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Octavio Paz, dice Enrique Krauze, solía decir una frase sobre Marie-Jo, su esposa. “Fue lo mejor que me ocurrió en la vida, después de nacer”. Ayer, la compañera de vida e inspiración del Nobel de Literatura falleció en su casa de Polanco. Con su muerte surge una gran inquietud en torno al destino del legado del poeta que Mariyó —como la llamaba el autor de El laberinto de la soledad—, resguardó celosamente durante más de 20 años.

En abril pasado se conmemoraron los 20 años de la muerte de Paz y estudiosos del poeta advirtieron que existía una genuina preocupación por los derechos de autor de Octavio Paz. “Lo más preocupante es la biblioteca, sus archivos, sus cartas, Marie José Paz ya está grande y me preocupa muchísimo que ella no haya accedido a que un agente literario llevara todo lo que tiene que ver con el legado de Octavio Paz, me preocupa mucho que el gobierno mexicano no tenga el bastión ni el respeto como autoridad moral para convencer a Marie-Jo de la necesidad de que ese archivo se quede en México y no se vaya por ejemplo a Estados Unidos. Todo eso lo podríamos perder por un problema de respeto al autor, a la obra y, en este caso, muy importante, al único Nobel de Literatura que tiene México”, indicó Braulio Peralta a este diario.

La muerte de Marie-Jo ocurre sin una Fundación existente, sin la beca de poesía que otorgaba ni el Premio Internacional de Poesía y Ensayo Octavio Paz; sin familiares cercanos y sin tener certezas acerca de lo que la viuda y heredera universal había resguardado. La secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda, adelantó ayer que la dependencia y el abogado de la viuda están revisando documentación y tomará tiempo saber qué podría suceder con el acervo del poeta.

Un amor profundo. Marie-Jo conoció al ensayista en 1962 en el barrio de Sunder Nagar de la capital de la India. Por azares del destino coincidieron meses después en las calles de París para posteriormente viajar juntos a Nueva Delhi, donde él fungía como embajador de México.

Marie-Jo Paz se convirtió en leal compañera del ganador del Premio Nobel mexicano, compartían viajes, escritura, notas y pasión por la vida. Desde el fallecimiento del autor de “Piedra de sol”, en 1998, hasta ayer, fue la más devota guardiana de la obra de Octavio Paz.

La muerte de Marie-Jo fue dada a conocer por María Cristina García Cepeda, secretaria de Cultura. “Siento profundamente el fallecimiento de Marie-Jo Paz, viuda de Octavio Paz y amiga entrañable. Comparto mi pena con sus amigos cercanos y la comunidad intelectual”, escribió la funcionaria. Además, en esa red social compartió un fragmento del poema “Viento entero”, dedicado a Marie-Jo: “…la tomé de la mano/ juntos atravesamos/ los cuatro espacios los tres tiempos/ pueblos errantes de reflejos/ y volvimos al día del comienzo...”.

La Secretaría de Cultura reportó que Marie-Jo fue hallada sin vida ayer a las 11 horas en su casa por la gente que trabajaba con ella. Y por instrucciones de García Cepeda la dependencia se hizo cargo de los protocolos legales pertinentes. Sus restos fueron velados desde ayer por la noche en la funeraria ubicada en Félix Cuevas.

El presidente de la República, Enrique Peña Nieto, también publicó sus condolencias en Twitter: “Lamento la pérdida de Marie- Jo, compañera entrañable de Octavio Paz e integrante importante de la comunidad cultural de México. Mis condolencias a sus familiares y amigos”.

El acervo del poeta. El resguardo del archivo de Octavio Paz quedó en manos de Marie-Jo. Hay voces que afirman que gracias a su empeño todo se mantiene en México, pese a que fueron muchas las instituciones de diversa índole y de diferentes países las que le ofrecieron en repetidas ocasiones importantes sumas. Nunca aceptó, pues, se dice, jamás le interesó el dinero.

Este cuidado, advierten otros estudiosos, impidió que se conociera a cabalidad en qué consistía el acervo. Hay diversas historias que documentan cómo Marie-Jo fue muy selectiva y, muchas veces, fue un muro que impidió que se revisaran con libertad cartas, manuscritos y otros documentos valiosos.

En 1997 se creó la Fundación Octavio Paz, que tenía la misión de difundir el pensamiento y obra del poeta, así como promover la cultura en general. Su director fue el escritor Guillermo Sheridan, designado por el propio Paz. Tras la muerte del ensayista, hubo desacuerdos entre la viuda y Sheridan.

Ella reclamó que la Fundación le pagara como heredera universal, por todos los fragmentos de poemas y textos de Paz que se subieran a la página de Internet. En 2001, Sheridan renunció a la Fundación y ésta quedó en un limbo que culminó con su desaparición años más tarde.

Paz falleció en abril de 1998 y heredó todo su patrimonio y legado a Marie-Jo, quien a su vez tampoco tuvo hijos con su primer esposo.

De acuerdo con personas cercanas a Marie-Jo, sólo se sabe de la existencia de un familiar en segundo o tercer grado, que radica en Francia. Y nada más. Las personas más cercanas a su entorno eran los amigos que construyó a lo largo de los años.

Queda ahora conocer si Marie-Jo Paz dejó en testamento sus deseos. De no ser así, ante la probable ausencia de familiares se abre la posibilidad de que el Estado mexicano pueda reclamar el resguardo del legado de Octavio Paz. Algo que no ha ocurrido con un corpus literario, pero sí con la obra de la pintora Remedios Varo. En 2008 un juez resolvió que la Nación Mexicana es la única y legítima propietaria de 39 obras de la artista, luego de que la española Beatriz Varo Jiménez reclamara las piezas.

Serán las autoridades culturales las que den a conocer cuáles fueron los deseos de Marie-Joe, quien incursionó en las artes plásticas y fue una destacada promotora cultural; o si está en la mira reclamar el legado de uno de los escritores más importantes de la literatura. En el Centenario de Paz, ella dijo: “Quiero ser digna de su memoria”.

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