Aunque el ideario político en el que se fundamenta la Nueva Escuela Mexicana está sobre todo expuesto en los dos materiales que van dirigidos a los maestros titulados Docente y Un libro sin recetas para la maestra y el maestro, los otros tres materiales que conforman la nueva familia de Libros de Texto Gratuitos que elabora la Secretaría de Educación Pública, a través de la Dirección de Materiales Educativos, tienen “deslices” ideológicos en las actividades propuestas, en el lenguaje que manejan y en las lecturas recomendadas para complementar temas como pensamiento crítico, desarrollo del pensamiento creativo y prácticas culturales.
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La investigadora del Centro de Lingüística Hispánica de la UNAM, Celia Díaz Argüero, señala que ese ideario —por llamarlo de algún modo— no aparece abiertamente en los tres libros de texto Fase 3, que incluye primero y segundo grado de primaria y que han comenzado a circular en PDF y a través de Drive. Materiales que —por anteriores experiencias— parece que la propia institución ha “filtrado” para socializarlos entre el magisterio, pero sin que los haya presentado de manera oficial.
“En realidad esos deslices están más bien dados en algunas instrucciones, por ejemplo, cuando indican: ‘De forma individual, siendo solidario y con ayuda de tu maestro, escribe en tu cuaderno el abecedario’, no entiendo cuál es la relación entre la solidaridad y el alfabeto. Más bien tendría que ser un carácter más general de promover una convivencia armónica. Etcétera, pero sí el uso de ciertas palabras apunta hacia otro lado”, señala la especialista en adquisición y desarrollo de la lengua escrita y doctora por el Cinvestav, quien junto con otros cuatro investigadores y pedagogos hablan con EL UNIVERSAL del análisis que hicieron de los nuevos libros de texto.
En los nuevos libros diseñados por esta administración no saltan a simple vista términos como lucha de clases, opresor, oprimido, capitalismo o colonialismo, pero subyacen términos como comunidad, solidaridad e igualdad. Todos son materiales que tienen entre 86 y 397 páginas, que ya no se dividen por asignaturas, sino en cuatro Campos formativos y siete Ejes articuladores; que se rigen por la pedagogía crítica de Paulo Freire y otros pensadores.
La pedagoga y estudiosa de la reforma educativa de 2007, Carolina Crowley asegura que no sólo están mal hechos, sino que hay un exceso de ciertos términos que estorban en lugar de ayudar en el proceso educativo.
“En lugar de decirle a los niños ‘vamos a trabajar en equipo o formen sus equipos’, ahora los maestros les tienen que decir ‘de forma colectiva, en comunidad y de manera solidaria, reúnete’, pero es sólo lenguaje. Parecería ser que el gran cambio está en llamar a los equipos, comunidad, de decir: ‘de forma individual, pero tomando en cuenta a tu comunidad, de manera solidaria…’ Es un lenguaje muy rebuscado. Ojalá se hiciera comunidad nada más nombrándola”.
Crowley asegura que son una herramienta pero no son mágicos, “tampoco se hace la revolución a partir de los libros de texto. Me gustaría que presentaran una didáctica adecuada para la enseñanza de la lectura, la escritura, el cálculo, el conocimiento de su entorno, pero no es así”.
Y hablando de lenguaje, habla de ejemplos “brutales”. “Dicen: ‘no corrijas al niño. Si el niño dice fuistes, respétalo. Déjalo que diga fuistes, y haiga, en vez de haya, porque están en sus usos y costumbres o porque es la manera en la que expresan’, entonces haiga sido como haiga sido”.
La también doctora en Pedagogía, Irma Villalpando Hernández, señala que el enfoque de la Nueva Escuela Mexicana es un enfoque sociopolítico que toma como punto de partida una lectura de la realidad ideológica, “lo que significa en contra del neoliberalismo, del sistema capitalista porque es opresor, porque es desigual, porque genera inequidad, porque nos ha traído todos los males que tenemos en la sociedad”.
Y que desde esa lectura de la sociedad dividida entre “poderosos por ricos, y oprimidos por pobres”, que son las “epistemologías del sur”, que hace una lectura de la realidad donde apuntan que los males que vivimos y la situación social de América Latina es producto tanto del capitalismo como del colonialismo, “esa es la vertiente teórica del plan de estudios, pero la concreción de los libros de textos para los niños es polémica por su elaboración porque ha sido en muy poco tiempo, porque quien los está dirigiendo no tiene una trayectoria en educación básica”.
Sin embargo, aunque pareciera que sólo en los libros para los maestros está el ideario de pensadores como Paulo Freire con su pedagogía crítica, la realidad es que en los libros para niños, maestros y padres como es el libro Nuestros saberes, ofrece, entre las lecturas complementarias o recomendaciones para tener más información, ensayos y artículos de gente como Luís Geolás de Moura Carvalho, un militar, empresario, político y gobernante brasileño que habla del desarrollo del pensamiento creativo en el ámbito educativo.
Pero también hay un material de Colombia, a cargo de Hilda Guerrero, que refiere que el trabajo colaborativo es esencial para el desarrollo del pensamiento crítico. O como el libro Prácticas culturales coordinado por los argentinos Laura Itchart y Juan Ignacio Donati, que asegura que las prácticas culturales “hablan más de nuestra vida cotidiana que del panteón de los consagrados de cualquier museo de arte” y ven al alumno como un ser que debe cumplir un papel “agentivo”.
Este último señala en su introducción: “Así, con el discurso de las diferencias culturales, en donde hay un sentido preferencial que sostiene la élite, se ha evitado nombrar a la desigualdad cultural como producto de la lucha por el poder”, es una lectura recomendada para entender mejor el tema de “Los círculos del diálogo”.
Obras en acción
“La nueva familia de Libros de Texto Gratuitos” que para primer año de primaria de conforman de seis materiales, además de los dos para los maestros: Docente y Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro, y cuatro para los alumnos: Aula, Escolar, Comunitario y Nuestros saberes: libro para alumnos, maestros y familia, y que están siendo confeccionados por la Dirección de Materiales Educativos de la SEP, a cargo de Marx Arriaga, se comenzaron a anunciar en febrero de 2022, pero quedaron establecidos a partir del Acuerdo Secretarial publicado en el Diario Oficial de la Federación, el pasado 17 de agosto. Son libros que preocupan mucho a los pedagogos e investigadores expertos en educación, varios de los cuales han estado cerca de los rediseños de los libros de texto, reformas educativas y han trabajado con la SEP en administraciones pasadas.
Judith Kalman asegura que su preocupación con los nuevos materiales de la SEP tiene que ver con que las secuencias didácticas no son adecuadas para lectores y escritores emergentes, para la mayoría de los niños de seis y siete años que empiezan a leer y escribir. “Son más bien para alumnas y alumnos que ya saben leer y escribir, que tienen experiencia con diferentes tipos de textos, que conocen diversos discursos, que saben localizar información en un texto y extraer y registrarla en otro formato. Suponen también que los niños y niñas ya pueden escribir textos comprensibles para otros”.
Díaz Argüero afirma que son “gravísimos” los errores en términos didácticos. “Se da por hecho que los estudiantes saben leer y escribir. No hay un trabajo específico ni sistemático sobre el lenguaje. Como no hay una organización de los contenidos de acuerdo con su complejidad, los proyectos pueden realizarse en cualquier orden. Es decir, el lenguaje como materia de aprendizaje, se desdibuja”.
Irma Villalpando, apunta cuatro carencias: son deficitarios en términos de didáctica específica, carecen de didáctica específica, de secuencias didácticas y de gradualidad de los contenidos. Coincide con Kalman “no están acorde a los niños de 6 y 7 años”. Además son libros mal hechos, como apunta Crowley: “Lo que tenemos ahorita es un revoltijo donde un niño de primer año de primaria va a acabar haciendo aproximadamente 70 proyectos, y el riesgo es ‘háganlo como quieran, al nivel que quieran’”.