En redes sociales ha surgido un nuevo grito de protesta: . A finales de abril, cibernautas comenzaron a preguntarse qué estaba ocurriendo en la alcaldía Cuauhtémoc, pues el colorido de los rótulos sobre las paredes de lámina de los puestos callejeros había sido sustituido por el monótono color blanco y el gris del logo de la alcaldía.

El 25 de abril, la alcaldesa Sandra Cuevas anunció el inicio de la Jornada Integral del Mejoramiento del Entorno Urbano, en coordinación con comerciantes en vía pública. Fue en esta jornada que se eliminaron los rótulos, sin embargo esta medida no se especifica dentro de las acciones a realizar que se detallan en el boletín publicado ese día, pues en él sólo se informa sobre la conservación “siempre limpia” de su área de trabajo, “evitar objetos fuera del área de trabajo asignada a cada comerciante y procurar que la basura generada se sitúe en un solo lugar” y la implementación de una jardinera “que servirá para contribuir a mejorar la imagen urbana de nuestra hermosa demarcación”.

Las protestas por la eliminación de la gráfica popular alcanzaron su punto máximo la semana pasada.

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Rechida, la Red Chilanga en Defensa del Arte y la Gráfica Popular (@re.chida), uno de los impulsores de la manifestación en contra de las medidas de “orden y disciplina” —como declaró la alcaldesa— ahora convoca a la recolección de fotografías de los rótulos eliminados, con el objetivo de crear un archivo digital.

Sin embargo, la inconformidad de los habitantes no fue suficiente, pues la alcaldía informó el pasado 19 de mayo que se intervinieron mil 493 puestos metálicos con pintura blanca, cifra “que representa 99% de los que hay dentro del perímetro, sólo se excluye aquellos cuya autorización no depende de esta administración” y se afirma que los comerciantes y la alcaldesa mantuvieron un diálogo en el que habían coincidido en la “necesidad de mejorar la imagen urbana”, se lee en un comunicado.

“El programa en su totalidad continúa. Hay testigos de que ya hubo mesa de negociación con los comerciantes”, informó la Alcaldía Cuauhtémoc a EL UNIVERSAL sobre el programa que, a pesar de las inconformidades, sigue en pie.

El pasado viernes, durante su comparecencia ante las Comisiones Unidas, Cuevas afirmó que los rótulos “no son arte”, conceptualización que ya se debatía entre internautas. Al respecto, Enrique Soto Eguibar, investigador titular de tiempo completo “C” en el Instituto de Fisiología de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y autor del libro Gráfica popular mexicana, explica que los rótulos “son arte, cultura urbana y simplemente tienen un objetivo comercial, pero si el que lo pinta tiene inspiración, hace cosas que son de la cultura popular muy interesantes”.

El miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel III es apasionado de los rótulos desde los años 70, cuando empezó a fotografiar rótulos con la intención de preservarlos aunque sea en fotografía. Ahora cuenta con un archivo de 3 mil registros.

Contrario a la opinión del investigador, la doctora en Historia y directora de la revista Artes de México, Margarita de Orellana, clasifica al rótulo dentro de la categoría de gráfica popular y cultura urbana, mas no en la de arte, pues al final es una vertiente de la publicidad.

“No es un arte, es un oficio, realizado por personas que tienen un don para atraer con gracia a los clientes. No necesariamente es patrimonio cultural, pero tienen relevancia cultural por ser una publicidad con espontaneidad y gracia. No es necesariamente muy elaborado”, explica De Orellana y agrega que otra característica natural de los rótulos es que son imposibles de “uniformizarlos”.

Por su parte, el doctor en historia del arte e investigador titular “C” en el Instituto de Investigaciones Estéticas, Peter Krieger, explica que las distinciones entre lo que es o no arte no son muy claras: “Creo que la palabra clave es la creatividad de comunicación visual, no es importante si es una obra de arte para exponer en un museo, sino que es una contribución a la cultura popular”.

“Lo que tratamos de rescatar es la idea de que el rótulo juega un papel importante dentro de la cultura mexicana moderna, de la cultura alburera, de la cultura que se ríe de sí misma”, explica Soto Eguibar.

El investigador ubica el origen de los rótulos desde la antigua roma, pues durante los años 80 se descubrieron en Pompeya pictogramas que anunciaban la venta de mercancía. Desde entonces, el rótulo cumplía con la función de informar a nivel comercial: “Supongamos que alguien no sabe latín y (a partir del pictograma) entiende que un lugar es una panadería”.

Tanto De Orellana como Eguibar recuerdan que los rótulos no son propios de México, sin embargo, los nacionales se caracterizan por “la manera simpática y a veces naïve, inocente, en que se muestran los elementos del rótulo. Digamos que sí son arte, son arte naïve, inocentes”, pero también con carga sexual, agrega el investigador.

Los especialistas coinciden que la relación emocional que hay entre los rótulos y los capitalinos es este toque de sentido de humor que transmiten.

Sobre la idea de perder los rótulos, Soto Eguibar califica su eliminación como una “tontería” comparado con los verdaderos problemas que atañen al país. “Más bien se deberían promover, en lugar de eliminar. Están eliminando además un derecho de los comerciantes, que es anunciarse. Hay otras prácticas culturales que sí se deberían eliminar, como tronar cuetes porque estos sí hacen daño, los rótulos no dañan a nadie”, afirma.

“Eliminarlos es indignante, es increíble que en la actualidad se den estos actos francamente represivos”, agrega.

Krieger explica que mientras el exceso de publicidad en formatos de espectaculares invaden la arquitectura de la ciudad, el rótulo de los puestos callejeros no representa una contaminación visual porque a través de “una letra bonita” y dibujos “da vida a una colonia” por su creatividad.

Sin embargo, pese a la aportación cultural de los rótulos, los expertos coinciden en que es difícil su preservación por la naturaleza efímera de estas gráficas:

“Los rótulos son arte efímero, tienen una cierta duración si son de buena calidad, si no se prepara bien la pared duran menos. Por eso hago ese trabajo fotográfico freelance, para preservar hasta donde es posible el rótulo. Hay otros intentos de preservación, como los libros”, explica Soto Eguibar.

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El panorama actual

Margarita de Orellana destaca que el rótulo con sentido del humor y caricaturesco ya escasea en la Ciudad de México, si se compara con otras ciudades, como Puebla, pues en la capital la impresión ha ganado terreno.

Martín Hernández Rojas, el último propietario de un taller en la calle de los rotulista, es decir en República de Perú, en el Centro Histórico, ha vivido la decadencia del rótulo manual, pero ahora siente la suficiente seguridad para hacer la siguiente afirmación: los rótulos están recobrando fuerzas gracias a las nuevas generaciones.

Hernández Rojas se ha mantenido activo con clientes de pequeños negocios locales, hasta clientes institucionales como la SEP y el Seguro Social. Otra de sus fuentes de trabajo son los museos capitalinos, como el Tamayo, El Chopo, ExTeresa Arte Actual, entre otros, donde pinta a mano los títulos de las exposiciones, los créditos de exhibición y las frases museográficas.

“La gente se dio cuenta que es más duradero el pintado a mano y las nuevas generaciones se han dado a la tarea de aprender esta técnica antigua”, afirma.

En los últimos cuatro años, el rotulista ha ofrecido cursos y talleres, sin afán de lucro, sino con el fin de difundir el rótulo.

“Limpieza” de rótulos de Cuevas, un atentado contra la cultura urbana
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