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yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
Pasaron 10 años para que el escritor español José Ovejero publicara un nuevo libro de cuentos. Tuvo que ver su fortuna en la novela, pero también su pasión por pensar el relato breve más como un conjunto de historias que como una historia unitaria. Tras esa década de silencio ha publicado Mundo extraño, un libro con historias íntimas, desaforadas, absurdas y cotidianas.
“Hacía muchos años que no publicaba cuento, tenía la impresión de que había perdido la mano, o que si podía escribir un cuento pero ya no podía pensar como antes. Yo no publicaba cuentos sino libros de cuentos, no era que escribiera historias que luego reunía sino que estaba pensando en un tema y a partir de definido el tema iba escribiendo cuentos. No era capaz de ir escribiendo cuentos sueltos, era capaz de hacerlos por encargo, pero no es la manera que a mí me gusta”, señala el narrador y poeta.
En entrevista, Ovejero dice que a él le gusta tomar un tema y empezar a crear historias que le permitan acercarse a ese tema desde distintos lugares. Por eso, aunque se siente cómodo en el cuento y le gusta mucho, no había encontrado un tema hasta que llegó Mundo extraño.
“Tenía la impresión de que había escrito ya varios libros de cuentos, de corte muy realista, psicológico, esa especie de búsqueda de lo oculto en las relaciones y los individuos y, aunque me había gustado mucho escribirlos, me parecía que había una limitación que me gustaría romper, pero no acababa de ver cómo”, afirma.
En ese alto que hizo en el relato breve, el autor se dio cuenta de dos cosas: que en sus novelas de los últimos años había dos vías paralelas o divergentes: la de la novela intimista en la que juega con los deseos ocultos de los personajes, como en La invención del amor o en La seducción; y novelas como La comedia salvaje o Los ángeles feroces, que son mucho más explosivas y disparatadas en las que la psicología de los personajes no es tan importante, sino la atmósfera y lo disparatado.
“Me di cuenta que yo podía acercarme a esa extrañeza del mundo desde los dos puntos de vista, el más intimista, psicológico e individual, y ese otro más explosivo, disparatado y juguetón. Entonces fue cuando empecé a vislumbrar la posibilidad de escribir un libro de cuentos. No fue que me planteara: ‘Vamos a ver si el mundo es extraño’, más bien hablar de ese mundo extraño con cuentos igualmente extraños”, afirma el ganador en 2013 del Premio Alfaguara de Novela.
Lo que logró en este libro publicado por Páginas de Espuma fue crear situaciones en las que los personajes están en una condición precaria, en una situación difícil, incómoda, tensa, en la que siempre puede ocurrir algo, quizás una amenaza. Ese es su punto de arranque, imaginarse a los personajes en esa situación, pero no siempre ocurre algo concreto. “Lo que se va desvelando son los tipos de tensiones en los que están esos personajes, su soledad, sus deseos, miedos, eso es lo que va aflorando mientras voy escribiendo; son personajes que están vivos”.
El método creativo de Ovejero en el cuento ya no tiene que ver con la idea aquella de Julio Cortázar de que el cuento se gana por nocaut y la novela por puntos. Más bien cree en el cuento como una intensidad que tiene que ver con esa incomodidad creciente que a veces explota pero no siempre. Tampoco trabaja con historias completamente planificadas de principio a fin.
“No planifico cada cuento, de hecho no tengo ni idea de qué va a pasar en ninguno de los cuentos que empiezo; no soy uno de esos escritores que dicen ‘tienes que conocer el final y todo el cuento se dirige a ese final’. Me parece una teoría interesante pero no es la mía. Yo empiezo con una situación, no tengo ni idea de a dónde voy pero sé que cuando tengo ya una sensación, una emoción de base, los cuentos van a ir encontrando su lugar, que en el fondo es como cuando escribo una novela, tengo mis ideas sobre la novela pero las aparto porque cuando ya estoy escribiendo dejo de pensar como un teórico de la literatura y estoy solo”, afirma Ovejero.