Más Información
Ceci Patricia Flores gana premio al “Libro del Año" 2024; "Madre Buscadora, crónica de la desesperación", es su obra
Perfilan que Megafarmacia cambie rol en distribución; servirá para medicamentos que requieran congelación y como reserva estratégica
San Lázaro recibe iniciativa de Sheinbaum para crear Secretaría de las Mujeres; Conahcyt será del Estado
Elección judicial: Juez frena cese masivo de magistrados y jueces; previene afectar estabilidad laboral y carreras
FOTOS: Así es es el antimemorial del Poder Judicial en el Senado; trabajadores develaron obra de Guilebaldo Carreón
yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
En 2013, Ana Clavel ya sabía que iba a trabajar en una historia sobre el corazón porque en distintos libros se había ido dando cuenta de ese interés que la perseguía de entrar en esa zona secreta donde conviven el dolor y el paraíso; pero esa historia devino en cuatro que dieron lugar a Breve tratado del corazón (Alfaguara), una novela narrada a cuatro voces y en la que se entrecruzan los destinos.
En esta historia que firma como Ana V. Clavel, la autora de libros que siempre dan origen a proyectos “transliterarios” que conjuntan video, fotografía, instalación, intervención artística y performance, hizo entrecruzar los destinos de una mujer que a punto de suicidarse se detiene al pensar que no ha visto el Taj Mahal; un hombre operado del corazón que al salir del hospital descubre que es otro; una joven descuartizada que deambula como alma sin rumbo; y un sicario caníbal.
Aunque el primer personaje de esa novela se le reveló en 2010, la temática del corazón habita a Ana V. Clavel desde El dibujante de sombras, cuando surge la imagen de que el corazón es el laberinto más perfecto; después en CorazoNadas trabajó minificciones irónicas, juguetonas, críticas del tema del corazón; y luego reapareció en el corazón del lobo en El amor es hambre, donde aparece como una apetencia carnívora.
Pero los entrecruzamientos no sólo han sido en la ficción, porque la realidad se le ha atravesado. En 2014, cuando ya trabajaba el personaje de Horacio, de pronto en el portal Nuestra aparente rendición, aparece la noticia de la chica enmaletada en el metro San Antonio, muy cerca de su casa, y eso la llevó a incluir la posibilidad del corazón violento y del corazón sacrificial.
“En realidad lo que subyace en todos los personajes es un corazón inquieto, el concepto de que nuestro centro, nuestro corazón está en desasosiego, está buscando siempre un sentido, una razón que le dé dirección; que no importa si es por el amor, si es por la carencia económica, si es solamente por el crimen, hay un desasosiego a nivel de civilización, a nivel de sociedad, a nivel individual que cargan ese corazón simbólico de mucha perturbación”, asegura.
Ana V. Clavel dice que Breve tratado del corazón está muy alejada de la idea romantizada e idealizada del corazón en “la que de pronto queremos cifrar como expectativas de índole más fugada, no en balde el poder de las series, de Hollywood, que son equilibrios de pronto necesarios; es que de pronto tenemos todos que buscar asideros que reconfiguren, aunque sea a nivel de microcosmos, el gran caos universal que en buena medida armamos entre todos”.
La autora de Las violetas son flores del deseo y Los deseos y su sombra, sabía que la novela tenía que ver con esta historia del corazón pero de pronto con todos los materiales literarios y de la realidad fueron surgiendo redes capilares en torno a este flujo sanguíneo principal que es el corazón, plantearlo desde un tratado e ironizar con la idea de la brevedad.
De ahí que es un libro que congrega a otros libros, recupera frases, ideas de otros autores.
“Es una manera de trabajo que tengo y que he trabajado en otros libros; acostumbro sumergirme en el tema, darme una buena zambullida, a veces como por un tiempo prolongado, pero a veces por otros proyectos paro, pero cuando retomo es inmersión es completa”.
A su Breve tratado del corazón fue entrando la realidad pero no solo por la violencia criminal, “sino una que te va enajenando, te va despersonalizando, te deja sin salidas existenciales… Meto también el síndrome del corazón roto, que el corazón se rompe por una emoción muy fuerte, se lastiman sus paredes y viene un colapso y puedes morir, por una gran pena o una alegría”.
Ana asegura que le damos cargas al corazón por nuestra necesidad de metaforizar, nuestra necesidad de darle sentido nuevamente al universo, y la metáfora en sí es una forma poética pero también es una forma de narrativa, te explica a nivel de imagen una configuración del universo.
“Hemos dotado al corazón de una responsabilidad, pero a la vez esta toda esta carga muy lúdica en el sentido de construir ese imaginario tremendo de que es muy veleidoso; uno no sabe las fuerzas secretas que están en su interior, por eso digo que el corazón es un misterio, me interesaba esa interioridad del corazón como un bosque, este corazón boscoso que de ponto nos habita y lleva a sorprendernos de la cantidad de penumbras, claroscuros y densidades de los que estamos hechos”, concluye la narradora.