CoV2), el subsecretario de Salud, Hugo López Gatell; y el personal médico de los hospitales.

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Del linchamiento digital se pasó al físico. En la calle, médicos y enfermeras fueron agredidos. México fue, junto con Brasil y Turquía, uno de los países donde la gente agredió a personal médico.

Hoy en día, desde los órganos de poder político también se orquestan linchamientos digitales contra actores políticos, medios de comunicación, instituciones, líderes, luchadores sociales, Organizaciones No Gubernamentales, etcétera.

Por ejemplo, cuando un discurso tiene una fuerte carga emotiva, no falta quien rescate esa narrativa en las redes sociales para comenzar un linchamiento digital en contra de diversos actores políticos, económicos y sociales; o incluso en contra del mismo autor del discurso.

Se ha exigido a Facebook y a las otras redes sociales que bajen cuentas que difunden fake news e incitan al odio y a la discriminación, pero no lo han hecho por dos principios que se debaten a nivel internacional: el derecho a la información y la libertad de expresión.

Si ese derecho y esa libertad son censurados, se violenta también el derecho de terceros a consumir la información. Aunque más exigente ahora, Facebook mantiene su argumento de no privar a la gente de esas libertades.

“Como a nivel legal no se puede hacer gran cosa, ya que cualquier acción en ese sentido sería interpretada como una intromisión en la vida privada de Facebook, Instagram, Twitter..., que no están bajo el servicio público, como otros medios, sólo se puede exhortar a estas empresas para que modifiquen sus políticas. Mientras esto no suceda, todos —la ciudadanía y cualquier empresa, institución y gobierno— estamos indefensos ante un linchamiento digital”, finaliza Luis Ángel Hurtado Razo.

Luis Ángel Hurtado Razo 

Investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM

“Un linchamiento digital es como una bola de nieve que comienza con un comentario, una fotografía, una grabación o un video que se origina y viraliza en las redes sociales”